Para aceptar ese cuerpo y ese rostro que se pueden mejorar podemos seguir estos consejos de los expertos. No hay porque mutar nuestro cuerpo con programas informáticos, y luego ¡a mirarnos al espejo con cariño!
Si nos hacemos fotografías debemos relajar la mandíbula y ocultar el abdomen sin que quede exagerado. Es mejor no situarnos de forma frontal a la cámara.
Pero ¿dónde colocamos las manos? Podemos aprovechar los bolsillos como punto de apoyo y dejamos caer levemente el peso del cuerpo sobre una cadera para romper un poco la línea recta. Las piernas no deben estar muy separadas y, sobre todo, debemos relajarnos, ya que la tensión se transmite en la fotografía.
La ropa que llevemos en la foto debe hacernos sentir cómodas y seguras con el estilo. La clave es no arriesgar, el mítico little black dress, una blusa y unos vaqueros, es el clásico que siempre funciona en las fotos.
Cuidado a la hora de elegir los complementos. Algunos looks increíbles se arruinan por accesorios erróneos y horribles.
Si buscamos que la foto quede bien, debemos buscar luces tenues, siempre se queda más guapo en la sombra (que no a la sombra...). El sol siempre debe estar detrás de nosotros nunca directo.
Podemos hacer retoques buscando los colores naturales de la piel; usar Photoshop para aumentar la luminosidad de la mirada y la piel, y aclarar ligeramente el iris y el blanco de los ojos. Podemos eliminar los puntos y las manchas de la cara y, con el pincel aclarador del programa, suavizar la comisura de la boca.
Pero, como no somos modelos, es mejor seguir tomando agua y durmiendo bien. Demostrar confianza en nosotras mismas y sentido del humor nos ayudan a relajarnos para salir bien en la foto, con un aspecto natural. No está de más que recordemos entreabrir los labios ligeramente, para dejar ver unos dientes blancos, bajar un poco la barbilla y sonreír con la mirada. Mantener el cuerpo firme, alargar el cuello como si tiraran del pelo y dibujar una sonrisa.