“Si alguien quiere ayudar al Liverpool, tendrá que pasar de ser una persona que duda a una persona que cree”, había sentenciado el alemán en su primer día como técnico del elenco británico, hace casi cinco años.
La confianza no estaba en su punto más alto precisamente en la entidad en aquel 2015.
Los Reds, traumatizados por el título que habían dejado escapar en las tres últimas jornadas de la temporada 2013-2014, apenas fueron sextos el siguiente curso y figuraban después en un discretísimo décimo lugar cuando el ex Borussia Dortmund reemplazó a Brendan Rodgers.
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