Cómo enfrentarse al miedo a hablar en público

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

Durante los últimos meses he leído multitud de artículos, libros, etc. sobre cómo perder el miedo a hablar en público. He realizado sesiones de coaching basadas en este tema, practicado ejercicios de la PNL, reflexioné muchísimo pero no me atreví a subir un vídeo sobre ello a las «7 caras del miedo» en Youtube. La razón era obvia: si yo misma aun no he conseguido superar este miedo, ¿cómo puedo ayudar a los demás a hacerlo? No sería coherente. Todo lo que publico en este blog parte de mi propia experiencia, mis propios aprendizajes… y así quería que fuera.

Pues bien, creo que ya me siento con cierta capacidad de escribir sobre el Miedo a hablar en público o Pánico escénico, como también suelen llamarlo. Resulta que este tipo de miedo, en el mundo occidental de hoy, y especialmente en España —por las deficiencias del sistema educativo, donde los alumnos muy rara vez salen a exponer lo aprendido a la pizarra—, es uno de los miedos principales, incluso por delante del miedo a la muerte, según un estudio de la Universidad de California.

«Según un estudio de la Universidad de California, una de cada tres personas (75%) padece de miedo a hablar en público, este miedo, en su forma más extrema, se convierte en “glosofobia” una fobia con mayor incidencia incluso que la aversión a las arañas o el pánico a volar. Y es que en el “ranking” de miedos, hablar en público ocupa el primer lugar, incluso por encima del miedo a la muerte, que ocupa el cuarto.» Fuente: Gestiópolis.

¿Pero qué hace el miedo a hablar en público tan potente? Desde luego, al menos en lo que a mí me respecta, creo que es el miedo al rechazo, del que ya hablé anteriormente a través de este vídeo. Sin embargo, mientras el miedo al rechazo puede ser algo más profundo y relacionado estrechamente con nuestra autoestima, el miedo a hablar en público se manifiesta en momentos muy concretos:

  • Cuando sabes que te toca hacer una presentación y no dejas de pensar con inquietud acerca de este momento

  • Cuando el momento ha llegado y te toca ponerte a hablar delante de un grupo de personas

¿Y cómo se manifiesta el miedo a hablar en público? En realidad de muchas maneras, porque cada persona tiene una forma particular de vivirlo. Pero haciendo un breve resumen, puedo mencionar los siguientes aspectos:

  • Nerviosismo, sensación de inquietud, ansiedad

  • Sudoración

  • Manos y/o voz que tiembla

  • Respiración entrecortada

  • Taquicardia

  • Hablar demasiado rápido o demasiado lento

  • Pensamientos compulsivos o creencias limitantes: ¿lo hago bien?, ¿qué estarán pensando?, seguro que no les gusto, seguro que lo que digo son tonterías que no le interesan a nadie, etc.

¿Cómo puedo controlar ese miedo al público?

Esta pregunta no he dejado de hacérmela en los últimos años y especialmente en los últimos meses, cuando decidí cambiar mi trayectoria profesional. Por un lado, durante el propio curso que estoy finalizando, he tenido que exponerme en momentos puntuales a hablar delante de compañeros y me he sentido bastante incómoda. El colmo fue verlo un día en vídeo. Era como si no fuera yo: buscaba aprobación con mi mirada, tenía una postura extraña, no miraba a la gente a los ojos y por dentro sentía que el corazón iba a estallar de un momento a otro.

Lógicamente aquella sensación era lo último que deseaba sentir. Pero por desgracia cada vez que me tocaba ponerme delante del grupo, las sensaciones físicas volvían. Yo intentaba apagar esa emoción a través de un diálogo interno (todo estará bien, no te preocupes, nadie te está juzgando, esto es un espacio seguro), a través de respiraciones más profundas… pero nada servía. Era como si las emociones me dominaran por completo. O como diría Joe Dispenza: el cuerpo era el rey y la mente no podía hacer nada para contrarrestarlo.

Pues bien, pese a todo ello, me lanzo a realizar mi primer evento-taller junto a unas amigas. Lógicamente me siento algo inquieta por el día D, mi mente me lanza pequeños recordatorios de vez en cuando, una especie de alarmita que se va encendiendo cuando pienso que faltan 2 semanas, 10 días, una semana, 5 días, pasado mañana, etc.

