* Extracto de imagen tomado de: Joan Miró: Woman Doing Her Hair before a Mirror ( Femme se coiffant devant d’une glace ) 1938
Edición, redacción y fotografía: Psicóloga Carolina Guzmán Sánchez
Redacción: Carolina Guzmán @CarolJAngel
…en la práctica se chantajea emocionalmente a los más cercanos para que terminen cumpliendo con las expectativas de una sola de las partes y así anulándose la otra persona, por un rato no más o para siempre.
En una sociedad que invita a la hipercomunicación y a la igualdad, sostener que la falta de autonomía es una necesidad fundamental para el excelente desarrollo de la personalidad es una gran mentira. Hoy, la autonomía como se concebía en los años 60’s del siglo XX con la cual se daba paso al estable desarrollo de la personalidad no es tan necesaria en la actualidad. Afirmar este concepto, es cada día menos creíble en la puesta en práctica.
Solo en los momentos socioculturales rígidos como dictaduras o imperios donde se pierde la voluntad individual, fue necesario llamar la población hacia este movimiento: La autonomía en contraposición a la idea de sometimiento y esclavitud.
En mi consultorio, frecuentemente se escucha en los motivos de consulta terapéutica la pregunta ¿cómo puedo transformarme en una persona autónoma? A lo que yo recito la definición tradicional que encuentras al googlear la palabra autonomía:
“Es la capacidad de controlar, afrontar y tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias así como de desarrollar las actividades básicas de la vida diaria”.
Disgregando cada palabra y verbo de la anterior definición, encuentro más un aspecto de confusión que una realidad del presente actual. Prefiero hablar de la capacidad de responsabilidad, es decir, saber de antemano a que tengo acceso, derecho y obligación y a que no (quedará para otro post) Esto de controlar por propia iniciativa las decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo con las normas y preferencias propias en la realidad de este siglo XXI resuena un poco obsoleto. Las dictaduras o gobiernos que nos someten, si aparecen en la actualidad, no es por falta de autonomía sino por excesos de irresponsabilidad. La autonomía solo está presente en el funcionamiento del sistema nervioso. No en la vida actual.
La parte del sistema nervioso que se encarga de controlar acciones involuntarias del organismo se le llama sistema nervioso autónomo: funciona en automático. No debo pensar en si pongo o no a latir mi corazón, solo late. No mantengo dando órdenes a mi respiración, solo respiro. Solo cuando aparece la “iniciativa o la necesidad de controlar” será con respecto a mis ganas de comer o tomar agua, y esto se da justo en un contexto con normas sociales y reglas de permitido/prohibido, expectativa/castigo.
Las acusaciones constantes al interior de las relaciones de pareja como: es que a él o ella le faltan iniciativa por eso me aburrí y me fui con otro/otra no tiene nada que ver con falta de autonomía, sino con la ausencia de comunicar lo que me gusta y no me gusta, lo que deseo conocer y lo que estaría dispuesto a hacer para obtener lo que quiero dentro de un contexto justo, flexible y amigable. Pero, lamentablemente aunque se repite la teoría como una especia de mantra, en la práctica se chantajea emocionalmente a los más cercanos para que terminen cumpliendo con las expectativas de una sola de las partes y así anulándose la otra persona, por un rato no más o para siempre.
Como terapeuta mi invitación es hablar y actuar desde el conocimiento de las responsabilidades propias que los seres sociales adoptamos para realizar nuestras labores diarias, nuestras relaciones y funcionamientos; y a menos que estemos bajo un techo dictatorial imperativo o de sometimiento, se hablara de la necesidad de construir autonomía.
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