Escaleras sin peldaños. Cómo comprender a cualquier filósofo. La filosofía es semejante a la escala de Jacob, que va de la tierra al cielo. Para Aristóteles, es una ciencia divina en dos sentidos: porque pretende adueñarse del conocimiento que Dios tiene de las cosas al pretender conocer las primeras causas y principios de estas, y porque al ser Dios la primera causa y principio, el filósofo anhela conocer a Dios. Todo filósofo tiende una escala. Para entenderlo, hay que conocer los peldaños de esa escala. El primero es la época en que escribe el pensador. El segundo es el problema que pretende resolver. El tercero, los principios de que parte. Vamos a tratar de entender al padre del idealismo subjetivo o inmaterialismo, el irlandés George Berkeley (1685-1753). Él desarrolla su pensamiento en el siglo XVIII, la época de la ilustración. El peldaño en que se asienta es el convencimiento de que nada acerca más a los humanos al ateísmo que la creencia en la materia, por lo que resolvió demostrar que esta no existe. Su pensamiento es una continuación y superación del de John Locke (1632-1704). Locke pensaba que todas las cosas poseen cualidades primarias y secundarias. Las primeras pertenecen a los objetos y pueden ser captadas por varios sentidos: la dureza, la extensión, la solidez, la posición… Las secundarias existen solo en relación con nosotros y son captadas por un solo sentido, como el color, el olor, el sabor, la temperatura… Una persona puede sentir amargo lo que otra siente dulce, a cierta distancia una montaña se ve verde, pero de lejos se percibe azul, etc.
Berkeley utiliza el mismo método para demostrar que las cualidades primarias también son relativas o subjetivas. Un gusano muy pequeño percibiría como extensísimo algo que para un hombre alto es pequeño. Alguien muy fuerte percibe menos resistencia o solidez en un objeto que alguien débil. Todo cuanto suponemos que son propiedades materiales (dureza, color, sabor, temperatura…), en realidad son sensaciones o percepciones. Y las sensaciones solo pueden existir en un ser sensible, en una conciencia. De ese modo, la sustancia material se esfumó y el cosmos quedó convertido en una corriente de sensaciones. La materia dejó de existir para Berkeley. Existencia viene del latín ex, fuera de) y sto (estar). Literalmente existe lo que está fuera de cualquier conciencia, lo que tiene presencia y puede impactar al mundo independientemente de si lo pensemos, lo percibamos o no. Por un camino distinto al de Descartes, pero igualmente subjetivo, Berkeley llegó a la conclusión de que debía existir otra conciencia mucho más fuerte que la suya. Hay unas sensaciones sobre las que tengo poder, como el movimiento de mis dedos, pero otras inmodificables para mí, como la salida y la puesta del Sol. Por tanto, esas percepciones deben pertenecer a una mente divina (arquetípica) que tiene a bien participárnoslas (ectípico). La frase de Pablo de Tarso de que nos movemos y vivimos en Dios cobró un sentido literal para el irlandés. Con la materia, en la filosofía de Berkeley también desapareció el espacio, la nada, el vacío… Las distancias a que vemos los objetos son puramente subjetivas, para demostrarlo escribió un tratado sobre la visión según el cual vemos un plano, solo que interpretamos ciertas líneas como profundidad al igual que lo hacemos con una pintura. Un bebé solo capta un mundo plano y lo expresa en sus primeros dibujos, al desplazarse aprende a discernir distancias. El tiempo mismo depende de la velocidad con que percibimos las cosas. Si el ojo fuera capaz de captar más imágenes por segundo, el tiempo sería más lento. En esta subjetividad del tiempo y el espacio se adelantó a Kant, aunque para el empirista Berkeley espacio y tiempo se desarrollan con la experiencia y dependen de ella, y para el alemán son a priori, independientes de la experiencia.
Su libro más famoso es Tres diálogos entre Hylas y Filonús. Hylas es el personaje que representa al materialismo (de Hyle, materia), Filonús viene de filía amistad y noús, pensamiento. Hylas defiende el sentido común, existe la sustancia material como habían sostenido Locke y Descartes. Acepta la división de Locke de cualidades primarias y secundarias de las cosas. Las cualidades secundarias varían según el espectador. Por ejemplo, el calor que sentimos depende del estado de nuestra piel. Si hemos metido las manos en agua caliente sentiremos frío un objeto tibio. En cambio, si las hemos metido en hielo, sentiremos caliente el mismo objeto. El sabor depende del estado de nuestra lengua. El color de algo depende a veces de la distancia, vemos azul una montaña lejana y verde cuando nos acercamos, así que temperatura, sabor, sonido, color, etc. dependen del espectador, no son cualidades que las cosas tengan en sí mismas, pero la dureza, la extensión, la solidez de las cosas –cualidades primarias para Locke- son reales y descansan en una sustancia material. Pero Filonús no tarda en demostrar que la distinción entre cualidades primarias y secundarias es ilusoria. Un ser muy pequeño, un gusano por ejemplo, capta como muy extenso lo que un ser grande ve pequeño. Alguien muy débil percibe como sólido y resistente algo que es suave para un individuo fuerte, etc. Así que las cualidades primarias también dependen de la percepción y no pertenecen a una sustancia material. Concluye que solo existen espíritus y sus sensaciones. Ser es ser percibido y percibir. Somos solo espíritus que nos movemos en un espíritu más vasto, el de Dios.
