Cómo matar a Bin Laden de forma ejemplar

Publicado el 04 mayo 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

Hoy Barak Obama ha conseguido volver a ser el gran líder. El redentor esperado, el hombre del “Yes, we can”, el gran Nobel de la paz.

El precio barato, muy barato. En caso de que usted, cosa improbable, llegara a ser presidente del país más “demócrata” del mundo, y tuviera la necesidad de recuperar su imagen a costa de lo que sea. No dude usted, busque el enemigo mayor de reino, y a por él. Si acaba con él, volverá a ser quien se esperaba que fuera. Así es que no lo dude, siga este protocolo:

  1. Construya una cárcel, fuera de su país, una prisión oscura, sin control y donde se pueda torturar a los prisioneros. Allí se encierra a gente de todo tipo, incluso a algunos que tengan relación con el gran enemigo. Una cárcel donde los reos estén privados de todos los derechos.
  2. Torture a los prisioneros para sacar información, no importa el método, hay que conseguir que alguno cante. Por ejemplo, utilice los ahogamientos simulados, que parece que dan buenos resultados.
  3. Persevere en sus torturas –no tenga ningún tipo de remordimientos, aunque tenga que medio-ahogar a gran parte de los prisioneros—, si tiene usted suerte alguno acabará cantando y habrá valido la pena.
  4. Una vez que ha obtenido la información prepare una operación para acabar con “el indeseable”. Ponga un nombre agresivo, de algún enemigo antiguo. No escatime en medios. Se trata de no fallar. El asesino tiene que caer.
  5. Sin avisar a las autoridades del país donde se encuentra el interfecto, que para eso es el presidente más poderoso del mundo, ataque el domicilio del canalla sin remordimiento y sin tener en cuenta que pueda haber otras personas. Recuerde, siempre, que el fin justifica los medios.
  6. Cuando se encuentren delante del asesino, no esperen a ver si está armado, simplemente, si en ese momento no levanta las manos disparen, los muertos no hablan, no se defienden, no pueden decir ni mu. Por encima de la Justicia está la Venganza.
  7. Y si pueden, que se lo retransmitan, que ya verán lo que es una subida de adrenalina. Después cuénteselo a su pueblo, y le sacarán a hombros.

Y no, no vayan a creer que esto es un reflejo de la operación Jerónimo que tanto éxito ha dado a Obama y que tanto celebra su pueblo. Es un simple ejemplo, cualquier parecido con la realidad es mera y estúpida coincidencia.

Salud y República