Muchas personas desean ser felices, y piden soluciones inmediatas, pero no quieren o no saben como tomar consciencia de lo que les puede hacer infelices, o de cuales son sus obstáculos hacia la felicidad. Para tomar buena nota de ejemplos posibles, os recomiendo el famoso libro de Watzlawick “El arte de amargarse la vida”. Y entretanto, os animo a reflexionar conmigo sobre algunas de las posibles vías para conseguir la infelicidad.
Sobre esto estaba pensando últimamente, reflexionando sobre lo difícil que es ayudar, a algunas personas, en su camino hacia la superación de sus dificultades. Y cuando andaba en estas cavilaciones cayó en mis manos, una interesante entrevista a un sabio de la India, maestro de Vedanta, llamado Swami Parthasarathy, titulada “La cultura de la queja lleva a Occidente a la decadencia”. En ella expresa con gran lucidez, uno de los motivos de nuestra no felicidad: “la queja”. Os recomiendo que la leáis.
Aprovechando las lúcidas aportaciones de este sabio, empezaré por tener en cuenta una de las razones de nuestra infelicidad y que hay que practicar ya mismo para ser infelices: QUEJARNOS. Si queremos conseguir ser menos felices, podemos empezar a quejarnos ya mismo, a ser posible de todo. Si además de quejarnos, ELUDIMOS CUALQUIER TIPO DE RESPONSABILIDAD sobre nuestras vidas, seguramente conseguiremos sentirnos aún más vacíos. Y si queremos avanzar un poco más, en el camino hacia la infelicidad, es conveniente centrarnos, muy convencidos, en que TODO NOS PASA A NOSOTROS, prestando mucha atención a la idea de que somos el centro del universo y que ningún problema es tan importante como el nuestro. Así hacemos prácticas de egocentrismo, que cuanto más teñido esté de egoísmo más nos acercará a esa sensación de no felicidad y con más facilidad se convertirá en un hábito que no requerirá de nuestro esfuerzo, simplemente se convertirá en algo que nos ocurre automáticamente y contribuye a nuestra falta de felicidad, sin que nos demos cuenta.
El siguiente paso, para seguir avanzando en el malestar será pensar que los demás son quienes nos tienen que resolver la vida. Así que saquemos el listado de todas las personas conocidas, para decirles lo que nos pasa y quejarnos un poco más, Cuanto más nos quejemos y lamentemos, más garantías tendremos de que nuestro interlocutor sienta agotamiento, impotencia e incluso cierta perplejidad, con lo que conseguiremos el siguiente objetivo: IR PERDIENDO AMIGOS… Una pauta que garantiza con más probabilidades este resultado es no escuchar qué les pasa a ellos y no tener nunca en cuenta lo que nos dicen.
Una vez que ya no tengamos a quién llamar, porque nadie tendrá ganas de escuchar nuestras penas insuperables y únicas, podemos meternos en la cama, y organizarnos para no tener tentaciones de que nos apetezca nada agradable, y AISLARNOS. Así que podemos apagar las luces, tener unos cuantos paquetes de pañuelos disponibles y seguirnos lamentando, acordándonos de añadir a nuestros lamentos que ya no tenemos amigos a los que llamar, porque se han cansado de ser pañuelos de lágrimas.
Quizás aumente el dramatismo si desordenamos un poco la habitación, nos ponemos ropa oscura y no nos lavamos en una temporada. Es útil también que pensemos en por qué somos tan desgraciados y no somos tan ricos o tan guapos como otras personas; o bien, si decidimos pensar que todos los seres vivientes son despreciables, porque no les importamos (sin olvidar que nadie tiene que importarnos, porque como alguien nos importe, se puede abrir la peligrosa puerta a la felicidad). Es también bastante útil considerar que todo el mundo es idiota o inferior (es una buena manera de aislarse y no exponerse a experiencias gratificantes).
Y alguna idea más… A ser posible, destruyamos cualquier idea sobre la trascendencia, la solidaridad, el amor, y ataquemos cualquier creencia que resulte inspiradora e ilusionante para los demás, no sea que nos convenzan… Agucemos el ingenio en sacarles fallos a los demás, a su religión, a su familia, a su patria (para no mirar lo nuestro y no trabajarnos nuestra propia sombra), y cuidado con sentirnos satisfechos si nos sentimos aventajados en algo… Prohibido sentir satisfacción, en todo caso, puede servir un cierto regusto de culpa por ser tan malos…
Otras pautas más sencillas que también ayudan mucho a la infelicidad son: no hacer deporte, alimentarse mal (las hamburguesas son una buena opción), tratar a cualquier ser humano como si fuera un enemigo, recriminarnos cualquier fallo por mínimo que sea, tener en mente la peor versión posible de nosotros mismos (cuidado con distraerse de esto, y no olvidéis que también hay que dar ejemplo de nuestra peor versión), ayuda hacer mal nuestro trabajo para que nos echen, y ni se os ocurra meditar o rezar, o leer un buen libro, ver una buena película o tener ningún recuerdo agradable. Y fundamental: NO REFLEXIONAR (sí sirve repetir como monos listos lo que dicen en la tele o en el cole), CONSUMIR (mejor si vas a la moda), NO PERDONAR, NO ESCUCHAR, etc.
Como veis, es algo relativamente fácil, probad y si tenéis más sugerencias serán bienvenidas (hay muchas más formas de conseguir el objetivo). Y, sobre todo, lo más importante (dejando las ironías aparte) es ser más conscientes de si nos identificamos con estos patrones que construyen lamentaciones y si queremos o no continuar en ellos... Podemos elegir más de lo que creemos.