Pasaje destacado
Conocía todos los atajos, a todos los vecinos. Sabía cuál era el árbol viejo y retorcido que producía sistemáticamente los melocotones más dulces de la granja de mi familia. Y sabía, quizá mejor que la mayoría de la gente, lo triste que era aquel lugar "
Por cierto que he estado buscando la fecha de nacimiento de la autora, es algo que me interesa como dato curioso, pero ha resultado misión imposible. Parece que va a ser llevada a la gran pantalla, lo considero muy adecuado.
Los puntos fuertes de la novela
✔ La trama: adictiva,que engancha desde el principio y no te permite dejar de leer: narra Victoria, que ya en el prólogo nos cuenta que su casa de la infancia y adolescencia en su pueblo, Iola (Colorado), está ahora sumergida en el fondo de un lago.
Mi casa está en el fondo de un lago. Nuestra granja yace allí, enfangada; sus restos podrían confundirse con un pecio. Unas truchas lustrosas merodean por lo que queda de mi dormitorio y por el salón donde la familia se reunía los domingos. Los establos y los abrevaderos se pudren. El alambre de espino, enredado, se oxida. La tierra antaño fértil se ahoga ahora en la inactividad.
Torie, como la llamaban en la familia, echa la vista atrás y retrocede a ese día de 1948 en el que con diecisiete años vivió un encuentro fortuito que cambió inevitablemente el curso de su historia, de su experiencia vital. Un encuentro fortuito con un desconocido desaliñado de tez oscura, mejillas mugrientas y ojos bondadosos, con un “sucio piel roja” que le dirige una simple y anodina pregunta. Rememora ese día, uno de esos que con el paso del tiempo decidimos que fue fatídico, momentos en los que decidir tomar una dirección u otra podrían haber cambiado lo que estaba por venir. El momento en el que Torie se encuentra con Wilson Moon y siente un flechazo instantáneo, un pequeño giro que alteró todo lo vivido profundamente.
Y nos cuenta como desde entonces su vida quedó sesgada, partida en dos, en un “antes” y un “después” de Iola”: el “antes” viviendo allí con su estricto padre, su tío Og inválido de guerra y su endiablado hermano, Seth, tras haber fallecido su madre, su tía y su primo en un fatal accidente de tráfico tiempo atrás.
La guerra le hizo a Ogden lo mismo que aquel tren le había hecho al elegante automóvil del señor Massey: había cogido algo de una belleza y un potencial excepcionales y lo había aplastado. Un año más tarde, el accidente que se llevó a Cal, a Vivian y a mi madre le hizo lo mismo a mi familia. Descubrí a una edad muy temprana lo tenaz que puede llegar a ser la desgracia.
Y el “después” propiciado por todo lo que ocurre en relación con Wil, con su Wil y los caminos que el cruel destino le obliga a escoger y a recorrer de forma irremediable.✔ La ambientación:La ambientación que recrea es maravillosa, la pluma de Shelley Read nos transmite naturaleza en estado puro, nos traslada a los bosques de ese pequeño y frío pueblo del Oeste americano, a Iola (Colorado), atravesado por el Gunnison, el río que nutre sus campos. Con su manera de narrar, pareciera que escucháramos los trinos de los pájaros y pudiéramos sentir el crujido de la nieve del crudo invierno bajo nuestros pies. Nos lleva a ese pueblecito acurrucado entre las estribaciones del parque natural Big Blue, y sus imponentes montañas Elk al oeste y al norte, y a la finca de los Nash que alberga el único huerto de melocotoneros de todo Gunnison County con unos frutos gruesos, rosados y hasta nos parece percibir su olor dulzón. Los melocotoneros, los melocotones, juegan un papel importante en el trasfondo de la historia, de hecho pienso que, de ahora en adelante cuando vea/huela uno de esos frutos, me va a venir a la cabeza esta novela.
El prado se extendía ante mí, húmedo e inmóvil. La primavera empezaba a desplegarse en cada nueva hoja, yema y capullo. El sol naciente iluminaba la punta de las cumbres que me rodeaban con un resplandor tan suave como la mantequilla batida a mano. La falda de las montañas y el valle permanecía umbría, aguardando con paciencia a que la luz alimentara sus zonas de vegetación, secara el barro y derritiera los restos de nieve. Inspiré hondo aquella calma, la contuve en los pulmones, tensos como globos, y la solté poco a poco.
He leído en el X (antiguamente Twitter) de la propia editorial, estas palabras de la autora: “Como si fuera un río nació con Shelley Read sola de acampada. Allí vio una cierva con sus vulnerables crías, y le conmovió tanto que empezó a escribir en su tienda de campaña: «“una tienda propia”, mi versión campestre de la llamada de Virginia Woolf»”.
