Como patentar una app. Parte 1: propiedad intelectual y marca

Publicado el 14 mayo 2013 por Ferranmunoz @ferran_munoz

Con la popularidad que han alcanzado los smartphones y las tablets, y el increíble desarrollo de Android y iOS, hemos visto como han aparecido multitud de aplicaciones, casi tantas como ideas tiene cada desarrollador.

Pero, ¿qué ocurre si queremos proteger estas ideas? ¿Qué métodos tiene a su disposición un desarrollador para proteger su aplicación de copias o imitaciones?

Cabe destacar que la mayoría de las aplicaciones no reúnen los requisitos necesarios para ser patentables, pero existen otras formas de proteger nuestra creación. Intentaremos aclarar estas y otras cuestiones en un artículo dividido en dos partes, siendo esta la primera.

¿Qué es la propiedad intelectual?

Antes de hablar de cómo proteger legalmente nuestra aplicación, tenemos que saber que es la propiedad intelectual.

La Propiedad Intelectual se define como todo lo creado por la inteligencia humana y tiene que ver con las creaciones de la mente.

Una aplicación, en definitiva, no deja de ser un programa informático, por lo que el régimen jurídico al que pertenece es al de los programas de ordenador, que depende del artículo 95 y siguientes de la Ley de Propiedad Intelectual.

Sobre esto, hay que aclarar que el artículo 1 de la Propiedad Intelectual dice lo siguiente:

La propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creación.

Por lo tanto las creaciones se encuentran protegidas desde el primer momento, y la defensa de nuestra aplicación consistirá principalmente en demostrar que somos los autores de dicha aplicación.

Nombre comercial y marca

El primer paso para proteger una app es darle un nombre a nuestra aplicación.

Para esto, hay que diferenciar entre marca y nombre comercial.

Según la OEPM (Oficina Española de Patentes y Marcas), una marca es el nombre o identificación de un producto en concreto, en nuestro caso una app, y un nombre comercial es el nombre bajo el que se identifica el desarrollador (de una o varias aplicaciones).

Para entenderlo mejor, pongamos un ejemplo fácil de comprender:

La aplicación Maps es una marca que se encuentra bajo el nombre comercial Google.

A la hora de elegir el nombre de la aplicación o su marca, llegamos a la conclusión de que tenemos dos opciones: un nombre real que describa la función de la aplicación, o uno imaginario.

Si elegimos un nombre real y descriptivo, atraeremos más descargas pero será más difícil diferenciarnos del resto. Por el contrario, si nos decantamos por un nombre imaginario, será más fácil proteger nuestra marca y diferenciarnos de la competencia, pero será más difícil que los usuarios se fijen en ella.

En cualquiera de los casos, debemos asegurarnos de que nuestro nombre no ha sido registrado como marca antes. Esto se puede comprobar gratuitamente en el Localizador de Marcas de la OEPM.

Una vez registrada nuestra marca, es importante registrar también nuestro nombre comercial. Cuando una app tiene exito, es muy común buscar más aplicaciones del mismo desarrollador, por lo que la elección y el registro del nombre comercial tiene vital importancia.

En el próximo artículo hablaremos de las patentes y de los métodos que tenemos a nuestra disposición para proteger nuestra obra.