Revista Cine

Como me gustaría que fuese El Ministerio del Tiempo

Publicado el 05 mayo 2015 por Lord_pengallan

Varias personas diferentes y sin conocerse entre sí, entrellas el ínclito Brainstormer, me han contado las "bondades" de esta serie, que parece que ha pegado fuerte (a lo mejor se ha desfondado ya). Todos me dicen que es una serie cutre y que el gustito que da es porque es una serie sin pretensiones. Es decir, que sus artífices se sienten libres de cualquier exigencia y así nos regalan una parida sin amor propio y sin profesionalidad. Como ni el jefe exige ni el público exige, los autores de esta serie hacen episodios sin currar nada. Sin ningún ánimo de hacer algo bueno, decente, inteligente o profesional. Esto es naturalmente lo que yo deduzco de sus palabras.
Esta pose hater, por si no es evidente aclaro que no he visto la serie y sólo se de ella por lo que me cuentan, quizás sea hipócrita pues me encanta Hércules: sus viajes legendarios. No lo veo así pero entiendo que es inútil argumentar porque no puedo probar de alguna manera que la serie estadounidense de los 90 es, si no mejor, sí distinta a la española. Así que retendré mis prejuicios. Pero por qué no la veo? La serie española claro. 
Pues porque su premisa es una barrera que no puedo sortear. No me refiero a que haya puertas temporales, que están sean judías o que resulta que estén, teniendo todo el mundo donde elegir, en la España de los Reyes Católicos. Lo que no puedo creerme es que un gobierno no aproveche esa ventaja en su propio beneficio (o ya puestos los judíos expulsados de su país en el siglo II d. C y perseguidos desde entonces). Podría asumir que EE.UU. no lo hiciese porque su historia es ascendente, aunque hace tiempo que tocó techo. Pero no puedo creer lo mismo sobre España porque su historia ha sido descendente desde Felipe II. Es decir, desde hace 4 siglos el reino de los Borbones no hace más que comer mierda así que no veo que un gobierno español no trate de cambiar eso, sobre todo cuando esa mierda antes era perder territorios (súbditos, dinero, poder) y guerras (prestigio, súbditos, dinero, poder). Cómo no evitar el hundimiento de los galeones cargados de oro que llevaron a la monarquía española (que en la Edad Moderna era lo mismo que el Estado español) a la bancarrota varias veces? Cómo no evitar el fiasco de la Armada Invencible? Cómo no evitar la humillación que fue la independencia de Portugal? Cómo no evitar que el heredero de Felipe IV fuese un crío imbécil y baboso (posiblemente con un solo cojón)? Cómo no evitar la humillación de la Guerra de la Independencia? Cómo no evitar la pérdida del Imperio? Cómo no evitar el Desastre de Cuba? Qué gobierno que está perdiendo una guerra civil no prevendría la victoria de unos criptofascistas ultracatólicos? Y eso en plan nacionalista, porque uno se pregunta cómo los reyes españoles y sus sucesores plebeyos (gobernantes ricos y dictadores) no mataron a Lutero, a Isabel I de Inglaterra, a Enrique IV de Francia, a Guillermo de Orange, a Volteaire, a Rosseau, a Marx, a Lenin, a Stalin y a los líderes socialistas, anarquistas y comunistas españoles por citar unos cuantos, que más que joder a España jodieron a los gobernantes de la susodicha, ya que antes, como en el Cine de Acción estadounidense de finales del siglo XX, todo era personal. Cómo no corregir el error de no dejar preñada a María Tudor? Cómo no aconsejar mejor al Conde-Duque Olivares (el último gran político español)? Cómo no salvar a nuestro primo Luis XVI? Cómo no favorecer la victoria de Hitler? Todo esto desde el siglo XVI en adelante, porque también creo que para los Reyes Católicos evitar la caída definitiva de Jerusalén en manos musulmanas o ir a tomar pescaíto con Jesucristo hubiera sido tremendamente tentador. No me cabe en la cabeza que los gobernantes, que siempre tratan de tener más poder y de perpetuarse y de enriquecerse, no usen las puertas para su propio beneficio convenientemente disfrazado de bien común. Qué somos españoles por el amor de diso! Si bien hablando de esto llegamos a la conclusión de que la ciencia de cambiar el Tiempo con éxito es ignota y por tanto intentar modificar algo es muy peligroso. Lo que queremos modificar es realmente crucial? Cómo ha de ser la modificación? El cambio que efectuemos durará lo suficiente? Será finalmente contraproducente? Puede ser, pero se me ocurren 3 razones para no aceptar esa idea. 1ª: la gente antes era más temeraria porque creía que sabía la Verdad (existe un dios y el Universo sólo es el Sistema Solar, que es geocéntrico), si bien la idea de cambiar el pasado sólo pudo darse cuando la creencia en la Providencia se debilitó a finales del siglo XIX seguramente algún príncipe maquiavélico como Fernando I de Aragón hubiera podido justificar que el que él tuviese (porque en el Antiguo Régimen el reino era posesión del rey no de los españoles) una máquina temporal era parte del plan divino para el triunfo mundial del cristianismo. 2ª: si admitimos el viaje temporal como premisa de la serie ya no hay razón para que esta sea creíble. 