✔ Los personajes: no es que sean muchos, pero los que hay son buenos, bien perfilados y tratados con mucho mimo y profundidad. No voy a hablar de todos ellos, pero sí de los que más importancia tienen en la historia:
● La protagonista, Torie, Victoria Nash, que con diecisiete años deja de ser adolescente para pasar bruscamente a ser adulta, una niña que creció sin modelo en el que basarse rodeada de varones que dieron por hecho al morir la madre, que ella se iba a ocupar de todo sin quejarse, de prepararles las comidas y demás tareas domésticas.
Yo había sido una buena chica. Siempre había sido obediente, amable y respetuosa con mis mayores. Había estudiado la Biblia. Recolectaba melocotones y los metía en los cestos como si aquellos frutos estuvieran hechos de frágil cristal. Mantenía la casa limpia, las barrigas llenas, la ropa lavada y doblada, la granja cuidada. No hacía demasiadas preguntas, nunca dejaba que me oyeran llorar. Me las apañé yo sola para salir adelante en ausencia de mi madre. Hasta que un buen día me crucé con un forastero.
● El temible Seth un año menor que Torie, egoísta, detestable, mezquino, que porta la malicia en la sangre según palabras de su propia hermana.
A esa edad no sabía nada de la clase de maldad que Seth llevaba dentro, una maldad con la que quizá nazcan algunos niños, esos que se pasan la vida intentando transgredir las normas que los otros se avienen a acatar.
● El padre: pareciera que tras la desaparición de la madre, no supiera qué hacer con sus hijos, cómo educarlos, por más que intente seguir las estrictas reglas inculcadas por ella en la familia, seguir con su forma correcta de hacer las cosas.
Era una mujer discreta y decorosa, devota de Dios y de las convenciones. Por lo que recuerdo, nos quería mucho a mi hermano y a mí, pero sus demostraciones de afecto se ceñían a unos parámetros muy estrictos, y nos controlaba inculcándonos un profundo temor a la sentencia que todos obtendríamos el día del Juicio Final.
● Ruby-Alice Akers es uno de mis personajes preferidos de la novela, entrañable, de esos que se te meten en el corazón. Una anciana vecina de los Nash que vive en una granja destartalada y que parece mirar a los demás con mala cara, quizás por sus ojos, uno hundido y el otro saltón. En Iola todos pensaban que estaba loca, pero la consideraban inofensiva y por eso la dejaban en paz. Se pasa el día paseándose por ahí en una bicicleta vieja mirando fijamente a la gente con ojos aparentemente de loca, sin decir ni pío, y recogiendo todos los bichos callejeros que encontraba para que le hicieran compañía, porque al fin y al cabo, no era más que una viejita que estaba y se sentía muy sola. Juega un papel muy importante en la historia y en la vida de Torie
● Zelda Cooper, es la única gran amiga de nuestra protagonista si exceptuamos su peculiar relación con Ruby-Alice. Entre ellas surge verdadera camaradería, una química especial, convirtiéndose en esas amigas que siempre están ahí para ti, para ayudarte, apoyarte y abrazarte cuando uno lo necesita.
Las conversaciones con Zelda siempre eran interesantes y divertidas. Era una mujer inteligente, culta y segura de sí misma, y sabía hacerme reír.
● El primo Cal, 8 años mayor que Seth pero con un carácter totalmente opuesto a este, bondadoso, buena gente, el mayor y único apoyo de Torie hasta que ocurrió el accidente. Había vivido con ellos desde que sus padres murieron en un tornado que arrasó su granja de pavos de Oklahoma. En la trama solo aparece en los recuerdos de Torie.
Había sido, desde que yo tenía uso de razón, la confluencia que unía los diversos afluentes de nuestra familia en un solo río. A veces mi primo hacía reír a mi madre, y la precisión y el entusiasmo con que trabajaba parecían lo único —aparte de una cosecha de melocotones excepcional— capaz de hacer sentir orgulloso a papá. Cal sabía dirigir la energía de Seth hacia actividades útiles como la pesca con mosca o la reparación de motores, y a veces incluso era capaz de aplacar el temperamento de mi hermano. Para mí, muchas veces Cal era el único regazo al que podía acudir cuando necesitaba un beso en una rodilla rasguñada o simplemente la compañía de un amigo.
