Pedro Sánchez, acosado por la prensa mundial independiente, la Justicia y gran parte de la ciudadanía española, está viviendo los peores momento de su vida política. Está tan cuestionado y su fracaso es tan evidente que nadie entiende cómo todavía no ha dimitido. La prueba infalible de que Sánchez es un perturbado es la cantidad de desprecio y rechazo que está aguantando, más que cualquier otro político europeo en siglos. Nueva pitada y abucheo en el desfile del 12 de octubre, mientras la prensa española y extranjera le crucifica. Nadie le ama y muchos le temen. Parece que los desprecios no le hacen mella, pero, si es humano, debe estar destrozado y odiando al pueblo español por no aceptarle como líder. El sabe que hay millones de españoles con el champagne en el hielo, en espera, para descorcharlo, de que se marche o sea expulsado. Está acosado por la Justicia y con su entorno infectado de corrupción: su esposa, su hermano y algunos de sus colaboradores más cercanos, entre ellos el ex ministro Ábalos, su hombre de confianza durante años, infectado de corrupción hasta el tuétano. El dedo acusador de los jueces empieza ya a apuntar a Pedro Sánchez como "número uno" de la banda corrupta de la Moncloa. Cualquier persona normal y equilibrada habría dimitido hace años, sin poder soportar tanto desprecio y rechazo de su propio pueblo. Recientemente, los focos de desprecio también florecen dentro de su partido, donde casi todos le temen y nadie le ama- No le quieren en la Zarzuela, ni en la oposición, ni en gran parte de las fuerzas armadas, ni en el mundo empresarial productivo, ni en los foros internacionales. La parte más sana de la sociedad le repudia y en su propio partido crecen sus adversarios y los que le critican por sus injusticias, agravios, corrupciones y amistades con la escoria de la nación. Tiene que gobernar con aliados miserables, a los que tiene que comprar cada apoyo y cada voto con concesiones y regalos que violan la Constitución y destrozan la armonía y la paz en España. Su sumisión al rey de Marruecos es nauseabunda y exaspera a los españoles con dignidad. Está creando enemigos para españa con su torpeza y soberbia y generando conflictos diplomáticos: con Argelia, la República Saharaui, Israel, Argentina, México, Venezuela y otros, Su derrota frente a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, es estrepitosa, después de que el PSOE casi haya sido borrado del mapa madrileño y que el PP de Ayuso obtenga victorias electorales aplastantes, que Sánchez jamás ha disfrutado. Ayuso está demostrando que parar los pies al tirano de la Moncloa con dureza es electoralmente muy rentable en España. En Europa no se creen sus cifras y datos que proporciona y son ya muchos los que le acusan de opacidad y de hacer trampas con los fondos europeos de solidaridad. Miente a diario y nadie duda que es un trilero que engaña a todo el que puede. Su desprestigio es tan grande que hasta está creciendo la sospecha de que los resultados de sus elecciones son productos del fraude electoral. El prestigioso "The Economist" le llamó recientemente "despiadado" y destructor de la democracia española. Su imagen ante la prensa internacional se desmorona. En las redes sociales ha perdido ya la batalla por goleada. Millones de españoles y demócratas de medio mundo le consideran un chorizo peligroso que está sojuzgando a los españoles. Hasta él sabe que después del sanchismo, el PSOE se pasará décadas sin tocar poder porque tendrá que pagar los desmanes y destrozos que Sánchez ha causado a España. Sin la menor duda, España está en manos de un psicópata con una inmensa y enfermiza obsesión por el poder, carente de empatía y ética. Francisco Rubiales