Galileo Galilei
Pero siendo Galileo el fundador de la física tal y como hoy la entendemos, es preciso decir que “la innovación sustancial de Galileo no fue el “experimento”, si por ello se entiende la observación del hecho. Fue, por el contrario, la adjunción al puro empirismo que observa el hecho de una disciplina ultraempírica: el “análisis de la Naturaleza”. El análisis no observa lo que se ve, no busca el dato, sino precisamente lo contrario: construye una figura conceptual (mente concipio) con la cual compara el fenómeno sensible. Pareja articulación del análisis puro con la observación impura es la física”(2). Aún más, ese es el modo en que ha de actuar toda ciencia, que no consiste primariamente en la observación de hechos particulares, sino en la formulación de una hipótesis, un modo general de comportarse esos hechos, que de ser una construcción a priori, meramente especulativa, pasa a ser contrastada y eventualmente confirmada a posteriori con la realidad práctica a través del experimento. “Por tanto, no se trata de que el contenido de las ideas físicas sea extraído de los fenómenos: las ideas físicas son autógenas y autónomas. Pero no constituyen verdad física sino cuando el sistema de ellas es comparado con un cierto sistema de observaciones”(3). Galileo construía primero fórmulas matemáticas y posteriormente buscaba confirmarlas observando los hechos físicos. Por eso decía que “la naturaleza está escrita en lenguaje matemático”: primero las matemáticas y después la observación experimental de los hechos. Por las mismas razones podemos decir que la historia es algo muy distinto de la documentación y la labor filológica, de la acumulación pretendidamente aséptica de datos y citas. “La historiología va movida por el convencimiento de que la Historia, como toda ciencia empírica, tiene que ser, ante todo, una construcción y no un ‘agregado’”(4). Aún más decía Goethe en este sentido: “Todo hecho es ya teoría”(5), es decir, que desde el mismo momento en que el hombre enuncia un hecho, ya está interpretándolo (seleccionando, comparando, diferenciándolo… de otros hechos). Tanto el racionalismo como el positivismo consideran que el mundo no tiene un ser. El primero afirma que es la mente, la razón quien genera y es depositaria del ser, y con él inviste al mundo, a las cosas. Kant dice que ahí afuera, en el mundo, solo existe un “caos de sensaciones”, y que el orden y estructura que percibimos en él es porque lo aporta el sujeto. El positivismo, por su lado, se queda en la primera parte de lo que afirma el racionalismo: el mundo, sostiene efectivamente, no tiene ser, pero en este caso es porque está constituido de hechos cambiantes, ninguno de los cuales tiene sustancia perdurable. Frente a racionalistas y positivistas, la nueva forma de mirar que llega de la mano, entre otros, de Ortega, constata que el mundo tiene orden, estructura, ser, pero no porque el sujeto se lo aporte, sino en sí mismo. Lo que hace el sujeto es des-cubrirlo, levantar el velo que constituye la miríada de hechos individuales, y al fondo de ellos constatar el ser, la estructura, el orden, la relación entre los hechos. Pero todo eso, el ser, a quien pertenece es al objeto; el sujeto no hace más que descubrirlo. Ejemplo: un individuo atraviesa a lo largo de su vida por múltiples situaciones; pero no son cada una de ellas algo autónomo y que no tenga que ver con las demás, que no haya, por tanto, individuo propiamente dicho, que es por lo que se han decantado las teorías situacionistas y de la deconstrucción, las que han pretendido reducir la realidad a solo situaciones o fragmentos. En realidad, las partes de la vida de ese individuo están unidas por un denominador común: él mismo. Ese individuo tiene un ser: precisamente, su vida. Esa vida consiste en la trayectoria de su confrontación con las cosas, que le lleva a buscar entenderlas, saber a qué atenerse, tener de ellas una interpretación que le salve del caos.[1] Cit. en O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 524. [2] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, pp. 526-27. [3] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 527. [4] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 530. [5] Cit. en O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 531. [6] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 533. [7] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 533. [8] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 534. [9] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 535. [10] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 535. [11] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 538. [12] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 538. [13] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 538. [14] Cit. en O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 539. [15] O y G: “La ‘Filosofía de la Historia’ de Hegel y la historiología”, O. C. Tº 4, p. 541.