Cómo superar la incomodidad o vergüenza de relacionarte con los demás

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

Este nuevo post surge a partir de una pregunta que me hizo una alumna del curso SelfCoaching. En este curso tan profundo tratamos temas muy variados como: la aceptación, la confianza, la autoestima, el niño interior o cómo superar algunos miedos. O el tema del post de hoy es muy interesante porque a muchas personas les cuesta relacionarse con los demás. Sentimos incomodidad o vergüenza cuando tenemos que hablar con otras personas.

Y por eso, hoy te voy a dar 5 pasos para que consigas relacionarte mejor con los demás.

Para responder a esta pregunta grabé un vídeo. Así que, si no tienes tiempo de leer el post completo, puedes ver o escuchar los pasos a seguir directamente en el vídeo.

Cómo surge la emoción de vergüenza

Ya sabes que me gusta buscar el por qué o el para qué de lo que sucede en la vida, y es que las emociones tienen un disparador, una razón por la cual surgen para poder entender mejor por qué nos pasa lo que nos pasa.

Lo primero es entender cómo surge y por qué lo hace la emoción de vergüenza. Las razones por las que se desencadena la emoción de vergüenza podrían estar en la infancia, aunque no siempre es así y surge en algún momento de nuestra vida adolescente o incluso adulta.

¿Para qué aparece la vergüenza?

La vergüenza, como todas las emociones incómodas (que no negativas), aparece para protegernos. Y por tanto la vergüenza también tiene su parte positiva. En las dosis justas nos ayuda a desarrollar nuestro sentido de responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia los demás. Nos dice que esto que hicimos está mal y nos indica el camino a seguir: no volver a hacer esto que no nos parece correcto.

Pero cuando la sensación de vergüenza es frecuente, nos limita muchísimo. Y es que la persona que siente vergüenza vive con el miedo a que los demás descubran sus debilidades o está sintiendo constantemente el poder de una creencia limitante de "hay algo mal en mí" (esto último lo cuento en mi curso gratuito Creencias Raíz al que puedes unirte en este enlace, si aún no lo has hecho).

En muchas ocasiones, la vergüenza también está relacionada con una baja autoestima, ya que la valoración externa es más importante que la propia valoración hacia uno mismo, impidiendo mostrarnos a los demás tal como somos.

¿Cómo empezar a transformar la vergüenza?

Ahora que ya hemos entendido cómo funciona esta emoción y cuáles son sus desencadenantes, tal vez me digas: "Vale María, entiendo perfectamente lo que pasa, pero ¿cómo empiezo a transformar esta emoción?".

¡Pues allá vamos! A partir de ahora te voy a ir guiando a través de 5 pasos para ayudarte a que dejes de sentir vergüenza o al menos rebajes su fuerza.

Esta emoción tan desagradable podemos sentirla cuando tenemos que hablar con otras personas. O cuando conocemos a otras personas. O simplemente queremos conocer a alguien e incluso empezar a salir con una persona que nos gusta...

En todo lo que tiene que ver con relacionarnos con otras personas surgen emociones, creencias, miedos ... Aparece el miedo al rechazo, miedo al qué dirán y en definitiva, la necesidad de aprobación.

Entonces, de repente, todo estos miedos y creencias resurgen con fuerza y en ocasiones no sabemos qué hacer para llevarlo mejor. Si te cuesta expresarte o relacionarte con los demás... Tal vez te cuesta mostrarte o exponerte... Si es tu caso, continúa leyendo porque quiero ayudarte.

Así que, vamos a analizar qué está detrás de la emoción de vergüenza y qué acciones concretas puedes tomar para cambiar esta situación.

1# Las creencias que sostienen tu emoción de vergüenza

El primer paso tiene que ver con lo que tú piensas. Todo empieza en nuestra mente, en lo que pensamos o creemos. En este caso, seguramente, hay una serie de creencias, y quizás no somos conscientes de ellas o tal vez sí, pero nos están impidiendo dar el paso.

Así que lo primero es detectar esas creencias. Si te cuesta relacionarte con otras personas o hablar de ti, siéntate con tranquilidad en un sitio cómodo. Visualiza esa situación. Visualízate a ti mismo en ese contexto. Observa cómo estás pensando. Qué cosas crees que pueden pasar si empiezas a mostrarte cómo eres o a relacionarte con los demás.

