Cómo mantener el interés del lector

Publicado el 24 noviembre 2016 por Escrilia @escrilia

Por más que ponga toda la buena voluntad y me predisponga para asombrarme, emocionarme y sorprenderme cuando leo una historia, son raras las veces que esto ocurre a un nivel intenso y mis respuestas vienen a ser un abanico entre lo esperado, comprensible y conocido.

Esto es así porque leo como escritor y hay recursos, tiempos y ritmos que conozco e interpreto en otros escritos. Pero los lectores asiduos también son muy exigentes y, si bien no están destripando el texto todo el tiempo, la experiencia les ayuda a prever la historia gracias a la estructura, el carácter o el tema desarrollado.

Sin embargo, no soy de los que abandonan un libro por estar estructurado de forma tradicional, ni porque presienta lo que viene o sepa por dónde van los tiros en la gama de recursos narrativos utilizados. Sólo le pido al texto que mantenga mi interés.

Claro, ¿acaso no es eso lo que pretenden todos los escritores, capturar su atención e intentar que no decaiga el interés en ningún momento?

Se entiende que habrá distintas intensidades en el interés que despierte un texto. Altos y bajos. Es imposible (y poco recomendable) intentar ser atrapante y vertiginoso todo el tiempo. El lector acabará exhausto en la página 100 y usted habrá agotado todos los recursos.

Es un buen consejo para los escritores intentar escribir algo interesante o inesperado todo el tiempo, pero ¿Cómo logramos eso? ¿No es demasiado subjetivo? Cuando usted lee un buen libro, lo que atrapa su atención a veces es evidente, pero otras veces no es tan fácil de definir.

Hay una lista de elementos narrativos que le ayudarán a mantener el interés de forma probada (bueno, todo es relativo porque depende de cómo lo aplique, ¿no?)

Complicaciones
Si usted camina por la calle y pasa un hombre haciendo equilibrio con patines en línea puestos en las manos seguro que capta su atención. Estamos predispuestos a interesarnos por lo que se presenta complicado, estamos hechos así y no lo podemos evitar. Mientras más difícil el problema, mientras más haya en juego, más atención le otorgamos. No es lo mismo tratar de ensartar una manzana con una flecha si está sobre un tronco o sobre la cabeza de un niño, y aún más interesante si el niño es el hijo de quien lanza la flecha. Esta es la razón por la que nos gusta mirar deportes, apuestas, desafíos y esa clase de cosas.

Tendemos a pensar, como autores, que deben ser situaciones de riesgo de vida para que surta efecto, pero las dificultades vienen de muchas formas y tamaños. Puede ser que su personaje este tratando de desarmar una bomba atómica o intentando subirse a un estante para alcanzar un tarro de galletas. Una vez establecido el objetivo y las complicaciones a enfrentar es casi imposible no quedarse a observar cómo supera los obstáculos.

El lector hará una rápida evaluación para decidir: ¿Vale la pena ver cómo acaba esto? Si usted no está seguro si ese obstáculo o la lucha para superarlo son suficientes, puede trabajarlo un poco. Quizás no necesite hacerlo más grande o peligroso y solo sea cuestión de aumentar la intensidad o llevarlo al terreno emocional.

Pero si la pregunta que se hace el lector es ¿dónde está la dificultad? mal vamos.

Anticipación
Conocer en cierta manera lo que vendrá y esperar (o temer) que suceda es probablemente la mejor manera de pegar el lector al libro. Sin embargo, esto no significa que cualquier evento será esperado con impaciencia.

Además, debe haber alguna indicación de las consecuencias (buenas o malas) de que dicho evento suceda y habrá que justificar la razón por la cual demora en llegar. Si solo esperamos por esperar la historia perderá sentido y el lector perderá interés. Luego, si usted logra mantener al lector impaciente con la promesa de darle algo por lo que vale la pena esperar, mejor que le de algo proporcional a la expectativa. Es muy difícil conseguir una segunda oportunidad de un lector decepcionado.

Sorpresa
No es tan simple como escribir ¡Buuuu! O soltar: ¡Mi pareja es extraterrestre! Aunque ese tipo de sorpresas pueden llamar bastante la atención. Cualquier cosa que pase y que el lector no espere conseguirá despertar su interés.

Esa es una de las razones por las que el humor funciona bastante bien, aun cuando no haga avanzar demasiado la trama. Las bromas se basan en que usted piense que las cosas van en una dirección y al final terminen yendo en otra. La creación de un falso camino muy convincente y entonces tomar una dirección inesperada sin duda hará que el lector preste atención.

Pero las sorpresas gratuitas no acaban siendo satisfactorias. Solo cuando lo inesperado acaba dando sentido a la trama se aprecia en su totalidad, haciendo que el lector reconozca un recurso bien empleado. No es algo sencillo.

El único método que conozco para aprender a hacer esto es leer muchísimo. Leyendo a escritores que hayan logrado conseguir sorprender a sus lectores y estudiando cómo han logrado ir de A a B.

Leer y estudiar. No hay muchos aspirantes a escritores interesados en eso.

Aprendizaje
Ya que sacamos el tema del estudio: Cuando una obra escrita realmente nos enseña algo sobre el mundo o sobre la vida, y lo hace de una forma que no es un sermón o una clase, es muy interesante de leer. Esto se logra hablando de lo que realmente conocemos y nos apasiona. Pequeños datos que considere pintorescos o extraños sobre temas específicos se convierten en pequeños puntos de interés. Debidamente dosificados impiden que decaiga la atención.

Dar un punto de vista interno (desde el conocimiento) de cosas a las que generalmente no se tiene acceso: ¿Cuáles son las funciones internas del Vaticano? (Ángeles y demonios, Dan Brown) ¿O un equipo militar de artificieros? (En tierra hostil, Mark Boal) ¿O detrás de las escenas de un set de películas o de una sala de emergencias? (muchas).

Hasta ¿cómo se construyen puentes? o ¿cómo fabrican canoas? han probado ser un gancho cuando se conduce bien la forma de explicarlo, a juzgar por las series televisivas de ¿Cómo lo hacen?

Acertijos o rompecabezas
Todos disfrutamos de un buen misterio, una adivinanza, un acertijo. No importa si al final lo resolvemos por nuestra cuenta o nos proporcionan una respuesta lógica, es el proceso el que nos mantiene a la expectativa.

Una pregunta desconcertante, un misterio, no es tan difícil de encontrar. Cualquiera puede crear un asesinato aparentemente imposible. Pero pocos pueden producir una explicación satisfactoria de cómo sucedió y de por qué era difícil de averiguar en un principio.

También es bastante sencillo atribuirles secretos y más secretos a nuestros personajes, ocultas motivaciones para sus acciones. Eventualmente usted deberá dar las respuestas y exponer las razones y, si no son satisfactorias todo el sentido de la historia quedará comprometido.

Usted debe conocer cómo funcionan estas intrigas e ir construyendo el misterio alrededor como una estructura: paso a paso y con una buena base. Simplemente lanzar una pregunta y negarse a responderla durante doscientas páginas no sirve.

¿Usted utiliza estos recursos para mantener el interés? ¿Conoce otros?