Como el peor huracán en dos siglos: Fidel deja a Cuba devastada

Publicado el 26 noviembre 2016 por Yusnaby Pérez @yusnaby

Más allá de los festejos o las lágrimas está la Cuba que deja Fidel. Una crisis irreversible. Aunque hoy mismo se terminen todas las calamidades económicas, cosa que es imposible, la descomposición social es extraordinaria. La mentalidad de la gente está profundamente deformada, afectada, adormecida.

Las transformaciones económicas de Cuba, las que se viven hoy, con su curso lento y desesperado, parecen profundas, pero hasta hoy lo son sólo en apariencia. Son medidas a favor del sector privado pero empujadas por la necesidad.

Algunos especialistas mencionan como fecha del supuesto despertar de Cuba, la visita de Raúl Castro a China en 1997. Allí vio como comparten patio el comunismo y el capitalismo. Raúl Castro heredó un legado difícil: Fidel Castro nunca quiso ser Gorbachov. La cosa para los Castros era y es no tener un arco iris de partidos, sino implementar mecanismos de mercado para palear las carencias nacionales y el deterioro de los cubanos.

La triste realidad ha sido que el pueblo depende del estado y el estado está en bancarrota hace décadas.

En 1958 Fidel negó ser comunista. Luego en Abril de 1961 se declara Socialista. Un tiempo después abolió la propiedad privada. Las multinacionales estadounidenses y más de 50.000 pequeños comercios fueron expropiados. Todo pasó a manos del Estado y el exilio de empresarios, comerciantes y profesionales fue masivo.

Después combates increíbles. Desgaste absoluto para todo un pueblo. Abrazarse a la URSS fue la única puerta para palear la total crisis. Pero nadie estimó que la URSS dejaría de estar y que se avecinaban los años más difíciles. Desapareció de repente el 85% del comercio nacional, que se concentraba en la Unión Soviética y los “países hermanos” del este europeo. Sin divisas ni crédito suficientes para abastecerse en los mercados internacionales, que solo entienden en el lenguaje de dólares, marcos, yenes y las monedas fuertes, el problema de la revolución era mayúsculo.

Los cubanos sufrieron 120 meses de calamidades desde que el 29 de agosto de 1990, el diario oficial Granma anunciara las primeras medidas restrictivas para afrontarla escasez de energía, combustibles y cesta básica. Los precios en el mercado negro se dispararon hasta un 4.000%. El plan concebido entonces pretendió que la iniciativa privada, la inversión exterior directa y el turismo, entre otras fuentes de ingresos, proporcionaran a la población lo que el Estado no podía garantizar. El 90% de la economía estaba en manos del Estado, cuyos tentáculos abarcaban prácticamente todos los sectores, con excepción de algunas parcelas agrícolas y poco más. Se autorizaron la inversión directa de capital extranjero, a través de la creación de empresas mixtas con control mayoritario de Cuba, la entrada de remesas familiares y las visitas de parientes cubanos en el extranjero. La despenalización de la tenencia de divisas en 1993 y la transformación de un buen número de empresas estatales en cooperativas agrícolas fueron otros de los resortes de urgencia.

Hoy el pueblo de Cuba puede decidir si llora o festeja. Es decisión individual. Pero la relatoría está lista. Aparecerán ahora un vendaval de biografías sobre el dictador. Su crueldad ha superado a todos. Muere a los 90 años sin ser juzgado por toda su arbitrariedad, por todos sus abusos, por todos sus crímenes. Muere muchos años después que sus principales compiladores y biógrafos, y hay que soportar que se le diga ícono. El término está correctamente empleado. Es un referente e ícono del mal.

Las modificaciones del funcionamiento económico en Cuba llevarán años pues las barreras culturales, ideológicas y estructurales, levantadas en Cuba durante la persecución de la utopía igualitaria de Fidel Castro, fueron muchas y sólidas.

Con información de El País.

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