¿Cómo se convirtieron las plantas carnívoras en depredadoras?

Publicado el 30 abril 2022 por Tdi @RLIBlog


Habitualmente, las plantas tienen un rol pasivo y sirven de alimento para los animales herbívoros, pero las plantas carnívoras alternan los papeles y son capaces de atrapar y devorar a los animales. Por ello, es pertinente hacerse la pregunta de cómo fueron capaces de desarrollar este cambio tan espectacular.


Las plantas carnívoras no siempre fueron así. Surgieron entre las plantas angiospermas o plantas con flores, originadas hace 130 millones de años en el Cretácico, junto a los dinosaurios. Mucho antes del impacto del meteorito de Chicxulub, en algunas de estas plantas con flores crecieron pequeñas jarras que atrapaban y digerían insectos. Se trataban de las plantas del género Nepenthes, que parecen haber adquirido esta especialización hace unos 95,1 millones de años.

Desde entonces, la capacidad de atraer y/o atrapar, matar, digerir y absorber los nutrientes de sus presas para el crecimiento de las plantas ha surgido independientemente en diez ocasiones, siendo la Brocchinia reducta, hace 1,9 millones de años, la última en hacerlo. A su vez, en todo este tiempo, otras han perdido estas características y han dejado de ser carnívoras, especialmente entre la bromelias, las eriocauláceas, plantagináceas y la familia Dioncophyllaceae.

Esta capacidad para alimentarse de animales se desarrolló a partir de mecanismos de defensa, como los órganos glandulares pegajosos que protegían de insectos y microbios. Como suelen habitar en terrenos o aguas pobres en nutrientes, podían obtenerlos a través de la fauna. De esta manera, no tenía que competir con otras plantas que sorteaban estas limitaciones con sistemas de raíces más grandes, un rasgo del que carecen las plantas carnívoras. Además, al morir la planta, los restos no digeridos de sus presas enriquecen el sustrato.


Debido a que no todas las plantas carnívoras parten de ancestros comunes, la forma en la que desempeñan su labor es muy diversa. Para empezar, no todas secretan enzimas para digerir a su presa. Por eso se distinguen entre holocarnívoras ( Aldrovanda, Dionaea, Drosera, Drosophylum, Pinguicula, Utricularia, Nepenthes), que sí lo hacen, y hemicarnívoras o paracarnívoras ( Darlingtonia, Heliamphora, Brocchinia, Roridula), que no. En estas últimas, las del género Roridula tampoco digieren directamente a la presa, sino que lo hacen unos insectos y la planta meramente absorbe los nutrientes de sus heces. Es similar a lo que ocurre con algunas especies que dejaron de ser carnívoras ( Nepenthes lowii, N. macrophylla, N. rajah y N. hemsleyana) y tan solo atraen murciélagos y musarañas para alimentarse de sus heces, sin tan siquiera capturar a sus presas.

No obstante, la evolución convergente ha permitido que surjan mecanismos similares en especies no relacionadas. Aunque las trampas de las plantas carnívoras se puedan agrupar generalmente como adhesivas, en odres, pinzas, en "ollas de langosta" o succionadoras, evolucionaron de manera independiente. A pesar de ello, el desarrollo de estas trampas ha predominado en ciertos clados, pues el 98% de las plantas carnívoras pertenecen a los órdenes Ericales y Nepenthales y a la familia Lentibulariaceae, con el 93% de las especies en los dos últimos clados.

    Ellison, A. M., & Adamec, L. (Eds.). (2018). Carnivorous plants: physiology, ecology, and evolution. Oxford University Press.