¿Cómo nos gustaría ser gobernados?

Publicado el 20 junio 2016 por Jcromero

Si nos preguntaran cómo queremos ser gobernados, algunos indicaríamos que nos gustaría un gobierno honesto, eficaz e interesado en ofrecer soluciones, especialmente a los más necesitados. Apostaríamos por un gobierno más preocupado por la justicia social y por el futuro de la sociedad que por su reelección; un gobierno comprometido en hacer de la política un espacio para la reflexión colectiva y entregado en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

¿Cómo nos gustaría ser gobernados? Particularmente desearía un gobierno democrático y tolerante, que reforzara y ampliara derechos, garantizara las libertades y fortaleciera las políticas sociales, Sin embargo, ahora que nos permiten elegir, todo indica que votaremos por quienes durante los últimos cuatro años no ha hecho otra cosa que desmantelar los derechos laborales, amordazar las libertades y jibarizar las garantías sociales. Cuando podemos elegir un gobierno dialogante y al servicio de los ciudadanos, parece que optamos por un gobierno autoritario y al servicio del capital. ¿Alguien lo entiende?

Asistir al desmantelamiento de lo público como si no saliéramos perjudicados, optar por una opción que prioriza los intereses del mercado sobre los nuestros, reafirma nuestra idiotez. Sigo los avatares electorales con la distancia de un potencial abstencionista. Los ecos que me llegan refuerzan lo acertado de esta actitud. En todo caso, votaré. Aunque cada vez que escucho a Pedro Sánchez o a Pablo Iglesias entren dudas, votaré. El primero porque aún continúa colgado a su fallida investidura -tal vez necesite más de una tarde tumbado en el diván- y porque cómo confiar en esa tropa que le vigila y parece dispuesta a ejecutarlo la misma noche del recuento de votos. El segundo por sus bandazos cuando intuye unos votos. Es cierto que tiene el viento a favor y puede decir cualquier cosa ante la actitud silente de los suyos. Tal vez porque toda iglesia necesita sus propios catecúmenos, resulta llamativo que cuando apuesta por la socialdemocracia no salga nadie en Unidos Podemos replicando con eso de que la socialdemocracia, como tantas veces han sostenido, es un maquillaje del sistema para someter a los trabajadores. ¿Y qué decir cuando apela a la patria o cuando, de manera por supuesto inocente y desinteresada, reivindica la figura de Zapatero? Luego están esos candidatos a los que no votaría nunca. A Rivera por diferencias ideológicas y a Rajoy, además por el daño de sus cuatro años y porque siempre me pregunto cómo un señor como este puede seguir siendo presidente con nuestros votos. Pensaba que el debate político había superado esa dicotomía simplista de buenos y malos, pero no es así. Rajoy, que es capaz de emocionarse con unas alcachofas, arenga a los suyos avisando de que vienen los malos. ¡Qué viejo!, ¡qué rancio!

Ya se sabe que de manera especial en tiempos de campaña, la palabra más que un recurso expresivo se convierte en instrumento de manipulación. Lo lamentable es que hoy, con tantos medios a nuestro alcance, no seamos capaces de sublevarnos. Lo triste es nuestra incapacidad colectiva para levantar la mirada y activar aunque sea por unos minutos nuestra capacidad para pensar y responder adecuadamente a tanta estafa.

¿Cómo nos gustaría que nos gobernaran? En fin, como tú sabrás lo que te conviene, votarás en consecuencia.

Es lunes, escucho a Cyrus Chestnut:


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