Aprender a Emprender
El título de este artículo representa sólo un aspecto parcial de la cuestión porque en realidad la educación para el emprendimiento comienza por aprender cuáles son los marcos teóricos que permiten establecer cuáles son los mejores contenidos y las metodologías didácticas para aprender a enseñar a aprender a emprender. No es un juego de palabras.
Desde hace relativamente pocos años se ha comenzado a prestar atención a los contenidos y las metodologías didácticas para la estimulación del espíritu emprendedor y el modelado de comportamientos emprendedores; en especial, cómo funciona la “educación emprendedora” en el nivel de la educación primaria y de manera muy incipiente cómo es posible la estimulación de la cultura emprendedora en el nivel de la educación pre-escolar.
En general, durante casi todo el Siglo XX las Teorías del Aprendizaje y sus implicaciones para la educación empresarial no han tratado con precisión la diferencia que existe entre las competencias para la gestión de empresas y el desempeño emprendedor de las personas (creando o no sus propias empresas, trabajen o no por cuenta propia…).
Para la construcción de efectivas estrategias para la educación emprendedora, primero tenemos que comprender las diferentes Teorías del Aprendizaje que se pueden aprovechar para el “desarrollo emprendedor” como un enfoque metodológico transversal en los programas de educación, a través de todas las materias de estudio y de los diferentes niveles por los que pasamos las personas desde nuestra escolarización inicial hasta los estudios superiores de posgrado.
Los especialistas en Ciencias de la Educación coinciden en que la educación sistémica (institucional, formal, reglada…) debe estructurarse de manera tal que los “conceptos complejos” se desagregan en “componentes simplificados”, como secuencia de pasos que mejoran la coherencia del plan de estudios.
Recién a fines del Siglo XX se han identificado diferentes teorías del aprendizaje que subyacen a los programas específicos de educación emprendedora, como las teorías del aprendizaje generativo, el aprender haciendo, las etapas del desarrollo cognitivo y la taxonomía de aprendizaje cognitivo por objetivos.
Cada una de estas Teorías del Aprendizaje implican conceptos fundamentales para comprender y facilitar el aprendizaje de las cualidades emprendedoras que deben enseñarse desde una edad temprana, y como ir escalonando prácticas didácticas a medida que las personas van madurando.
Sí: es posible orientar todo el proceso educativo que se imparte desde las escuelas infantiles hasta los cursos de posgrado, como un proceso integrado por “componentes simplificados” que vayan consolidando actitudes y cualidades del comportamiento emprendedor.
Si profundizamos en estos cuatro enfoques teóricos de los procesos formativos, descubrimos hilos conectores entre ellos que nos ayudarán a comprender que, en la práctica, la educación reglada generalmente se ha centrado en torno a las categorías más básicas de la instrucción de conocimientos y los esfuerzos para comprender y recordar conceptos; hace muy pocos años comenzamos a percibir un alentador cambio hacia la predominancia de la práctica y el aprendizaje:
Las preguntas, comienzan a tener una relevancia tan significativa como las respuestas. La curiosidad, resulta ahora una habilidad tan valorada como la memoria.
Ahora, falta otro paso para poder aprovechar la comprensión que la educación emprendedora se entronca en los conectores entre varios marcos teóricos y no en un enfoque excluyente de la educación: reconocer que el desarrollo de los comportamientos emprendedores no es el resultado de una secuencia de instrucciones para desarrollar determinadas competencias (planificar, administrar, comunicar, negociar…) , sino que se trata de un proceso de aprendizaje que vincula ideas, contextos sociocultares y oportunidades.