3ª la gente siempre se ciega ante la perspectiva de tener más de lo que tiene. Felipe II era rey de todos los reinos ibéricos, rey de todos los reinos italianos, emperador de un imperio siempre soleado y ostentador de numerosos títulos nobiliarios menores (condados, marquesados y ducados) y el tipo intentó ser rey de Inglaterra y de Francia sin ningún rubor y, con poco interés, de Jerusalén (título que por otra parte ostentaba como muchos otros soberanos cristianos). Todo porque pensaba que, desde una perspectiva española y católica, él era el mejor para esos tronos. Ya es secundario para mi que la serie, según mis interlocutores, carezca de humor inteligente, rigor y el mínimo de calidad, además de no estar interesada en ser algo más que pienso o  en reflexionar de forma televisiva sobre algún tema importante. Es cierto que mi venerada serie de Hércules carece de todo rigor, seguramente la española le gane en ello, pero su comicidad es notable y tiene el mínimo de calidad y, aunque sus productores lo único que querían era producir pienso, sus artífices reflexionaron televisivamente (es decir, superficialmente, simplificadoramente y prejuiciosamente) sobre los típicos temas estadounidenses: la libertad, la violencia, el poder, la relación intersexual, la familia y la religión. Además, la serie de Hércules es puro peplum, pero a la vez algo singular ya que transgrede las reglas del género. No es un producto adocenado como me da la impresión que es la serie española. En suma, me da la impresión de que en ella no hay ninguna inteligencia ni ningún curro porque si hay un estado al que le beneficiaría cambiar la Historia ese es España. Por tanto, no tengo interés en dedicarle tiempo a algo cuyos artífices no han empleado tiempo.
Además, hablando desto con el último espectador satisfecho que me ha comentado la serie, el sarcástico Goblin Voyeur, se me ocurrió la idea que justifica el título de este post. Una genialidad, por supuesto, que al ser mejor que la premisa de El Ministerio del Tiempo me confirma que los autores de la serie no se lo curraron y por ello paso de verla. Si ellos no se esfuerzan porque he de hacerlo yo? Él reconoció que era muy difícil aceptar que Franco no lo usase a su favor (o incluso los que veían que en cuanto muriese iban a perder el poder). Esto me llevó a pensar que el villano recurrente de la serie debería ser Franco. Para empezar es un dictador y eso da mucho empaque a todo villano, para continuar es una persona despreciada por la sociedad española actual y eso es una condición que debe cumplir cualquier villano, ser despreciable para el público, y, lo más importante, permite meter nazis que aún son el súmmun de la villanía además de que dan a la serie una patina pulp muy de moda ahora entre los que fuimos infantes en los 80. Además también podemos meter ninjas habida cuenta de la alianza entre alemanes y japoneses en los 40 del siglo XX. Cosa muy de moda ahora gracias a otra serie española y que darían a la serie el aire exótico y misterioso que toda producción Pop debe tener si quiere tener éxito además de meter artes marciales. Naturalmente Franco no sería tal y como fue, sino un tipo patético y ridículo, o sea, tal y como se le ve ahora. Yo quería que fuese encarnado por Pepe Viyuela pero mi novia ha dado en el clavo: Santiago Segura. Un Franco torrentiniano sería como un canto de sirena para la audiencia española. Los buenos, como en toda serie televisiva Pop, han de ser masturbatorios, es decir, deben chupar la polla al espectador haciéndole pensar que sus ideas y valores son geniales, y conservadores. Han de defender siempre el status quo porque se considera perfecto o como se dice ahora: defectuoso pero el mejor posible. Vamos que Rajoy es un buen guardián de las puertas y jamás tendría la tentación de cambiar las elecciones del 14M. La tele no quiere alentar ninguna rebelión sino adormecer. Teniendo en cuenta esto los agentes antifranquistas, además de defender el curso de la Historia tal y como suponemos que ha sido aún a pesar de que no ha sido favorable para España, salvo para los que piensen que ser gobernados por Zapatero y por Rajoy es lo que mejor le podía haber pasado a este reino, ya saben eso de la mayor época de paz y prosperidad, cómo si hubiese sido mérito ntro., o deben ser actuales, versiones idealizadas del espectador medio (tal y como son por lo que sospecho los personajes de Cuéntame ya que sólo he llegado a ver 5 minutos de esa delirante y disparatada serie), o, siendo un pelín audaces, algo impropio de la tele, del futuro. De un futuro en el que España está en el 7G, todo español tiene casa propia y trabajo estable, la selección de fútbol española es heptacampeona mundial, el Real Barcelona es el equipo de fútbol rey de la Liga Europea, sigue reinando en ella un Borbón tan estupendo y guapo como sus ancestros, quizás homosexual, y es el primer destino turístico mundial recibiendo millones de turistas que se arruinan dejando todo su dinero en cosas únicas que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo porque está hechas aquí, en España, no en China, Alemania o EE.UU. Yo apostaría por esto último ya que ahora el personal necesita un futuro dorado en el que creer, así como el futuro permite cierta comicidad autoindulgente, rollo 8 apellidos (que tampoco he visto como otros 38 millones de personas más en este reino), que siempre es bienvenida por el espectador medio de la tele porque le hace sentir aceptado y aceptable.
En suma, si El Ministerio del Miedo fuese una serie fórmula en la que en cada episodio unos españolitos típicos frustrasen los planes perversos de la semana para cambiar el pasado  de un Franco torrentiniano auxiliado por malvados nazis y sigilosos ninjas surgidos del más delirante Pop yo me vería la serie con deleite. Como no es así, chorradas no faltan y cosas de calidad por ver también hay. Así que por favor avísenme si esta genialidad mía, a diferencia de las otras, no es despreciada por un mundo ignorante y supersticioso y es adoptada por los artífices de la serie como la única forma de hacer bien las cosas.

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