Relación causa-efecto. Una de las ideas fundamentales de Berkeley es que las sensaciones pertenecen solo a un sentido, lo que hace que las percepciones táctiles no confirmen las auditivas ni las visuales. Es obvio, el tacto no puede percibir ni el color ni el sonido. Así, vemos el sol brillar y sentimos el calor. Para Berkeley, antes que para Hume, no hay una relación causal entre el disco amarillo que vemos y el calor que sentimos sino que ambas sensaciones provienen de un Dios que nos las da.
Ideas abstractas. Locke había aceptado las ideas abstractas, o sea, que tenemos la idea de hombre, de triángulo en general. Berkeley demuestra que no podemos formarnos la idea de un hombre que sea a la vez alto y bajo, rubio y moreno, ni la de un triángulo que sea a la vez equilátero, isósceles y escaleno. Solo nos formamos una imagen concreta de un triángulo y aplicamos su nombre y características a todo triángulo que nos encontremos. Aquí Berkeley rechaza la distinción entre imaginación y entendimiento, algo esencial para su filosofía, porque Hylas le hace ver que aunque una persona vea verde lo que otros ven rojo, o sienta caliente lo que otro siente frío, o duro lo que otros sientan suave, o muy extenso lo que otros captan pequeño, lo cierto es que todos captan algún color, alguna temperatura, alguna dureza o alguna extensión, por lo que existen el color en general, la temperatura en general, la dureza en general y, sobre todo, la extensión en general, por tanto, existe la sustancia extensa de Descartes. Como no podemos formarnos la imagen o idea de extensión en general, Filonús rechaza lo que dice Hylas.
Se caen los peldaños de Berkeley. El primer peldaño del filósofo, su punto de partida es dar realidad a otros cuerpos, por ejemplo, habla de un gusano muy pequeño, eso significa que hay seres pequeños en extensión y que perciben, aparte de mí, pero luego niega toda extensión, incluso la de animales, plantas y cuerpos humanos. Si todos somos solo espíritus inextensos, ¿cómo explicar que percibamos cosas tan diferentes, que solo se explicarían si tenemos ojos, tamaños y durezas distintos? Cuando dice que ejercemos voluntad sobre nuestros dedos pero no sobre la Luna, ¿por qué la sensación de tener dedos es continua?, ¿por qué la sensación de tener un cuerpo también es continua mientras que solo vemos la Luna de noche? Lo más fácil es decir que tenemos un cuerpo que nos acompaña siempre, una cosa extensa y real sobre la que ejercemos nuestra voluntad, que se mueve entre otros cuerpos que están fuera de nosotros y sobre los cuales no ejercemos voluntad alguna, que gracias a eso, cada quien tiene una perspectiva diferente del mundo. Finalmente, su ataque a las ideas abstractas no es bueno. Confunde entendimiento con imaginación. No podemos imaginar figuras de mil o diez mil lados, no podemos abarcar con la imaginación toda la recta numérica que incluye números enteros, naturales, racionales, irracionales, negativos… pero podemos entender todo eso.
Idea y noción. Berkeley basa su filosofía en que somos espíritus que recibimos sensaciones de un espíritu superior, Dios. Pero ni percibimos a Dios ni percibimos nuestro propio yo. No tenemos ideas, en el sentido de sensaciones, de ellos. Berkeley recurre a que tenemos una noción de Dios y una noción del yo. Por ejemplo, que percibimos un color pero sabemos que no somos un color. Esa es una debilidad de su doctrina que permitirá a Hume decir que la sustancia espiritual no existe, porque solo somos una corriente de sensaciones e ideas. Igualmente, Berkeley rechaza que el sol sea la causa del calor, son dos ideas que vemos muy unidas siempre, pero acepta que Dios es causa de todas mis sensaciones. Si no percibe la relación entre el sol y el calor, menos puede percibir la relación entre Dios y mis sensaciones, con lo que su filosofía se derrumba totalmente y abre el camino al escepticismo de Hume de que exista una causa de nuestras sensaciones.