Al hilo de este mensaje recordé fragmentos que llamaron poderosamente mi atención del libro La mujer de verde de Arnaldur Indriason. Como bien sabreis tengo muchas reseñas por escribir, y no doy abasto con todo y las tres de este autor islandes las tengo pendientes de escritura, pero os dejo estos textos para la reflexión, a mi me llevaron a pasar horas pensando en ellos y en el dolor de una mujer cuando no puede escapar de su torturador. Si algo supo hacer bien Indriason en los fragmentos que resalto es captar la auto destrucción de una mujer maltratada.
"Una se avergüenza de ser la víctima de un hombre así y se abandona a una total soledad e impide a todos que se acerquen, incluso a sus propios hijoas, porque una no quiere que nadie mueva un dedo, y menos que nadie ellos. Y allí se queda esperando el próximo ataque, que llegará sin aviso alguno, y está llena de odio hacia algo que no comprende, y la vida entera se convierte en la espera del siguiente ataque, ¿cuándo llegará, cuánto daño hará, cúal será el motivo, cómo evitarlo? Porque cuánto más satisfago sus caprichos, tanto más asco siente él por mí. Cuánta más sumisión y temor le muestro, tanto más odio descarga él sobre mí. Y si me muestro indócil, entonces ya tiene un motivo para matarme a golpes. No hay forma de hacerlo bien. No hay forma. Hasta que lo único en lque piensa una es que todo acabe, da igual cómo. Solo en que acabe. (pág 196)
" Iba a preguntarte... Creo que te he hecho una pregunta sobre violencia doméstica.
_ Una palabra muy neutra para el asesinato de almas. Una palabra suave para quienes no saben lo que se esconde detrás de ella. ¿Sabes cómo es vivir con un miedo constante durante toda tu vida?
Erlendur calló.
_ Vivir con el odio un día tras otro, nunca se acaba, da lo mismo lo que hagas, y nunca puedes hacer nada que cambie las cosas hasta que has perdido todo asomo de voluntad propia, no haces sino esperar, con la esperanza de que la próxima paliza no sea tan terrible como las anteriores.
Erlendur no sabía que decir.
_ Poco a poco, las palizas se van convirtiendo en sadismo proque el único poder que tiene el violento en este mundo es el poder sobre aquella mujer, y solo sobre ella, porque es su mujer, y es un poder absoluto porque ella está a su merced, porque no solo la amenaza, sino que la atormenta con el odio a sus hijos y le hace ver con toda claridad que les hará daño si intenta librarse de su poder. Pero la violencia física, el dolor y los golpes, los huesos rotos, las heridas, los moretones, los ojos hinchados, los labios rotos, todo esto no es nada comparado con la tortura del alma. Un miedo constante, permanente, que nunca se calma. (Pág 237).
Sin duda un testimonio duro de una mujer hastiada que despues de haberlo intentado todo, solo le quedaba proteger a sus hijos aguantando la tortura a la que la sometía su marido. Captar esa tristeza, ese dolor quizá sea el principal logro de esta novela negra finlandesa.