Cómo es Iñárritu antes de Birdman

Publicado el 09 enero 2015 por Alvaromoral

21 gramos

A falta de ver Birdman la última película de Alejandro Gonzalez Iñárritu me gustaría dar algunas pinceladas sobre sus anteriores películas. Arrancó sus largometrajes en el año 2000 como dando señas de que iba a convertirse en uno de los directores más interesantes de lo que va de siglo. Cuenta con tres películas y tan de moda está que ya prepara los dos primeros capítulos de una serie estadounidense.

El mexicano forma parte de esa generación de directores latinoamericanos que empezó denunciando la situación de su país con sus películas. Así empezó Alfonso Cuarón y ha acabado realizando GravityAmores perros fue la primera de Iñarritu. Comenzaba una trilogía que denominó Trilogía de la muerte. Si no se tratara de un director latino podríamos dar por terminado el artículo. Muerte, está claro qué le interesa a este hombre. Pero en México existe una cultura de la muerte muy interesante. La muerte está muy relacionada con la vida en la cultura popular. El día de los muertos que celebran está impregnado por la presencia de los muertos entre los vivos con festejos llenos de color. Próximamente va a estrenarse una película llamada The book of life producida por Guillermo del Toro (otro mexicano) y Pixar tenía en mente una película centrada también en esta festividad.

The book of life, producida por Guillermo del Toro

¿Entonces las películas de Iñárritu son alegres? Ni mucho menos, son pesimistas y oscuras. Pero el cómo trata la muerte es singular. La trilogía de la muerte que se completó con 21 gramos y Babel tiene como eje central cómo se entrelazan varias historias que afectan a personas que no tendría sentido que se conocieran. La muerte sobrevuela las personas y sus vidas pero también es una muestra de cómo el mundo nuestro está interconectado en lo más profundo: lo que odiamos y anhelamos. Si 21 gramos hace referencia a lo que pesa el alma (nuevamente la relación entre la vida y la muerte) Babel hace alusión al relato bíblico en el que la humanidad pretendió hacer una torre tan alta que llegara al cielo a la altura de Dios y como castigo supuso su derrumbamiento y el nacimiento de las diferentes lenguas y falta de entendimiento entre las gentes. La personalidad de los protagonistas y su sexualidad herida revela un gran problema de afectividad, todo muy bien remarcado gracias a una genial fotografía de colores quemados (que parece repetirse nuevamente en Birdman).

El fatalismo de sus personajes va desde fervientes fanáticos religiosos (México tiene un grave problema de sectas), pequeños bandidos que viven en la mugre moral, matrimonios que se descomponen y luchadores que parecen condenados a lo fatal. Esa asfixia redoblo sus fuerzas con su última película Biutiful ambientada en un barrio de Barcelona demasiado negro y putrefacto.

Ahora el director mexicano presenta Birdman que parece que sigue teniendo sus marcas pero de una manera más cómica. A ver qué nos espera. Parece que correrá la carrera de los Oscar.