Disfrutar de unos días de sol y playa para los dos. En nuestro paraíso particular. En cualquier sitio. Podríamos volver a aquel hotelito tan precioso, ¿te acuerdas?
Me encantaría compartir un fin de semana, sin obligaciones, sin tener prisa por volver, sin pensar en lo mucho que echamos de menos a los niños, y sin imaginarnos en cada esquina lo mucho que disfrutarían con tal o cuál cosa.
Sería perfecto. Los dos. Solos.
Parece mentira, ¿verdad? Acabamos de volver de vacaciones, pero han sabido a poco. Hemos disfrutado mucho, todos en familia, pero ahora necesitamos un respirito. Algo para recuperarnos nosotros. Para retomar lo nuestro.
Un viaje en coche, no muy largo. Lo justo para charlar y reírnos.
Desayunar tarde.
Irnos a la playa, relajarnos, leer un libro.
Que me mires así desde tu toalla, y yo piense (otra vez) qué ojazos verdes tienes.
Comer en cualquier chiringuito.
Echarnos una siesta por la tarde .
Salir a cenar, que me lleves a un sitio bonito, y después a tomarnos una copa.
Pararnos en otra terraza a tomar la última y descubrir el sitio más precioso del mundo, el que hará que recordemos ese fin de semana como "el del sitio aquél". Que nos creamos que es sólo nuestro.
Bailar.
Que se me suba el vino a la cabeza y terminemos riéndonos de tonterías después de la copa.
Que al volver paseando me pongas una mano en la cintura, y note otra vez ese escalofrío que todavía siento desde la primera vez que me agarraste así en una fiesta.
Que me des un beso en una esquina del camino, como si tuviésemos 15 años.
Encontrarnos los dos.