¿Cómo se amañan concursos y convocatorias?

Publicado el 11 enero 2015 por Laesfera
Tengo confianza en muy pocas cosas. Aún así en dos ocasiones sucumbí y le dije a alguien “confío en ti” y me trajeron consecuencias irreparables. Graves. Así que el tema de la confianza es algo que me genera mucha controversia. Una asignatura que trato de cultivar. Así que hablemos de confianza.

La poca transparencia y pillarte con "el carrito de los helados" puede ser la muerte de tu marca

Si de verdad algo hace crecer a una marca, a una firma o a una persona es la confianza que depositan en ella los clientes, los conocidos o los lectores... Es decir el “ethos del proyecto” (hábitos de su corazón), lo que define su carácter y los rasgos que la distinguen de cualquier otra marca.

Cuando ganas la confianza de tus lectores, de tus clientes o de tus amigos obtienes un crédito que te permite ciertas licencias. Éstos bajan sus alertas y desconfianza y confían en ti. Como ejemplo podemos poner la estafa de las preferentes en España, en la que se vieron implicados 700.000 clientes bancarios por la confianza que tenían en los directores o asesores de su oficina bancaria. Amparados en la familiaridad y en la fe que les dispensaban confiaron en sus recomendaciones de inversión y firmaron documentos de compra que les hicieron perder todos sus ahorros. Estaban convencidos y tenían fe en sus asesores. Durante mi vida he tratado por encima de todo de ser honesto. Ya... es lo que dicen todos, sobre todo los políticos, y luego los pillas con la mano en la “lata del gofio” Pero me ha tocado desempeñar trabajos y funciones en las que he tenido que decidir en tal o cual dirección. En beneficio de un lado o de otro. Y en igualdad de condiciones he tratado siempre que sea el azar quién determine.

En La Esfera cuando leemos estos comentarios sabemos que estamos en el camino

Concretando un poco en la temática de este proyecto literario que es La Esfera, la mayoría de los que llevamos un tiempo escribiendo, sabemos que es inútil presentarte a ciertos premios literarios. Que algunos premios tienen tal magnitud y tanta repercusión mediática, que no se le puede dar a cualquier escritor, aunque sea espléndido, pues existe mucho dinero en juego. Quedé marcado la primera vez que me impusieron que amañase un concurso. Determiné que yo no había nacido para eso. Fue hace muchos años, era bastante joven y actuaba en nombre de la firma para la que trabajaba y que patrocinaba un importante festival. Sorteábamos un viaje al Caribe, siempre ha sido algo muy socorrido. De inmediato me dijeron que el número ganador tenía que ser x, que necesitaban que el concejal de turno se llevase el codiciado viaje para dos personas, valorado en aproximadamente seis mil euros, que nos beneficiaría en el futuro. Que una mano inocente sacaría la papeleta y yo anunciaría que el número ganador había sido x. Subí al escenario, frente a mí habían aproximadamente dos mil personas ilusionadas con el premio. Una chica joven y guapa del público se ofreció y subió a sacar la papeleta ganadora y me la entregó. Cuando la tenía en mis manos para empezar a hacer el teatro y anunciar el número afortunado olvidé, o quise olvidar, el número que me habían dicho que anunciara como ganador. La vista se me nubló y en una maniobra a la altura de Messi le entregué la papeleta al primero de los organizadores que tenía a mi lado y le cedí el honor de ser él quien anunciara el número ganador del viaje al Caribe. No podía ser yo. Estaban atentando a mis principios, contra mi profesionalidad y me jugaba mi puesto de trabajo. A lo largo de bastantes años he podido ver que existe tras otros concursos y convocatorias y no me gusta nada de lo que he visto. No me extraña que la gente esté desengañada y desconfíe de todo. Hay pocas cosas honestas. Me río con las promociones tipo “rasca-rasca” o con una que empieza a ser muy popular como la del roscón de Reyes millonario. Como si el panadero no supiese en el rosco que mete el premio y a quién vendérselo. O como si en la imprenta del rasca-rasca la manipulación de las papeletas no las hicieran personas. En otra ocasión, también, me toco organizar una montaña de tabletas de chocolates en un importante hipermercardo en donde dentro de una de ellas había el premio de un coche. Había que mantener la ilusión. El premio no podía a salir el primer día. Había que vender miles de tableta de chocolate y ya tenía asignado un casual cliente.

¿Dónde está el habitual truco?


El truco del amaño de todas estos premios y sorteos es muy sencillo, es muy similar al de los trileros, se utilizan “compinches”. Si excavamos un poco en la identidad de los premiados veremos con seguridad la conexión con los organizadores.

Contaminado y harto de tanto engaño cuando se gestó el proyecto de La Esfera Cultural quise que naciera al margen de intereses económicos y cuestiones comerciales. Que nuestra marca genere confianza y credibilidad entre nuestros lectores y colaboradores, otorgando premios en nuestras convocatorias literarias que sean exclusivamente meritorios y lejos de preferencias o de intereses ocultos. Gracias a cuantos tienen puesta su confianza en La Esfera y seguiremos con el objetivo de no defraudarles. Aunque ya sé que eso lo dicen todos. Pero me reafirmo en algo que ya dije hace un tiempo: "El Premio Internacional de Novela Corta de La Esfera y el resto de sus convocatorias jamás tendrá remuneración económica" y tiene su motivo y es que allí donde se mueve dinero casi siempre pasan cosas "raras".
¿Y tú en qué o en quién tienes confianza? ¿Quién te la ha jugado? ¿Se puede vivir siempre subido en la desconfianza? ¿Qué es lo que hace que confíes o desconfíes en una marca? ¿Qué hace que siempre confíes en la literatura de un escritor?

Hasta el próximoEditorial del domingo

Artículo: Francisco Concepción
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