¿Cómo fomentar la comunicación padres-hijos a través de la literatura?
Publicado el 04 agosto 2011 por Antoniogargallo
La comunicación padres-hijos es fundamental y necesaria para que el niño crezca de manera equilibrada, segura y confiada. Si existe una buena comunicación, existe un lazo afectivo mucho más profundo que cuando ésta brilla por su ausencia. Lógicamente, si deja de haber comunicación, se merma la confianza y pueden comenzar los problemas de incomprensión por ambas partes. Sabed que los sentimientos actúan como una cuchilla en nuestro corazón cuando no pueden expresarse, de ahí lo importante que es poder mostrar lo que sientes y si no lo haces es porque no tienes la confianza necesaria para hacerlo.Como docente, considero extremadamente importante la participación de las familias en la educación de sus hijos. No voy a hacer una crítica hacia las familias que no se involucran en la educación de éstos, principalmente porque no sirve de nada y nunca iban a leer este artículo... Más bien, voy a centrarme en ofrecer un instrumento para que los padres puedan servirse de ciertas herramientas que les ayuden a fomentar la comunicación con sus hijos a través de la literatura, así como el hábito lector.Yo empecé a darme cuenta del enorme papel que juega la literatura infantil con mi sobrina. Desde que tenía dos años le contaba cuentos. Ella se sumergía en mis historias –todas inventadas- y cuando acababa el cuento, ¿sabéis qué me decía?: “Otro”. Ahora que tiene seis años, me dice: “Tío, es muy corto, es imposible que acabe tan pronto...”. Y si le haces partícipe con preguntas a lo largo de la historia, por ejemplo: ¿qué crees que pasará? o ¿por qué crees que actúo así?, etc., favoreces su pensamiento abstracto, creatividad y desarrollo de la inteligencia.De ahí me di cuenta que con los cuentos podía conseguir lo que con otras cosas nunca habría conseguido. Así, por ejemplo, cuando la niña se mostraba remolona a la hora de comer, los cuentos me servían de herramienta para conseguir que comiese: “Venga, en cuanto te comas la manzana te cuento el cuento de La ratita mágica”. Yo siempre he criticado que se le diga al niño: “Venga, come o no crecerás y no te harás mayor”. ¡Dejad al niño ser niño, que sólo se es niño una vez! ¿Acaso es mejor ser mayor que ser niño? ¡Para nada! Que los niños disfruten del presente y no les vendamos el futuro como tiempos mejores, porque luego sólo hacemos que mirar el futuro sin valorar la única realidad existente: el presente.También observé que el niño que no lee presenta menos interés por los estudios y suelen terminar en fracaso escolar –existen excepciones, por supuesto-. Dicen que el hábito hace al monje, pero tampoco hay que obsesionarse, porque no olvidemos que los niños no son universitarios y lo importante en las primeras edades es el juego. Pero sí que es importante la animación lectora y que el niño se divierta leyendo, porque luego no tendrá problemas para seguir estudiando o elegir con madurez su camino, ¡cuando le llegue su momento!, porque si privamos al niño de jugar, ¿cuándo crees que lo hará? Primero el juego y, luego, el trabajo con moderación. ¿Qué estás diciendo?, podréis pensar algunos. Pues permitidme demostrar mi argumento con una simple pregunta retórica: ¿Para qué vivimos? Estaréis conmigo que no vivimos para tener cuatro carreras universitarias. Para nada, vivimos para ser felices y cada uno encuentra su felicidad en aquellos dones con los que ha nacido y que tiene que descubrir y explotar al máximo para desarrollar su máximo potencial, su plenitud como persona, bien siendo catedrático o bien siendo fontanero. ¡Cuántos niños sufren porque no tienen capacidad para estudiar y sus padres les martirizan por su falta de capacidad! ¿Acaso no habéis pensado que todo el mundo no tiene ese don? ¡Claro que a todos nosotros nos gustaría que nuestros hijos estudiasen y consiguiesen una carrera, un buen trabajo y fuesen respetados y bien pagados!, pero la realidad no es esa. Otra cosa es que el niño sea un manta y no le dé la gana de hacer nada, lo que está sucediendo con la actual generación ni-ni, o en otras palabras: ni estudio ni trabajo. La herramienta que yo os voy a ofrecer es para que el niño despierte su interés por la lectura y, así, evitar que entren en la generación ni-ni y pueda elegir con madurez su camino, porque, luego, tan respetable es el que estudia como el que trabaja, y en ambos casos la lectura les va a aportar un enriquecimiento personal digno de elogiar.¿Y cómo conseguir esa capacidad de animación lectora desde las primeras edades? Pues estoy convencido de que los padres son los principales animadores lectores. Sí, así es. Si un padre le muestra al niño lo bonito que es leer, lo importante que es, y se lo muestra con su ejemplo, el niño valorará la lectura como algo positivo y leer se convertirá en un juego y en un hábito. Es así como se me ocurrió escribir un estilo de novelas infantiles diferente–como “El poder de Joel”, “Pelopincho y la puerta mágica”- en las que los padres pudiesen participar con sus hijos de manera amena y divertida. ¿Cómo? A través del Juego de las tres preguntas, en las que al principio de la novela, a la mitad y al final, los niños se reúnen con sus padres para dialogar sobre tres preguntas acerca de la novela o sobre ciertos valores que aparecen en la misma, con el objetivo de establecer un diálogo de sinceridad y confianza entre padres e hijos. De esta manera se fomenta la comunicación entre los mismos en torno a la novela, los niños aprenden a expresarse y desde el principio están motivados en la lectura, porque ven que sus padres están participando de forma activa y motivadora. Y así fue como recibí testimonios como el de Teresa Beltrán, profesora de Lengua, que decía sobre El poder de Joel: “Me ha gustado mucho tu novela, es distinta, diferente a los cuarenta libros que recibo todos los años de las editoriales, divertida y con grandes valores y por ello la voy a trabajar con mis alumnos”. Me gustaría concluir el artículo con dos frases, una de Santa Teresa, muy significativa y que tiene mucha miga: “Lee y conducirás, no leas y te conducirán”, y una mía: “La lectura es un mundo apasionante donde tú eres el principal protagonista”.Antonio Gargallo GilAnterior artículo: ¡No puedo con mi hijo! ¿Qué hago?