Por norma general, partimos de la base de que todos los seres humanos, sin casi excepción, somos negativos por naturaleza. Ello es debido principalmente a que nuestro instinto de supervivencia, se ha desarrollado mucho y nos hace fijarnos antes de las cosas malas que nos suceden a nuestro alrededor o de las que están todavía por ocurrir, antes que de las cosas que son positivas o carentes de peligro alguno.
Sin que podamos hacer nada al respecto por esta cuestión, lo que debemos hacer es gestionar de la mejor manera posible, esa carga negativa que recibimos del exterior. Al hacer este proceso, que no hace falta decir que es muy costoso en los inicios, estamos supervisando de primera mano, todas las cargas negativas que podemos evitar que nos afecte más de la cuenta.
Hay que decir al respecto, que es imposible minimizar al máximo el daño que esto provoca, porque siempre hará mella en nosotros de manera más liviana o más dura, pero podemos evitar la gran mayoría y así poco a poco, nos convertiremos en personas más felices al relativizar estas sobredosis de negatividad que hay en el mundo.
El proceso implica una gran cantidad de actividad cerebral en los primeros compases de esta nueva aplicación, ya que tendremos que estar más activos y analizar muy bien las situaciones, estando casi al 100 por cien conscientes de nuestro entorno. El problema a todo ello, es que muchas veces vivimos desconectados de la realidad o como leí en un autor hace algún tiempo, “con el piloto automático puesto” y ello hace que pasemos gran parte de nuestra vida, sin percibir bien las cosas que nos rodea.
Una vez que ya dominemos esta premisa de gestión y de menos desconexión de la realidad, ya podemos permitirnos el lujo de vez en cuando, de desconectar a nuestro antojo, siendo conscientes de que lo hacemos en el mejor momento.
Otro de los problemas que yo veo en mucha de las personas y yo misma me incluyo, es que le damos muchas vueltas a la cabeza pensando en cosas triviales que a priori nos afecta, pero que después de un juicio a posteriori de los hechos, vemos que en realidad, no fue para tanto. Así que lo mejor que debemos hacer, es realizar este acto de inmediato para ahorrarnos muchos quebraderos de cabeza en el futuro y concentrar nuestras energías en algo más productivo y mejor.
Debemos hacer más caso de las cosas buenas que nos hacen felices y no tanto a las que nos hacen sufrir, ya que por desgracia estamos en un mundo cruel y carente de sentimientos, donde las personas “van a lo suyo” y son muy egoístas, donde abunda la hipocresía y las falsas amistades o de simple conveniencia. Por eso debemos hacer uso de esta praxis que acabo de formular, donde siempre hay cabida para hacer las cosas lo mejor posible, porque si mejoramos como personas nosotros mismos, también podemos mejorar nuestro entorno.