¿De tu vecino del 5º, a 3 centímetros de tu cara, dándote detalles de su último ligue?
¿O de la suegra, que te abraza efusivamente, empeñada en que pruebes sus magníficas croquetas?
¿Desconocidos que te besan el cuello pidiéndote que le invites a un chupito de tequila?
¿Tu madre te peina cada vez te ve?
¿Quién no ha vivido en su rutina diaria alguna de estas situaciones? Y resulta verdaderamente violento y bochornoso pedir al susodicho que, salvo que pretenda fecundarte, mantenga una distancia prudencial contigo.
La primera opción para evitar dicho acoso es el alejamiento del elemento invasor, una táctica hartamente ineficaz que da lugar a una persecución del cansino hacia tu persona...
¿Cómo recuperar ese espacio invadido de una vez por todas?
Probadlo, y contadnos vuestra experiencia. A mi me ha funcionado.
Fuente: CUIDADO con los HUEVOS