Hay situaciones que son muy desagradables por sí mismas como para que encima saquemos nuestros egos a pasear, enturbiando o directamente deteriorando las relaciones con gente a la que queremos.
Hablo de las situaciones que se presentan cuando muere alguien (normalmente un familiar) y casi mientras está terminando el duelo -o incluso durante el mismo- los herederos comienzan a afilar los colmillos y a tensar la cuerda para sacar lo máximo posible.
Siempre he creído que ninguno estamos a salvo de este tipo de actuaciones y aunque estoy convencido que yo no sería uno de esos, la realidad es que no hay más que echar un vistazo a tu alrededor para comprobar que la mayoría de la gente acaba teniendo ese comportamiento miserable y tan típicamente humano de tratar de quedarse con cuanto más mejor para su propio beneficio.
Hace tiempo presencié algo parecido y me pareció muy buena la opción para resolverlo, que no fue otra que la de dejar el reparto de la herencia en manos de alguien imparcial que no tenga intereses en una u otra solución. Simplemente tasa los bienes y reparte conforme a lo que considera justo que -seguramente- a los afectados no se lo parezca, pero a fin de cuentas es lo que tiene el hecho de que dicha persona sea neutral. Si es justo o injusto lo es de forma neutral... es decir, no intencionada.
Hay otra forma de arreglar una situación así que consiste en liquidar los bienes y repartir el resultado de su venta. Ahí no hay ningún tipo de interpretación sobre la potencial injusticia tan típica en este tipo de situaciones. Las quejas -de haberlas- podrán venir al respecto de poder haber conseguido más dinero por la venta de los bienes, pero ya se sabe que nunca llueve a gusto de todos.
¿A ti te ha pasado? ¿Cómo lo has gestionado?