¿Cómo evitar los calambres en el ciclismo?

Por Rafael @merkabici

Los calambres son uno de los principales enemigos del ciclista amateur. Sobrevienen de repente durante la práctica del deporte de la bicicleta y merman el rendimiento o incluso pueden llegar a impedir la continuidad de la actividad. Se pueden definir como latigazos o como pinchazos de aguja y todos los que han pedaleado en alguna ocasión los han sufrido.

Sobre ellos, existe mucha mitología y algunas historias que no son verdaderas, de ahí que en este artículo te ofrezcamos algo de luz sobre sus causas y sobre la forma en que puedes evitarlos.

Un dolor angustioso

Los calambres son una afección que suele ser reincidente, de modo que se suele presentar bastantes veces en aquellos que los padecen. Uno de los rasgos más ilustrativos sobre este dolor en que es más frecuente en unos deportistas que en otros, lo que se puede atribuir, más que a una lesión fortuita, a alguna deficiencia en su preparación o en la práctica de su deporte.

¿Cómo se puede rubricar este hecho? Simplemente, observando cómo es más habitual que estos males musculares se produzcan entre los corredores que llegan en las últimas posiciones de las carreras populares (salvo excepciones, cómo no) que entre los que ocupan las plazas de honor de la clasificación. ¿Y los profesionales? Desde luego, su incidencia en estos corredores es infinitamente menor que en los aficionados.

¿Qué es lo que falla entonces? Arrojemos un poco de luz al respecto.

¿Por qué se producen los calambres musculares?

Los calambres son quizá el dolor más habitual en todo aquel que practica algún deporte y se deben a diversas causas, no sólo al sobreesfuerzo. Entre ellas, una de las más frecuentes es la deshidratación, algo que se puede evitar de manera relativamente sencilla bebiendo los suficientes líquidos durante las pruebas, tanto si hace calor, como si no. Es más, uno de los principales motivos por los que los profesionales padecen calambres es éste, tal y como se puede observar en cualquier prueba ciclista de primer nivel.

Otro de los factores más habituales por los que sobrevienen estas molestias es la mala alimentación. Que “somos lo que comemos” es algo que todos tenemos claro desde hace mucho tiempo, pero quizá muchos ciclistas no le otorguen la suficiente importancia a su dieta diaria o a la alimentación durante la carrera, a pesar de que estos factores están directamente relacionados con los resultados que obtienen.

En lo que respecta a la propia actividad ciclista, estos calambres se suelen producir por unas medidas inadecuadas de la bicicleta, así como también por una sobreutilización de las cadencias bajas. También es frecuente que aparezcan al realizar entrenamientos con una intensidad mucho más elevada que lo normal y, por supuesto, cuando no se siguen unos tiempos prudenciales de descanso.

¿Cómo evitar los calambres?

Si padeces esta lesión de forma habitual, debes saber que huir de sus efectos es más sencillo de lo que parece a simple vista. Un aspecto fundamental para conseguirlo es el realizar unos correctos ejercicios de estiramiento antes y después de cada entrenamiento y de cada competición. Esta rutina no sólo te ayudará a evitar esta dolencia, sino también a mejorar la recuperación, de modo que no escatimes ni un sólo segundo, en este sentido, y nunca te sientas como un tipo raro si los realizas en solitario tras una carrera.

Otro buen modo de evitarlos es incrementando el consumo de hidratos de carbono durante los periodos de actividad, así como incluyendo en tu dieta un buen porcentaje de frutas y verduras. A esto, hay que añadirle, durante y después de las pruebas, el consumo abundante de líquidos que, a poder ser, te ayuden a reponer las sales minerales que pierdas durante el ejercicio.

En lo que respecta a la práctica deportiva, los podrás evitar corrigiendo los factores que se exponen en el apartado anterior del artículo, desde utilizando bicicletas que te hagan pedalear en una buena postura, hasta trazando un programa de entrenamiento que te permita afrontar las rampas más exigentes con una cadencia más alta. Por supuesto, respeta los periodos de descansos y no quieras batir ningún récord de la hora durante tu entrenamiento. Conócete a ti mismo, conoce tus límites y establece metas plausibles para tu día a día.