'Somos lo que comemos'. O eso al menos decía mi madre cuando insistía en que me comiera las lentejas que tan poco me gustaban. Yo era (y soy) más de hamburguesas, pizzas y demás productos de comida rápida que tan negativos efectos tienen en la salud. Si es que todas las madres tienen razón, y hay que comer más lentejas. Hace un par de días la Organización Mundial de la Salud ha declarado que comer carne procesada aumenta el riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer. Una noticia que para algunos (entre los que me incluyo) ha sido todo un 'zas en la boca'. En cierta medida todos sabemos que la comida rápida no puede ser buena para el organismo. Es una obviedad. Sin embargo, hasta que no nos lo dice una institución de expertos como es la OMS no generamos la suficiente conciencia sobre el tema.
¿Somos conscientes de que nuestros hábitos influyen tanto negativa como positivamente en nuestra salud?
Revisando el último World Development Report del Banco Mundial he llegado a la conclusión de que nuestro día a día puede 'matarnos'. La buena noticia es que sólo nosotros podemos impedirlo. Nuestros hábitos y comportamientos determinan nuestra esperanza de vida y en ese sentido los medios de comunicación y las redes sociales tienen un papel ambiguo. En Twitter por ejemplo #OMS y #bacon han sido temas de tendencia por este asunto en los principales países que he analizado. El efecto en las redes de una noticia con la suficiente trascendencia genera una ola de opiniones de distinta índole en un contexto temporal de corto plazo. ¿Pueden las noticias de este nivel cambiar nuestros hábitos acerca de comer carne procesada? Probablemente no, y explico por qué. Al menos en el largo plazo.
Los psicólogos conductistas estudian este tipo de comportamientos con el objeto de observar en qué medida los seres humanos alteramos hábitos ya asimilados, con un fuerte impacto en nuestra salud. Un estudio realizado sobre el uso de medios de comunicación para concienciar sobre diferentes problemáticas de salud, en concreto el taquismo, muestra que a pesar de los esfuerzos realizados, la campañas llevadas a cabo por estos medios apenas tuvieron efectos a la hora de incentivar a los fumadores a abandonar ese hábito.
De forma paralela, otros estudios han enfocado el caso anterior al ámbito de los exámenes de VIH, con el fin de detectar de forma precoz la enfermedad. El objetivo fue el de evaluar más de 20 campañas publicitarias realizadas por medios de comunicación en diferentes países para observar el impacto que estas tuvieron entre la población a la hora de decidirse a realizar el examen. Los resultados muestran que mientras en el corto plazo sí hubo una respuesta de la población a hora de optar de forma voluntaria a realizar la prueba, en el largo plazo apenas hubo efectos.
En cambio cuando existe una experiencia negativa próxima de alguien cercano, o de un personaje famoso que sale a menudo en televisión, esto genera mucho más impacto. Por ejemplo, un caso conocido fue el del expresidente brasileño Lula Da Silva, quien comunicó publicamente que había desarrollado cáncer de garganta debido a su hábito de fumador. Esta anécdota es recogida en este trabajo publicado en Preventive Medicine, en el que se evalúa el impacto que tiene en la prevención de cáncer, el hecho de conocer diagnósticos sobre esta enfermedad en gente famosa. Los resultados no pueden ser más clarificadores: El impacto del diagnóstico de Lula en la población, propició que en Brasil un 22% de hombres y un 13% de mujeres abandonaran el hábito de fumar de manera permanente. Además el impacto de la noticia en la opinión pública no sólo se manifestó en el corto plazo, sino que varias semanas después, la interacción en Google mediante búsquedas acerca del 'Lula Da Silva's Cancer' se incrementó, tal y como se puede apreciar en este gráfico.
En definitiva la noticia de la OMS, que tendrá cierto impacto social durante unos días, pronto será olvidada. Los propósitos que muchos hemos hecho acerca de dejar de tomar hamburguesas, llegarán a ser desterrados. Y la preocupación sobre nuestra propia salud y bienestar, más pronto que tarde, quedará enterrada bajo otros temas más banales y menos importantes. Aunque es cierto que no conviene obsesionarse demasiado con la salud, es recomendable tener más en cuenta las recomendaciones de los profesionales dedicados al respecto. Sólo nosotros podemos influir en nuestros comportamientos y hábitos. Y son estos, los que pueden permitirnos vivir unos cuantos años más.