La gran pregunta que surge ahora y que me hago pasado el gran día es la siguiente: ¿cómo he conseguido entonces vencer esos nervios y convertir mi primera charla-taller del sábado pasado en algo que ahora puedo denominar como una situación de éxito a nivel personal? La respuesta que lo resume todo es simple: a través del Coaching.

Siempre nos dicen que para ser buenos coaches lo primero que debemos hacer es superarnos nosotros mismos. Si quiero ayudarle a alguien a superar una dificultad, el primero en superarlo debo ser yo, o al menos, estar dando los pasos adecuados para llegar a la solución del problema. ¿Qué me ha ayudado entonces, concretamente? Aquí quiero contaros lo que no me ha servido —siempre a modo personal— y lo que sí me ha ayudado.

Empecé preocupada por el tema de hablar en público desde que empecé mi curso en septiembre del año pasado; sabía que al final había una presentación del proyecto final (ésa que me espera en menos de dos semanas ahora) y conociendo mi problema, sabía que necesitaría apoyo para solventarlo.

  • Cada vez que pasaba por un proceso de coaching personal, sea en clase o con mi tutora, sacaba como tema principal mi miedo a hablar delante de otros.

  • He sido capaz de ver que mi miedo podía tener que ver con una situación concreta del pasado en mi época universitaria, situación en la que me puse tan nerviosa que me temblaban las manos y la voz, y pasé una vergüenza enorme.

  • He llegado a la conclusión de que mi principal dificultad era pensar que los demás me podían estar juzgando, lo cual hacía que en lugar de centrarme en aquello que quería exponer, mi mente estaba metida en ese diálogo interior que no hacía más que estropear las cosas.

  • He relizado varios ejercicios de la PNL para cambiar mi estado emocional, pero éste era demasiado fuerte para vencerlo de forma automática.

  • La idea de llevar un boli en la mano como “toma tierra” tampoco ha sido una solución para mí, ya que soy bastante visual, de forma que gesticulo bastante, estando o no nerviosa.

¿Qué ha funcionado para que mi experiencia de hablar en público del otro día saliera bien?

  • Llevarme preparada mi charla y haberla ensayado previamente durante varios días, delante del espejo e incluso grabándome.

  • Un mini-taller con una compañera del curso, locutora y especialista en comunicación, que nos sacó a los participantes a hablar delante de otros compañeros. A mí me ayudó muchísimo porque me sentí capaz de enfrentarme al público, aunque fueran pocas personas. Los grandes cambios no se realizan de golpe, sino paso a paso, y éste fue el primer paso que di. Comprendí que era capaz de sonreír y disfrutar hablando delante de otras personas. Además me di cuenta de que como mejor estoy es siendo yo misma, sin pretender aparentar nada.

  • Una sesión de coaching con una de mis compañeras. Dicen que a veces una pregunta sencilla y bien dada en el momento oportuno, te abre la mente. Eso es lo que me pasó aquel día. La pregunta era de lo más simple: ¿De quién depende estar nerviosa antes de ponerte a hablar? La respuesta era también bastante simple: De mí, obviamente. La decisión de estar nerviosa o no estarlo estaba en realidad en mis manos, por muchas vueltas que le diera al asunto. Yo soy la dueña de cómo interpreto o veo una determinada situación. De mi actitud depende ver una charla en público como un espacio hostil y frío, o todo lo contrario, como un lugar seguro, en el que comparto desde el corazón aquello que deseo transmitir a los demás.

  • También me ayudó muchísimo una técnica de coaching estratégico llamada Cómo empeorar una situación, un ejercicio basado en el funcionamiento contradictorio y paradójico de nuestra mente y emociones: desear una cosa y temerla al mismo tiempo; querer mejorar una situación y empeorarla a la vez con nuestra actitud. Al enumerar las distintas cosas que podía hacer para que mi charla fuera a peor, de repente mencioné un par de cosas que ya estaba haciendo cada vez que me tocaba hablar en público: pensar que los demás me estarán juzgando e ir con una actitud negativa de antemano. Al darme cuenta de ello de forma tan clara, vi enseguida que era yo quien empeoraba la situación.

La semana que viene voy a publicar una segunda parte de este artículo (me ha quedado demasiado largo) con consejos puntuales que puedes aplicar para mejorar tu exposición en público.

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