Sin embargo, por lo que he visto y por lo que yo misma he vivido… ¡Todo eso suele valer de poco! Hay excepciones, claro está, pero la mayoría de esos objetivos suelen quedarse enquistados con facilidad, desde el papel hasta nuestra más profunda sensación de culpa, carga o frustración. Hemos sido demasiado ambiciosos, no hemos tenido en cuenta las circunstancias, no era lo que realmente queríamos sino lo que esperaban o esperábamos de nosotros mismos en ese momento… Pueden haber sucedido mil cosas, aunque normalmente terminamos creyendo que no somos capaces de lograr lo que nos proponemos o que nuestra fuerza de voluntad es una porquería.
¿Y sabes qué opino? Que la consecución o no de dichos objetivos no depende, en absoluto, de nuestras capacidades o recursos. Incluso me arriesgo a decir que dependen únicamente de nuestro estado emocional, de nuestra motivación (como sinónimo de tener un motivo para hacerlo) y de pensar más en nosotros mismos.
Por eso, ahora que se aproxima la finalización del primer trimestre de 2015 quiero preguntarte algo: ¿has avanzado hacia todo aquello que te habías propuesto para este 2015? Si la respuesta es sí: ¡enhorabuena! Si, por el contrario, la respuesta es “no”: ¿qué te ha impedido acercarte a eso que tanto deseas?
Ni te preocupes por eso ahora, solo quería hacerte reflexionar un poco… La verdad es que yo tampoco he logrado hacer mucho de lo que me había propuesto a finales de 2014 (¡aunque sí cosas maravillosas que no había previsto!) y ello me da pie a poder explicarte algo que me parece realmente importante…
Aunque no lo creamos, los objetivos siempre están ahí: siguen siendo los mismos o son nuevos, queremos alcanzarlos aunque no nos gusten porque son necesarios para lograr algo mayor que anhelamos con mucha fuerza o simplemente porque nos apetece conseguir determinada cuestión. Entonces, ¿por qué no generamos cambios o logros si siempre tenemos algo que proponernos? Porque, por ejemplo, yo dedico horas y horas a darle vueltas a la cabeza, programando, anotando en la agenda y trazando planes estratégicos que parecen obras maestras dignas del mismísimo George Patton pero que se quedan solo en eso. Soy tan buena haciendo planes que hay una pregunta que llevo haciéndome toda la vida… ¿Qué me impide conseguir algo que quiero o siento que necesito alcanzar si cuento con un buen plan de acción y con los medios para conseguirlo?
Me ha costado encontrar la respuesta… Creía que el reto al que me enfrentaba era el de ser demasiado ambiciosa, tener siempre mucha prisa, no valorar todo lo que había logrado en poco tiempo, etc. ¡Y me equivocaba! Lo que me ha sucedido siempre (y lo que puede estarte sucediendo también a ti) está muy relacionado con un Principio de Libertad Financiera que aprendí hace unos años: “Págate primero a ti”.
Es así de simple: si quieres ahorrar pero antes de hacerlo (de pagarte primero a ti) te dedicas a pagar hasta la última factura… ¡No te quedará absolutamente nada para el ahorro! Imaginemos, entonces, que mi objetivo es ahorrar (que no lo es, prefiero invertir) y que por pagar todas esas facturas no logro hacerlo. ¿Qué pasará con mi plan de pensiones para la jubilación o con ese estupendo viaje que quería hacer? Sencillo: quedarán pospuestos de forma indefinida, no tendré ni un céntimo para la posteridad y no habré salido del barrio en el que vivo.
Con todo esto no quiero decir que no debes pagar las facturas sino explicarte que… ¡Lo mismo sucede con los objetivos que nos marcamos para el año nuevo! Si esperas que en 2015 las circunstancias sean las más favorables para hacer todo lo necesario para conseguir algo (al igual que si esperas tener todas las facturas pagadas para poder ahorrar), simplemente nunca empezarás. Habrá un día perfecto en el que te sientas vital y animado/a, en el que recuerdes lo que te motiva a hacer lo que te has propuesto, brille el sol, canten los pajaritos y tu entorno confabule para que cada persona que se cruce en tu camino aporte facilidades para que consigas lo que quieres. Lamentablemente, no todos los días son así y los objetivos requieren de constancia y perseverancia, con independencia de que tengas mejor o peor día.
No importa lo que no has hecho en lo que llevamos de 2015, lo que importa es lo que quieras hacer a partir de este momento. La mejor forma de lograr lo que te propongas en los próximos meses es volver a empezar, y hacerlo AHORA.
Yo voy a lanzarme al 2015 de esta forma, seguro que tú también puedes hacerlo:
- Volver a valorar los objetivos que me había marcado para saber si son: específicos, medibles, ambiciosos, realistas, motivadores y ecológicos.
- Analizar las estrategias que había diseñado para lograr los objetivos: ¿en qué medida me acercan a lo que quiero o son la mejor opción que tengo?
- Empezar hoy, sin excusas, y reservar una franja horaria a diario para dedicármela a mí y a mis objetivos (yo bloqueo la agenda como si tuviera una sesión y me levanto una hora antes, tú quizás puedas hacer lo mismo o encontrar un canguro, por ejemplo).
Eso es todo, sin secretos ni mayor dificultad. ¡No necesitas necesitamos más que empezar!
Raquel Cabalga