¿cómo se financió el alzamiento de 1936? segunda parte.

Por Gonzalo

El último embajador británico ante la Repúblico española, Sir Henry Chilton, comentó según esta línea que “la victoria de Franco era necesaria para la paz en España; que no existía la menor posibilidad de que Italia y/o Alemania dominaran España, y que, aunque el gobierno republicano triunfase (cosa que él no creía), estaba convencido de que lo mejor para Inglaterra es que ganase Franco”.

Si a la Gran Bretaña se debieron actos tan decisivos para la génesis del alzamiento, la subsistencia de éste más allá de unas primeras semanas fue asegurada por los Estados Unidos, y en concretísismo por la compañía petrolera Texaco. Sin ella, en la España de Franco no hubiera podido andar ni una moto. El gran jefe de la mastodóntica empresa, Thorkild Rieber, fue convencido por un antiguo directivo de la CAMPSA, José Antonio Álvarez Alonso, para que apoyase a Franco.

En consecuencia, dio instrucciones de que se le sirviese todo el petróleo que pudiera desear. Esta liberalidad es tanto más notable cuanto que, según contaba Manuel Aznar, la gente de Burgos todavía le ponía pegas administrativas a Rieber y adoptaba un talante fanfarrón. A varios decenios de distancia, puede ya empezar a pensarse que el petrolero de Texas sabía mejor que Burgos que la guerra sería larga.

El suministro siguió cuando quedó al descubierto el primer plazo de un escalonamiento de trimestres que se había convenido, y siguió luego, y se pagó lo que se pudo y cuando se pudo, y el petróleo nunca faltó en la España de Franco.

Por otra parte, en Burgos residió de modo permanente durante la guerra una especie de embajador de la Standard Oil, Mr. Middleton, el cual se encargaba, según Serrano Suñer, de aprovisionar  “sin límites de carburante al ejército nacional”.

Es verosímil que otras empresas petrolíferas norteamericanas, además de éstas, intervinieran en tal abastecimiento, puesto que consta por lo menos el deseo de participar en él de la Vacuum Oil Company, la cual pensaba valerse de la mediación portuguesa para la entrega.

En cambio, según es notorio y repite un libro de Dante Anthony Puzzo, los republicanos tuvieron enormes dificultades para comprar en los Estados Unidos. Roosevelt y su Gobierno establecieron una abstención y una imparcialidad tan curiosas que fracasó todo intento de adquisiciones bélicas de importancia en Norteamérica por parte de la España democrática.

Incluso se frustró un proyecto mexicano de hacer de mediador en las ventas, para que nadie pudiera acusar a los Estados Unidos de efectuar suministros a los contendientes. Sólo se vendieron a la República unos miles de camiones y un cargamento de material aeronáutico, valorado éste en cerce de tres millones de dólares, y aun con gran disgusto de Roosevelt.

Esta mercancía fue embarcada en el Mar Cantábrico, con destino Bilbao. Docenas de espías contemplaron las operaciones de carga. Cuando el buque entraba en el golfode Vizcaya fue apresado por el Canarias, y colorín, colorado. Aparte del petróleo, los Estados Unidos suministraron a Franco doce mil camiones.

Los periódicos del grupo Hearst -los mismos que habían atizado la guerra de 1898- adoptaron desde los primeros días del alzamiento la rutina de llamar “rojos” a los republicanos y  “nacionalistas” a los rebeldes.

El libro de Puzzo indica que las inversiones norteamericanas en España (más de 80 millones de dólares en 1936) estaban mayormente en territorio dominado por Franco, y Richard P. Traina escribe que, en 1938, los empresarios de aquel país preferían tratar con Burgos que con la República.

Según esta filosofía, no fue precisamente escaso el suministro de toda suerte de materiales enviado por empresas de los países democráticos a Franco.

En su artículo del año 1977 en el Journal of Contemporany History, Robert Whealey compara -entre juliode 1938 y marzo de 1939- las 5.043.400 libras esterlinas de mercancías que enviaron a Burgos las naciones del área del dólar y la libra, con las 967.860 libras que representaron las remesas de Italia y Alemania.

Fuente: HISTORIA INAUDITA DE ESPAÑA   (PEDRO VOLTES)


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