_ Verás en mi profesión ser decente suele conducir a que te quedes sin empleo. No sabes como está el periodismo en este país. O estas alineado con la derecha o lo estás con la izquierda. No eres más que una correa de transmisión de las consignas de uno o de otro. Pero intentar contar simplemente lo que pasa y opinar honradamente , te lleva a la marginación y al paro.
_ Siempre te había tenido por un chico de izquierdas_ dijo mi tía con cierta sorna_ y ahora gobierna la izquierda...
_Ya, pero el gobierno quiere que los periodistas afines cierren los ojos y la boca ante sus errores. Criticarlos significa el extrañamiento. Dejan de considerarte de los suyos y, claro, como tampoco eres de los otros, te quedas en tierra de nadie, o sea en el paro, como estoy yo.
Los que visitáis asiduamente este blog, sabéis que soy licenciada en periodismo, lo que no se es si os he contado alguna vez es porque dejé de ejercer. Y fue por algo parecido a lo que cuenta Guillermo, el periodista de esta historia. Yo comencé en el gabinete de prensa de un ayuntamiento, el de mi pueblo para más señas, en él había hecho las prácticas como becaria y les gustó mucho mi trabajo, así que cuando terminé la carrera me quedé. En los dos años que estuve al frente fue suficiente para desengañarme de la profesión, porque no podía contar las cosas como sucedían si no que me tocaba maquillarlas al gusto del político de turno.
En aquella época el alcalde de turno era de derechas y yo además era la corresponsal en mi pueblo de un periódico de izquierdas en el que publicaba con seudónimo, las razones supongo que son más que evidentes, y allí no eran menos los marrones que me tenía que comer, porque retocaban mis columnas a su gusto, en ocasiones llegando a tergiversar las noticias con las consiguientes consecuencias...
Pero como una era joven un tanto alocada, vivía para trabajar, quería comerme el mundo, así que por la mañana estaba en el gabinete de prensa, escribía una noticia o dos diarias para el periódico y por la tarde me iba a una radio local en la que de nuevo me di de bruces contra la realidad, lo de la libertad de prensa era un utopía, así que poco a poco fui soltando amarras, primero fue la corresponsalía, porque siempre hay una gota que colma el vaso y aunque sea más atractivo hombre muerde perro, casi siempre el titular es el contrario.
Más tarde y coincidiendo con el embarazo dejé la radio no podía salir de mi casa a las siete de la mañana y volver a las once de la noche, sobre todo porque una amenaza de aborto hizo que me diera cuenta de que clase de vida estaba llevando, además me había cansado ya de jugar con los cortes para dejar bien a los políticos de turno.
Y por último cuando nació mi hijo, me negué a seguir maquillando las noticias que salían del Ayuntamiento, me sentía mal por no contar las cosas como eran, me sentía como una mentirosa... y así fue como me vi en el paro y sin ganas de volver a trabajar de lo mio, hasta que el blog recuperó mi gusto por escribir, aquí soy yo la que mando, nadie me dice sobre que tengo que escribir y como hacerlo, expreso libremente mi opinión, y puede que no guste a alguien, pero tampoco pretendo gustar a todos, porque cada uno es libre de expresar su opinión y lo que para mí es bueno, puede que para otro no lo sea, y en la variedad esta el gusto.
Un día escuche en la radio una frase que he incorporado a mi repertorio, El periodismo es la única profesión que honra a quien la abandona, en su día me dio mucho que pensar, hoy simplemente me gusta la frase y la tengo ahí en mi memoria, bien a mano por si algún día se me olvida porque abandone una profesión por la que luche tanto