El sector de los videojuegos es muy joven. Si se compara con otros géneros como el teatro o incluso el cine se podría afirmar que el ocio digital se encuentra en pañales. Ésto hace que muchas de las oportunidades empresariales y de marketing esten aún por explorar. Sumidos en una guerra por controlar el mercado se comenten errores, demasiados diría yo y mientras en el cine las distribuidoras no tienen reparos en compartir parte del pastel, en el nuestro se es mucho más reacio.
Poco a poco la tendencia va cambiando, el salto generacional empieza a afectar a las referencias y muchos jovenes desconocer los orígenes de todo esto. O en día, y más con las redes sociales, se mezclan jovenes inexpertos con auténticos “abueletes” que han visto nacer a dicha criatura. Se mezclan aquellos que lo pasaron en grande con las aventuras conversacionales con los que piensan que Mass Effect 2 es la esencial del rol.
¿Es esto malo? No, al contrario, uno aprende del otro. El joven se puede nutrir de la experienca del “abuelo” mientras que éste bebe de la frescura y desenfado del infante. Una simbiosis que se acaba en cuanto cada uno busca su momento particular para recordar viejas glorias. ¿Porqué estan tan alejadas? Por culpa del sector, sin duda. Volviendo al cine, es impensable que hoy en día nadie se pueda quejar por no tener acceso a películas de otra época.
Se adaptan, se reversionan y se sacan en cualquier formato sin importar el impacto que ella pueda tener. El precio de producción es el mínimo y exceptuando joyas del cine – mal denominado – serie B es sencillo ir a buscar algún clássico en debedé o blurai disc. Nosotros, los consumidores de consola tenemos un mal concepto de esto. Mal concepto creado por las compañías que insisten en querer cobrarnos a precio de nuevo aquello que ya es añejo.
Título que pasan por una chapa y pintura mínima y que ofrecen alguna que otra pantalla suprimida son cruelmente tasados como nuevo. Los seguidores aferrimos de tal serie de títulos irán raudos a gastarse dicha locura, por el contrario, quedarán en las estanterías abandonadas y a un precio desorbitado. ¿Cuántas revisiones de Mario ha habido? O ¿de Final Fantasys? Muchas, y exceptuando alguna excepción han sido caras y no han apartado nada bueno.
El cine debe mostrar el camino a las desarrolladoras, ya que compilar en un nuevo formato una serie de datos que ya han sido creados jamás puede elevar el precio hasta la cota de ser considerado nuevo. A no ser que se ofrezcan tal cantidad de extras que justifique la compra. ¿Será lo que tienen pensado los señores de Konami con sus Collection Edition? A pesar de la coletilla hachedé poca cosa más veremos.
Y que más dá, nosotros como consumidores nos vemos sumidos a ellos, no nos importa soltar cantidades cercanas a los treinta euros para volver a jugar algo que de segunda mano y en su consola original cuestra entre cinco y diez euros. Pero quizás está el problema del formato, es impensable que hoy en día para ver Bittlejuice todos tuvieramos que comprar un reproductor VHS, o que algunas películas solo se mostraran en Betafilms. ¿Porque insisten en quitar la recompatibilidad?
Parece que la moda del Free-to-Play en los videojuegos va ir implantadose, hasta algunas grandes como es Microsoft parece entender que la idea es beneficiosa para la marca. Y es que todo el mundo tiene derecho a jugar a ciertas joyas que hace veinte años dejaron de editarse. ¿Porque mis hijos deben emular juegos como The Day of the Tentacle? ¿Porqué debo comprar una Master System para poder jugar a Alex Kidd in Miracle World?
Volver a descargar aquello que ya tenías es un negocio, pero si encima es un Copy & Paste de la versión original, no solo eres tonto sino que además has contribuido a que tu pobreza se más miserable mientras las arcas de las grandes compañías sumen al alza, porque el costo de producción es nula y el beneficio máximo.
La solución quizás sería sacar una sola consola, o que todas las desarrolladoras abrieran sus productos a las plataformas sin exclusividades. ¿Ver a Mario en una PlayStation? Y porqué no, un tal Erizo Azul se fue a la compentencia sin perder la dignidad – nadie ha hablado de calidad – y sería una apuesta más que interesante. ¿Porqué existen juegos franquicia? ¡Para vender consolas!
Y con ello no quiero ensalzar la política empresarial del cine, que a veces es excesivamente cara, ya que un debedé cuesta menos que un euro. Las copias o backups como ha muchos les gusta denominarlas demuestran que realizar un guardado de datos no justifica los casi veinte euros de una compra. Al igual que la música que está en boca de todos tras las barbaridades de la SGAE al hacer negocio de algo que no podía, porqué mis debedés son todos para guardar datos que para la música utilizo mi Ipod.
Volviendo a los videojuegos me parecen muy buena solución las consolas Open Source, donde uno puede tirar a base de emulación y conseguir algunas joyas que jamás pudo probar. ¿Y porqué no? ¿No tenemos derecho a degustar juegos añejos que quizás por edad o por disponibilidad monetaria no pudo ser jugado? A caso no tenemos derecho nosotros como consumidor a que se nos ofrezca gratis o a precios racionales el poder aprovechar nuestros títulos comprados en otras consolas.
Queda mucho camino por recorrer, tanto que es muy grande la distancia que tiene el cine respecto a otros ocios. Aunque también es cierto que éste tiene la ventaja de encontrarse en una guerra de distribución no de plataformas. En nuestro sector, por desgracia, la competencia empieza en la consola que vas a comprar haciendo imposible que todos puedan acceder a ciertos títulos. ¿Cuando se dará el paso definitivo? Quizás nunca…