✔ Los temas que se abordan y la prosa de Shelley Read:
● Los temas son variados e interesantes, o al menos son de los que a mí me interesan: el racismo y los prejuicios raciales, el machismo, el poder extraordinario del amor cuando este sorprende como una riada, la pérdida, la maldad innata en algunos individuos, la sororidad femenina, la capacidad de superación que tenemos las personas ante las adversidades de la vida y el instinto de supervivencia. Así como el indomable fuego de la venganza, la maternidad, la renuncia a los vínculos familiares, a esos vínculos de sangre que aunque sean de nuestra propia familia, también nos pueden destrozar.
● Su prosa es bonita, cuidada: escribe muy bien, da gusto leerla, cómo ya he dicho arriba, transmite mucho con sus palabras.
El prado se extendía ante mí, húmedo e inmóvil. La primavera empezaba a desplegarse en cada nueva hoja, yema y capullo. El sol naciente iluminaba la punta de las cumbres que me rodeaban con un resplandor tan suave como la mantequilla batida a mano. La falda de las montañas y el valle permanecía umbría, aguardando con paciencia a que la luz alimentara sus zonas de vegetación, secara el barro y derritiera los restos de nieve. Inspiré hondo aquella calma, la contuve en los pulmones, tensos como globos, y la solté poco a poco.
✔ Una curiosidad: en el prólogo también se nos cuenta un apunte historiográfico, el de estar la novela basada en un hecho real, lo que fue la construcción del embalse Blue Mesa, de una presa río abajo como parte de la ambiciosa idea de llevar las valiosas aguas de los afluentes del río Colorado, al árido sudoeste, taponando el salvaje río Gunnison y convirtiéndolo en un lago que dejó sumergido todo lo que encontraba a su paso, como el extinto pueblo de Iola.
Quizá os preguntéis si las alegrías y las penas de un lugar desaparecen a medida que las aguas ascienden y se lo tragan, pero yo os aseguro que no. Los paisajes de nuestra juventud nos crean, y los llevamos dentro de nosotros, clasificados según lo que nos dieron y lo que nos robaron, grabados para siempre en la persona en la que nos convertimos.
✔ La elección del título: me parece muy acertada, en concordancia con el contenido de sus páginas. Porque “Como si fuera un río” nos muestra que el viaje de la vida es eso, fluir siempre hacia adelante, recogiendo, reuniendo todo lo bueno que te vas encontrando por el camino y dejando atrás lo malo, las pérdidas, “como si fuéramos un río” que discurre despacio por su cauce, afrontando y superando los obstáculos, descendiendo por laderas empinadas y tortuosas, sorteando piedras, girando en los remolinos, cambiando de dirección en los meandros, ganando fuerza a medida que superamos las dificultades con las que nos topamos en ese discurrir sin pausa, sin tregua, a pesar de que nos puedan obligar a ser un lago.
Había aprendido que la fuerza era como el suelo de aquel bosque, lleno de restos, de horas de sol seguidas de tormentas repentinas que lo trastocaban todo. Somos todos iguales, aunque sólo sea por la hermosa y terrible forma de crecer, paso a paso, de manera impredecible, cayendo, brotando de los escombros, alzándonos de nuevo y confiando en que todo saldrá bien.
Resumiendo:“Cómo si fuera un río” es una sorprendente y magnífica ópera prima, una historia preciosa y desgarradora, de esas que permanecen tiempo en la cabeza y en la memoria, con un final que me ha gustado porque era el que yo había imaginado, tal cual, no esperaba menos, a pesar de haber deseado que la historia siguiera un poquito más allá. No soy de segundas partes, pero en este caso reconozco que me quedé pensando que sí, que me encantaría reencontrarme con Torie, Zelda, y demás personajes entrañables de la historia.
En aquellos ojos no sólo había visto a una clase de hombre que yo no conocía, sino una parte nueva de mí misma que no quería perder.
¿Os recomiendo esta novela? Por supuesto, por varios motivos: por todos los puntos destacables que os he contado arriba, pero también porque es una novela muy emotiva, de olores, de sensaciones, una lectura que te enseña sobre la vida y te deja haciéndote preguntas, como ¿pueden las trágicas consecuencias de un primer amor vivido a los diecisiete años impedir volver a amar? Y corrobora mi certeza acerca de que la sangre no lo es todo, que la familia que te toca no se elige, pero que la que no nos toca sí podemos elegirla. Fantástica. . ., no os la podéis perder.
He leído y comentado "Como si fuera un río" junto a mi gran amiga Mariana, del blog Los libros de Mava, así que otra lectura más que va directa a la saca de nuestro Club de lectura MavaMar. Si os apetece o tenéis curiosidad por saber si ella ha disfrutado la novela tanto como yo, podéis hacerle una visita y leer su reseña AQUÍ, seguro que no os arrepentiréis.
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: