Los estudios sobre la conspiranoia arrojan interesantes datos sobre la naturaleza del pensamiento conspiracionista y su relación con otras manifestaciones de la irracionalidad organizada, pero lo más preocupante es que parece la información obtenida no parece estar llegando a las calles. La pandemia actual solo ha demostrado la fuerza del pensamiento conspiracionista, con teorías que van de lo impactante a lo ridículo: de microchips dentro de la vacuna (que aún no existe) creada por Bill Gates contra el COVID-19, la propagación del virus a través de las antenas 5G (porque obviamente no es un virus, sino alguna otra cosa que propagan las antenas 5G), a las afirmaciones sobre hospitales genocidas donde matan a los pacientes para agregarlos a la lista de infectados y robarles líquido de sus rodillas (hay una conspiración opuesta: en realidad están muriendo más personas por COVID-19 y los gobiernos los están ocultando a propósito, porque aparentemente el desastre actual aún no es un escenario tan desastroso, así que debe haber un desastre aún mayor, pero encubierto). Las teorías del conspiravirus solo fomentan la desinformación, la desconfianza institucional y ayuda a que las personas no se tomen en serio la pandemia y sus medidas básicas para evitar el contagio. Es un hecho: las personas no saben identificar una conspiranoia sin la mayor base que un mensaje de Whatsapp.
Pero aún hay quienes siguen de frente a la lucha contra el pensamiento conspiracionista, y hacen todo para que la información llegue a la mayor cantidad de personas posible. En uno de los intentos más recientes, algunos de los colaboradores del portal Verificiencia tradujeron al español la Guía para las teorías de la conspiración, escrito por Stephan Lewandowsky y John Cook, del Center for Climate Change Communication de la George Mason University. Lewandowsky y Cook, ambos especialistas en el pensamiento conspiracionista y los movimientos negacionistas, elaboraron la guía en un formato accesible para todos, resumiendo los hallazgo de los estudios sobre la conspiranoia, para que cualquiera sea capaz de identificar una teoría de conspiración cuando cada que se tope con una.
Demarcando la conspiración y la conspiranoia
Diferenciar entre una teoría de conspiración y un auténtico complot puede no resultar sencillo para la mayoría de las personas. De hecho, en general no lo es, y es que, a diferencia de otras formas de irracionalidad, como los fenómenos paranormales que no tienen ningún ejemplo demostrado como verdadero, es un hecho que en política y economía ocurren las conspiraciones en verdad. ¿Qué diferencia entonces las conspiranoias como Pizzagate, la teoría del autatentado del 11/S, o el supuesto fraude del alunizaje, de conspiraciones que sabemos ocurrieron, tales como el espionaje a los usuarios de internet por parte de la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU, o el encubrimiento de industrias, como las del tabaco y los combustibles fósiles, de las evidencias que demostraban que sus productos y/o residuos son nocivos?
Lewandowsky y Cook apuestan por el "pensamiento convencional" para detectar las conspiranoias:
Las conspiraciones reales existen, pero rara vez se descubren a través de los métodos de los teóricos de la conspiración. Más bien, las conspiraciones reales se descubren a través del pensamiento convencional: un escepticismo saludable de las explicaciones oficiales al considerar cuidadosamente la evidencia disponible y comprometerse con la consistencia interna.Los autores ofrecen un esquema didáctico que compara el pensamiento convencional con el "pensamiento conspiranoico", que en contraste, "se caracteriza por ser hiper-escéptico de toda la información que no encaja con su teoría, sobrestimando la evidencia que respalda su teoría preferida, y por la inconsistencia."
Pero la mejor manera de identificar una una teoría de conspiración de manera eficaz, es por medio de aquellas características que hacen del pensamiento conspiranoico tan particular. Los autores llaman a las siete claves de la conspiranoia "CONSPIR", un acrónimo muy útil a la hora de describirlas:
1. Contradictorio. Los teóricos de la conspiración pueden creer simultáneamente en ideas que son mutuamente contradictorias. Por ejemplo, creer que la princesa Diana fue asesinada, pero también creer que fingió su muerte. Esto es porque la inclinación de los conspiranoicos a no creer en la explicación “oficial” es tan absoluta que no importa si su sistema de creencias es incoherente.
2. Ominosas sospechas. El pensamiento conspiranoico implica un grado profundo de escepticismo hacia la explicación oficial. Este grado extremo de suspicacia impide creer en cualquier cosa que no se ajuste a la teoría de la conspiración.
3. Nefastas intenciones. Se asume invariablemente que las motivaciones detrás de cualquier presunta conspiración son nefastas. Las teorías de la conspiración nunca proponen que los presuntos conspiradores tengan motivaciones benignas.
4. Siempre algo debe estar mal. Aunque los conspiranoicos ocasionalmente pueden abandonar ideas específicas cuando se vuelven insostenibles, esas revisiones no cambian su conclusión general de que “algo debe estar mal” y que la explicación oficial se basa en el engaño.
5. Persecución de victimas. Los teóricos de la conspiración se perciben y se presentan como víctimas de una persecución sistemática. Al mismo tiempo, ellos se ven como valientes opositores enfrentando a los malvados conspiradores. El pensamiento conspiranoico implica una autopercepción de ser simultáneamente una víctima y un héroe.
6. Inmune a la evidencia. Las teorías de la conspiración son inherentemente herméticas: la evidencia que las contrarresta se reinterpreta como algo originado en la conspiración. Esto refleja la creencia de que cuanto más fuerte sea la evidencia contra una conspiración (por ejemplo, cuando el FBI exonera a un político de las acusaciones de mal uso de un servidor de correo electrónico), más deben desear los conspiradores que la gente crea su versión de los hechos (por ejemplo, el FBI fue parte de la conspiración para proteger a ese político).
