Cuenta cosas realmente interesantes. De hecho, leyendo la biografía de Walter Isaacson, este ya describe un poco como era Jobs, como trataba a sus trabajadores y siempre aquella obsesión de buscar la perfección. De hecho, siempre buscaba darle una vuelta de tuerca más a las cosas, haciendo que estas sean prácticas y fáciles de usar para el usuario final, aunque eso implique devanar los sesos de los ingenieros de la compañía. Incluso se tildaba a Jobs de dictatorial y narcisista, llegando a extremos realmente enfermizos. No obstante, los productos y el resultado final de los mismos justificaba la faena y el esfuerzo que hacían sus trabajadores.
Trabajar cerca de él era duro, no siempre fácil y a veces no era saludable, pero fue una época muy excitante. Tenía liderazgo, visión, talento, imaginación… Una persona de la que aprendí mucho. Era alguien apasionante y muy divertido. Era franco, siempre decía lo que pensaba, implacable y exigente.
Todo era porque estaba obsesionado con la simplicidad. Ahora bien, no es lo mismo que ser simple. La simplicidad es más difícil que la complejidad. Es hacer las cosas con cerebro y sentido común.
En Apple la simplicidad es un objetivo, un estilo de trabajo, está impregnado en el ADN de la compañía. Él se encargó de que fuera así y ahora la gente que trabaja en la compañía hace lo mismo.
Yo pensaba que lo que le proponía era bastante bueno y ese era precisamente el problema, que eso no era suficiente. Tenía que ser lo mejor. Él no se conformaba con las cosas a medias.
En este punto, comenta lo que comentaba antes: Jobs era muy crítico, con todo. De hecho, era realmente normal ver a Jobs refunfuñar en medio de una reunión porqué no le gustaba lo que estaba oyendo. Pero refunfuñar y quejarse a grito pelado. Y si podía decir que eras mediocre porqué lo que decías no era de su gusto, lo decía, simple y llanamente.
Jobs era tan sincero que podía hacer daño, pero era esa sinceridad la que le ayudaba a sacar lo mejor de las personas que trabajaban con él. Todo el mundo sabía lo que Jobs quería porque él se encargaba de transmitirlo y así no había ninguna duda a la hora de trabajar.
Segall acaba de publicar un libro: Increíblemente simple – La obsesión que llevado a Apple al éxito