Seguro que todos habéis vivido ese momento, en el cual vuestra madre, padre, abuela o quien fuese os intentó obligar a comer algo “porque era muy bueno”. Seguro también que todos dejasteis lo máximo posible en el plato.
El paladar humano es exquisito y caprichoso, pero es posible entrenarlo y educarlo. La importancia de llevarnos bien con nuestro sentido del gusto es primordial, ya que podría estar haciéndonos rechazar alimentos que realmente pueden ayudarnos a ganar energía y sentirnos mucho mejor, además de rendir más en las sesiones de entrenamiento.
Espinacas, acelgas, pimientos… cebolla, ajo, berenjena… todos tenemos algún alimento en la lista que nos cuesta probar e incluir en nuestra dieta. Sin embargo, como deportistas, el extra de nutrición que podemos estar perdiendo puede ser crucial.
¿Qué hacer para remediarlo? Aquí te damos algunos consejos:
- Poco a poco. Elige un alimento que quieras incluir, busca recetas que puedas preparar con él que incluyan cosas que sí te gusten. En un par de comidas, te habrás acostumbrado al sabor y lo disfrutarás.
- Asociación: haz que tu mente asocie ese alimento a cosas buenas. El punto anterior funciona así, por ejemplo, al conseguir crear un vínculo con comida que nos place más. Otro modo de hacerlo es eligiendo el momento correcto del día para probarlo. Por ejemplo, si no te gusta el plátano, quizás quieras llevarte uno al trabajo, y tomarlo en tu descanso; teniendo algo de hambre, no le pondrás pegas.
- Metamorfosis. ¿No te gusta crudo? Hiérvelo, cuécelo, fríelo, sazónalo… Haz que su forma cambie. Por ejemplo, si no te gustan las espinacas, pero sabes que son ideales para un deportista, prueba a hacer una salsa con ellas. Así podrás incluirlas en otros platos, sin que sean tan evidentes.
- Buena actitud. La mejor satisfacción de comer bien, es la de saber que te estás alimentando correctamente. Conocer los beneficios que te trae el alimento, te ayudará a dar el paso y hacer el esfuerzo.
Ánimo… ¡todo es ser creativo!