7. Reinterpretar el azar. La extrema suspicacia del pensamiento conspiranoico frecuentemente resulta en la creencia de que nada ocurre por accidente. Pequeños eventos aleatorios, como ventanas intactas en el Pentágono tras los ataques del 9/11, se reinterpretan como causados por la conspiración (pues si un avión hubiera impactado en el Pentágono, todas las ventanas se habrían destrozado ) y son entretejidas en un patrón más amplio e interconectado.En la guía se hace una aclaración extra sobre el punto 6. Cuando se dice que una teoría de conspiración es hermética, se hace referencia a que "cualquier evidencia que las refute puede interpretarse como evidencia adicional de la conspiración." Este punto es especialmente importante a la hora de intentar refutar una teoría conspiranoica, pues "significa que los esfuerzos por comunicar deben diferenciar claramente a las audiencias. Si los teóricos de la conspiración reinterpretan la evidencia para que signifique lo contrario, entonces requieren una estrategia diferente que la de aquellos que valoran la evidencia."
Protegiendo al público general de la conspiranoia
Al final del documento se hace la importante aclaración que "las claves del pensamiento
conspirador (CONSPIR) no son una forma productiva de desmentirlas. En su lugar, el pensamiento convencional que valora el escepticismo sano, la evidencia y la consistencia son ingredientes necesarios para dejar al descubierto intentos reales de engañar al público." CONSPIR es una forma de demarcación o de identificación de una teoría conspiranoica, pero esto es una herramienta para los divulgadores y estudiosos del tema, no una método para que el público general evite la conspiranoia. Para esto último, los autores proponen cuatro estrategias.
Reducir la difusión de las teorías de la conspiración. Los esfuerzos para proteger al público deberían centrarse en reducir la exposición de estas teorías a las personas, inhibiendo o frenando la difusión de éstas. El documento cuenta que se ha observado éxito a cierto grado con esta medida: el intercambio de publicaciones conspiranoicas que negaban el cambio climático en facebook se redujo con una simple intervención que alentaba a la gente a hacerse cuatro preguntas sobre el material antes de compartirlo: 1) ¿Reconozco al noticiero que publicó la historia? 2) ¿La información en la publicación suena creíble? 3) ¿La publicación está escrita con un estilo que esperaría de un noticiero profesional? 4) ¿La publicación tiene motivaciones políticas?
Prementir (prebunk). La Guía explica que "si la gente está preventivamente consciente de que podrían engañarla, puede desarrollar resistencia a los mensajes conspiranoicos. Este proceso se conoce como inoculación o “prementir” [“prebunk”]." Si las personas se dan cuenta del razonamiento defectuoso tras las teorías de la conspiración, pueden volverse menos vulnerables a ellas. Se tienen dos elementos para una inoculación: una advertencia explícita sobre un riesgo inminente de ser engañado, y una refutación de los argumentos desinformativos. Prementir ha resultado ser más efectivo que desmentir directamente una conspiranoia (como se ha mostrado contra las conspiranoias antivacunas y las relacionadas con el 11/S), de modo que resulta una táctica prometedora. Básicamente, estamos hablando de una vacuna que refuerza la mente contra las conspiranoias.
Desmentir. El documento presenta cuatro formas de desmentir: 1) Desmentido basado en hechos, mostrando que la conspiranoia es falsa al ofrecer datos precisos. Se ha tenido éxito con algunas conspiranoias como la de los birthers que aseguran que Obama no nació en EEUU. 2) Desmentido basado en la lógica, o explicar las técnicas engañosas y razonamientos defectuosos de los conspiranoicos. Se ha demostrado que la combinación de estas dos formas de desmentir pueden ser efectiva a la hora de confrontar teorías antivacunas, exponiendo los conflictos de interés de los principales proponentes de la antivacunación. 3) Desmentido basado en fuentes y empatía. Basarse en fuentes ayuda a reducir la credibilidad de la conspiranoia, al mostrar que éstas son poco confiables, mientras que basarse en la empatía es una estrategia que afronta compasivamente los objetivos de las teorías de conspiración. El éxito de estas formas de desmentido es variable: exponer las fuentes de la creencias en reptilianos puede ser tan efectivo como desmentirlas basados en hechos, mientras que apelar a la empatía en conspiranoias antisemitas no dieron resultado. 4) Enlaces verificadores de hechos. Ofrecer enlaces de fact-checking o campañas de redes sociales para anunciar cuando una publicación es engañosa o fraudulenta puede ser útil, e incluso puede llegarse a tener resultados positivos.
Empoderando a la gente. "El pensamiento conspiranoico se asocia con sentimientos de control reducido y amenaza percibida", asegura el manual. Y continúa: "Cuando las personas sienten que han perdido el control de una situación, sus tendencias conspiranoicas aumentan. Pero lo contrario también sucede. Cuando la gente se siente empoderada, es más resistente a estas teorías."
Existen varias formas de "empoderar cognitivamente" a las personas: animarlas a pensar analíticamente en vez de apelar a su intuición; puede inculcarse el empoderamiento asegurándose que las decisiones sociales sean vistas como siguiendo los principios de la justicia procedimental. Esta se percibe así "cuando se confía en que las autoridades están utilizando procedimientos de decisión justos". En un escenario así "la gente aceptará las consecuencias desfavorables de una decisión si creen que se ha ceñido a la justicia procedimental."
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* "The Conspiracy Theory Handbook", sección del Center for Climate Change Communication donde puede descargarse la guía de Lewandowsky y Cook en cuatro idiomas (inglés, alemán, portugués y español).