Siempre soñé con tener una, desde chico, que jugaba e la casa de una amiga de mi mama a fantasear historias. Muchas veces averigüe comprar una y dijamos que era un gasto muy fuerte para la dicha llamada "urgencia" de obtenerla. A finales del año dos mil dieciséis, se me dio la oportunidad de trabajar en deposito de una empresa de bombas de agua. No era un gran sueldo. Por lo menos a lo que aspiraba. Pero me gustan los depósitos, así que sin mas queja probé suerte. Estuve un par de semanas acompañado de una persona que se iba a retirar de ese puesto, mostrándome toda la zona y mis funciones. El deposito era media cuadra de largo, uno de los mas grandes en lo que he estado y sumándole que seria yo solo. Pero la gran desventaja... El lugar era un completo desastre. Absolutamente todo desordenado. Piezas llenas de polvo, revoleadas por los sin identificar, cucarachas y hasta un gato (vivo) escondido abajo de los estantes entre la oscuridad de las piezas.Cuando se fue mi compañero y quede yo solo me predispuse a hacer el orden que nadie había hecho en años. No explicare como realice el orden de las piezas, seria innecesario a menos que haya un experto en bombas de agua por aquí, y lo dudo mucho. Un día fui a explorar el pequeño segundo piso que había en el deposito. Se conducía por una escalera. Este tenia el suelo de chapa lo cual hacia un gran ruido y la primera ves que subí me dio pánico de que se venga abajo. Observando lo que había en él para llevar el orden, me di cuenta que dentro unos grandes cajones de metro y medio de alto se hallaban varios monitores en deshuso. Para mi sorpresa que entre ellos estaba mi futura maquina de escribir, tirada como chatarra, tan sucia que no era blanca si no negra y a las teclas ni se le veían las letras. No lo podía creer. Era un crimen para mi. Debía rescatarla del abandono. Ese mismo día, fui a hablar con el portero de la empresa, que tiene mas llegada al dueño. Me dijo que dudaba que hubiese problema alguno en llevármela pero debía hablar con el dueño, quien todos los días pasaba por la empresa. No se porque, quizá porque era nuevo, pero me daba vergüenza ir a preguntarle al dueño.Casi un mes después de mucha transpiración en los días calurosos de ese verano, donde no paraba de ordenar el deposito, vino el dueño a hablar conmigo. Yo sorprendido temblaba de nervios. Pero todo se calmo inmediatamente cuando me dijo que escucho por voces de otros que estaba causando una revolución con el gran orden que se estaba llevando a cabo. Con un gracias mio encontré la oportunidad perfecta para hacer mi pedido. Al principio lo dudo, se noto porque lo pensó unos segundo, pero termino por acceder.Esa tarde de verano a las cuatro para ser exacto estaba envolviendo con hilo grueso para llevarla colgando de mi mano. Y dios, si que pesaba una vida. Tanto que no aguante caminar las seis cuadras a la parada y me tome un taxi. Ahora la conservo como reliquia. Funciona. Aunque debo comprarle los rollos de tinta que aun no conseguí.
Saludos y comenten. ¿Ustedes tienen la suya o aun esperan por una?
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