Es una película ingeniosa, divertida y muy elegante. La pareja protagonista brilla con luz propia, y la química es palpable entre ellos; Audrey, maravillosa como siempre, consigue magnificar todo lo que toca, y Peter O'Toole, por su parte, enamora con su cara de guapo y su chulesca galantería.
La música de John Williams acompaña los escenarios y el vestuario, haciendo de esta película una auténtica maravilla, tanto visual como acústica. Un clásico imprescindible.
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