Como la Vida misma: Los seis adolescentes más Inteligentes del Mundo

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22

El llamado coeficiente intelectual (CI) es la puntuación que resulta de algunos de los test estandarizados que miden la inteligencia. Como se ha mencionado muchas veces en este blog, estos no son infalibles y, sobre todo, no abarcan todos los tipos de inteligencia o de habilidades. No es infrecuente que una persona con un elevado CI tenga problemas de socialización o de empatía.
Sin embargo, y en lo que a capacidad mental se refiere, ha habido seis famosos adolescentes en el mundo que superan con creces a la media.
Según los estudios adquiridos y la dificultad de los exámenes que han pasado con éxito rotundo, estos son los seis adolescentes más inteligentes del mundo.
Gabrielle Turnquest:

Gabrielle Turnquest


El conocido como bar exam es el examen que deben pasar en Estados Unidos y Gran Bretaña para poder ejercer como abogados, y Turnquest se acaba de convertir en la persona más joven en aprobarlo, con tan sólo 18 años (la edad media de los que se presentan a la prueba ronda los 27 años).
Antes de eso, esta joven nacida en Florida fue a la Liberty University de Virginia, donde se licenció en Psicología a los dieciséis años. Más tarde, se trasladó al Reino Unido para estudiar Derecho, donde se enfrentó finalmente al bar exam. Pero la cosa no acaba ahí. Esta incombustible joven espera capacitarse para ejercer la abogacía también en América y en las Bahamas, de donde son sus padres. Su aspiración última es convertirse en una especialista en las leyes que rigen el mundo de la moda.
Sho Yano:

Sho Yano


En este caso, ni siquiera podemos hablar de adolescencia. Sho Yano es el niño más pequeño que ha estudiado Medicina en la University of Chicago School. Pero su precocidad ya no sorprende a nadie. Cuando tenía tres años tocaba con fluidez a Chopin y con cuatro ya componía sus propias obras al piano. Con tal sólo ocho años obtuvo 1.500 sobre 1.600 puntos en el SAT, un examen estándar para la admisión universitaria en Estados Unidos, y al año siguiente empezó la universidad. Se graduó summa cum laude por la Loyola University de Chicago en tres años, antes de comenzar los estudios de Medicina.
El año pasado, Sho terminó la carrera con veintiún años, convirtiéndose en el doctor en Medicina más joven de la Universidad de Chicago. “Supongo que me siento bien siendo el más joven”, ha alegado Sho, “pero no es un sentimiento inusual para mí. Es simplemente lo que he hecho siempre”.
Taylor Wilson:

Taylor Wilson


Este joven de diecinueve años ha diseñado un pequeño reactor de fusión modular, muy barato y seguro. El diseño de Wilson es un quince por ciento más eficiente que los reactores actuales, y requiere un reabastecimiento de combustible cada treinta años, en lugar de cada dieciocho meses, como ocurre ahora. Este nuevo reactor podría suponer grandes avances en el manejo de la energía nuclear, que no sería tan nociva para el planeta.
Según Wilson, su diseño combatiría el cambio climático, aportaría energía asequible para el mundo desarrollado y contribuiría a que los cohetes explorasen el espacio. Casi nada. Por semejantes afirmaciones, se preguntarán qué credibilidad puede concedérsele al joven Taylor. Pues bien, este niño prodigio logró la fusión nuclear con sólo catorce años (de hecho, es la persona más joven que lo ha conseguido). “Esta podría ser la fuente de energía que provea electricidad libre de carbono”, ha comentado Wilson sin apenas inmutarse.
Stephen Baccus:

Stephen Baccus


El deseo de Stephen Baccus de ser abogado era tan fuerte que pidió a la Corte Suprema de Florida que prescindiese de la ley estatal que decía que sólo los contratos firmados por los mayores de dieciocho años son válidos. En 1986 Baccus se había graduado en la universidad con catorce años en Informática, y aprobó el bar exam de Florida el día de su diecisiete cumpleaños. “Podría haber esperado a tener dieciocho, pero no quería”, alegó el joven en su momento.
La resolución le fue favorable y Baccus se convirtió en el abogado más joven de la historia moderna americana. Incluso llegó a crear su propia empresa.
Después de siete años labrándose una consolidada carrera en el mundo del derecho, Baccus ha cambiado de rumbo. El joven hizo fortuna y se dedicó a un doctorado en Neurociencia en la University of Miami. “Si el dinero fuera mi principal motivación, a lo mejor tendría otros planes para mi carrera, pero no lo es”, contó Baccus después de su graduación. Y añadió: “Quiero hacer algo que sea interesante para mí”.
David Stuart:
La beca McArthur es una de las más valoradas en todo el mundo. Conocida como la “beca de los genios”, es extremadamente difícil obtenerla, y normalmente se concede a americanos de cualquier edad, que trabajen en cualquier campo y que muestren “extraordinaria originalidad y dedicación es sus búsquedas creativas”.
En 1984 David Stuart se convirtió en la persona más joven en recibir la McArthur. “Me quedé perplejo", dijo Stuart, “la llamada vino de la nada”.
El joven de dieciocho años, experto en la arqueología maya, ha estado estudiando escrituras antiguas desde que tenía tres años. Con catorce, publicó su primer artículo, “Some Thoughts on Certain Occurrences of the T565 Glyph Element at Palenque”. Antes de terminar el instituto publicó dos artículos más y fue aceptado para dedicarse a los estudios precolombinos en Washington DC, en una investigación que pertenecía a la Harvard University.
Jack Andraka:

Jack Andraka


El cáncer de páncreas es difícil de tratar porque normalmente se diagnostica demasiado tarde como para salvar al paciente. Jack Andraka vivió la muerte de un amigo por culpa de esta enfermedad y decidió dedicarse a la confección de un test de detección mejor y más efectivo.
Leía los periódicos gratuitos en línea y cualquier cosa que saliera en Google, con el fin de desarrollar un plan y un presupuesto. Finalmente, envió sus propuestas a unos 200 laboratorios, a los que pedía el uso de sus medios para llevar a cabo sus propósitos.
Sólo el doctor Anirban Maitra, de la Johns Hopkins School of Medicine, le contestó. El joven comenzó a trabajar en el laboratorio después de clase, así como los fines de semana y durante las vacaciones. Envió su test a la Intel International Science and Engineering Fair. El producto del adolescente, que tenía entonces quince años, resultó ser 28 veces más rápido, 26 veces más barato y 100 veces más sensible que los test de diagnóstico que estaban vigentes.
C. Marco