Cómo explicar una tragedia y la muerte a los niños

Por Patricia Patricia Manzano Gómez @lavidaentrebibe

Seguramente este sea uno de los momentos más difíciles a los que tienen que enfrentarse los padres y familiares. Explicar a los niños un momento como la muerte o un grave accidente no está exento de complicaciones, especialmente si la persona afectada es muy cercana al niño. La forma de encarar la situación cambiará en función de su edad.

Hasta los 5 años no entienden realmente lo que es la muerte

Hasta que no llegan a cierta edad los niños no son realmente conscientes de lo que significa la muerte.

Si hablamos de niños menores de 5 o 6 años las tragedias son más sencillas de explicar porque el niño no tiene aún la capacidad de ir más allá. Si le decimos que la abuela ya no está con nosotros, seguramente pregunte dónde está y cuándo va a volver. Lo mejor es dar respuestas sencillas pero claras, 'está en el cielo y de allí ya no puede volver' o 'se ha ido a un lugar mejor, aunque ya no la podrás ver más'.

No le estamos negando la realidad, que es que no va a ver más a su ser querido, hay que hacerle ver que eso es la muerte, irse para no volver. Debe empezar a entender que la muerte forma parte de la vida, aunque todavía sea un concepto difuso. No vamos a poder evitar su pena y seguramente preguntará a menudo por la persona desaparecida, hay que tranquilizarle, podemos decirle que nosotros también lo echamos de menos, darle cariño y esperar. Al ser tan pequeños poco a poco irá asumiendo la situación, si no hacemos grandes dramas el niño tampoco lo hará.

La cosa cambia cuando se trata de un padre o una madre, en estos casos va a notar la falta mucho más, lo de 'no va a volver más' no le bastará porque no lo acaba de comprender. Lo normal es que piensen que han hecho algo mal y que por eso su mamá o su papá le han dejado. Hay que evitar en la medida de lo posible ese sentimiento de culpa, insistiendo en que no tiene la culpa, que son cosas muy tristes que pasan de vez en cuando. El apoyo y cariño constante es fundamental. De nuevo su corta edad es una ventaja, le permitirá rehacerse mucho antes que cuando se es más mayor.

Y es que a partir de que los niños tienen claro el concepto de la muerte no resulta tan sencillo responder a sus preguntas. Aquí entran en juego las creencias de cada uno, para ellos resulta un consuelo pensar que hay algún otro sitio donde están sus seres queridos. Los niños más mayores pueden experimentar la muerte de diversas maneras, se pueden revelar considerándolo injusto o pueden encerrarse en si mismos. Cada uno sobre lleva la pena a su manera, debemos darle tiempo, incidiendo también en que él no tiene nada que ver. Con los mayores también podemos trabajar el recuerdo.

Animarle a hablar sobre lo que ha ocurrido

Cuando esté listo es importante hablar de ello, que exprese como se siente, debemos animarle a hablar de esa persona, recordar los buenos momentos. Es una forma de mantenerla viva entre nosotros y así se lo debemos hacer saber. Muchas veces se opta por desterrar los recuerdos, no hablar para evitar el dolor. Pero ese dolor va haciendo mella en su joven interior y puede causarle más problemas que el comentarlo abiertamente. Si se trata de seres muy próximos una vez pasado el tiempo le gustará recordar y seguramente hará muchas preguntas sobre como era o como se comportaba con él, hay que responder.

En los casos más graves, cuando no seamos capaces de ayudarle a superarlo, siempre podremos acudir a un especialista para que nos oriente. De todas formas no debemos olvidar que una gran pérdida es algo que no se acaba de curar del todo, debemos enseñarle a vivir con ello.