Con el correr de los años y el avance de la tecnología para experimentar con mayor facilidad, el combustible que contienen los vehículos de una de las categorías más vistosas del mundo no está muy alejado de ser el que utilizamos en nuestros coches, cotidianamente.
Con el correr de las décadas y la experimentación constante de los equipos para mejorar la calidad de los mismos, se llegó a una nafta muy parecida a la que nosotros, habitualmente y en el ámbito cotidiano, cargamos en nuestros automóviles.
¿Qué sucedía antes? Ésos compuestos mezclados tan fuertes y potentes provocaban que al motor haya que desmontarlo y limpiarlo con gasolina común para evitar que se corroe. Por eso, se fue buscando la manera de encontrar durabilidad y fiabilidad de cada elemento a incorporar.
Las escuderías, dentro de los parámetros determinados previamente por la FIA -el organismo que regula la categoría- controla a través de muestras de cada compuesto que crean los equipos con vistas a usar en los autos.
La realidad es que mantienen la base del mismo carburante y lo aligeran con diferentes aditivos, creando un octanaje entre 95 y 102. A su vez, la FIA fiscaliza que no haya elementos que aumenten la potencia del motor y eso termine siendo una ventaja deportiva a la hora de la carrera.
Pero para que tomen una dimensión de la mutación constante que sufre la nafta utilizada año tras año en los diferentes vehículos, se llegan a probar más de cincuenta mezclas para mejorar el rendimiento de los motores y también, que se adecuen mejor a las condiciones del trazado como también del clima. Un detalle: un sólo equipo de Formula 1 puede llegar a gastar cerca de 200.000 litros de combustible al año.
Por eso, los exámenes constantes y la búsqueda de la mejor opción para agigantar las chances de ganar, a través de uno de los tantos detalles que se busca perfeccionar para una actuación sobresaliente.
-ADN de Atletas-