A los que gobiernan, cuando no hacen lo que deben, cuando no gobiernan para todos los que viven y trabajan en su comunidad; cuando una legislatura tras otra hacen caso omiso de las necesidades más básicas, porque básico es tener un camino en condiciones para acudir al trabajo o a reponer la despensa, hay que menearles, hay que despertarles y por ese camino hoy sólo se vislumbra la rebelión.
Un levantamiento o esperar otros cuatro años a que se convoquen de nuevo elecciones y como en una lotería confiar que se coloque al frente la persona que, en la misma tesitura que sus gobernados ponga fechas y exija la culminación de un proyecto que ahora mismo está anquilosado.
Vamos camino de 40 años de proyectos, de promesas, de parcheos, no queda otra que lanzarse a la calle con lo que uno tenga a mano: llamar el pueblo al orden con el desorden a quienes eligieron y que ahora duermen sin reservas. Ya hemos tenido todos tiempo para pensar, para escribir, para esperar, para desesperar... Sólo amagos nos dieron reparando cunetas y aderezando algunas curvas. El gobierno regional anunciaba en la prensa sendas partidas de dinero para acometer esta obra de 30 kilómetros, la que nos comunica con la comunidad cántabra. El pueblo necesita el acondicionamiento de una carretera comarcal, que no queremos lujos ni autovías que rompan el paisaje ni impidan detenerse a tomar el aire y estirar las piernas en un punto de la vía.
Pero una cosa es la paciencia, si es que a la espera de algo tan necesario como una carretera en condiciones mínimas, cabe una vida entera de paciencia, y otra cosa el olvido al que les tienen condenados.
Para mí, todos somos culpables, porque en este caso, después de tanta espera, cabe bien a gusto una rebelión en toda regla y que venga la policía, y que se reúna el Gobierno regional y que distribuyan ya lo que prometieron y airearon. Y no es la cantidad lo que importa aquí. No se trata de herir a nadie. Se decide mediante un Concejo como los de antes, y el pueblo, con las almas que cuente, no importa 2 o 20, sale a los caminos para que los que dictan las normas "vean las orejas al lobo" -como suele decirse- y pongan de inmediato soluciones.
De la sección del autor "La Madeja" para Diario Palentino y Globedia.