Tal vez tienes creencias como: "No sé qué decir", "No tengo nada interesante que aportar". Tal vez piensas: "No me van a entender", "Se van a burlar de mí" o "Pensarán que soy una pesada si cuento lo que pienso" o "Dirán que quiero algo de ellos, que soy una persona interesada". O incluso tal vez pienses que los demás pensarán algo malo de ti, de tu aspecto físico, de tu forma de hablar, de tu acento, etc.

Yo siempre cuento que tuve bastantes problemas de expresarme cómo era, hace bastante tiempo y en muchos contextos. Sobre todo, en el contexto laboral donde yo me sentía menos cómoda. Con lo cual a veces me costaba entablar relaciones con compañeros de trabajo.

Y, sobre todo, cuando empecé a vivir en el extranjero. Tenía que hablar en inglés y pensaba que debía tener un nivel muy alto de inglés. Creía que todo el mundo lo dominaba. Aunque yo nunca he sido mala hablando inglés, me sentía incómoda al hablarlo por si decía mal alguna palabra.

Todo eso a veces nos influye, con lo cual nos volvemos más cerrados, no hablamos con los demás y la gente cree que somos personas incluso antipáticas.

En mi caso no era para nada así. Cuando alguien llegaba a conocerme un poco más, se daba cuenta de que era una persona divertida, interesante. Sin embargo, yo no me atrevía a mostrarme cómo era por ese miedo a que pensaran que yo no era lo suficientemente buena en inglés o que yo no era una persona interesante o que nunca se me ocurría nada que decir.

Así que, a veces me quedaba callada y la gente se iba alejando un poco de mí.

Entonces, lo primero es detectar cuál es el mayor miedo o las creencias que sostienen esos miedos. Es decir: lo que pienso que puede suceder si me muestro como soy, si digo lo que pienso, si hablo con los demás, etc.

Tus creencias sobre los demás que sostienen tu emoción de vergüenza

También es muy importante que no sólo pensemos en lo que pensamos de nosotros, sino en lo que pensamos de los demás. Muchas veces, se trata de nuestras creencias más arraigadas sobre otras personas.

Si pienso que los demás son malos. Si pienso que la gente es desagradable. Si pienso que la gente no quiere que le molesten. Si pienso que la gente siempre está ocupada y no tienen tiempo para mí...

Entonces estas creencias también están bloqueándome a mí para poder abrirme a esas personas porque ya tengo unas creencias anteriores. Tengo prejuicios de los demás.

Así que, quizás hay que revisar cómo pensamos de la vida, qué pensamos de los demás. ¿Es bueno pensar así? O, por el contrario, ¿nos está perjudicando?

Entonces, en este primer paso, detectamos las creencias sobre nosotros mismos y las creencias que tenemos sobre los demás.

2# Cómo convertir tus creencias limitantes en potenciadoras

Este paso es muy importante porque vamos a ver si esas creencias que tenemos nos están ayudando a conseguir nuestro objetivo o todo lo contrario.

Obviamente, en mi caso, me están impidiendo realizarme, sentirme más cómoda con los demás y poder relacionarme.

Entonces, vamos a ir cambiando esas creencias negativas por otras más positivas, pero siempre realistas. No hace falta decir que eres la persona más divertida del mundo si sabes que no lo eres. Pero puedes decir: "A veces soy divertida".

Y recordar casos y situaciones en los que sí has sido divertida. Quizás eres divertida con tus hijos, con tus padres, con tus mascotas o quizás con tus amigos o con esa única persona. Quizás a solas eres esa persona.

Vamos a buscar ejemplos donde te puedes demostrar que puedes ser de otra forma. O donde te demuestras que la gente no es cómo piensas.

Si tu creencia es que la gente siempre está ocupada, puedes pensar en situaciones en las que quizás estabas ocupada y alguien vino a ti, te preguntó algo y ayudaste a esa persona. Y no pasó nada porque estuvieras ocupada. Dejaste algo de lado y te enfocaste en esa otra persona.

Así que vamos a buscar ejemplos realistas de tu propia vida que demuestren que tus creencias no son ciertas. Recuerda que, vamos a crear creencias más positivas, pero siempre realistas.

Por ejemplo, si la creencia anterior es: "Se van a dar cuenta de que yo no hablo bien inglés" (en mi caso, no soy lo suficientemente fluida, etc.). Entonces, puedo decir: "Hay muchas personas que no son fluidas en inglés y, sin embargo, se relacionan perfectamente".

A mí me ayudaba mucho ver a estas personas. De hecho, yo tenía una jefa inmediata que hablaba un inglés pésimo. Y ella no tenía ninguna vergüenza de decir las cosas que tenía que decir.

Me ayudó darme cuenta de que hay otras personas que hablan peor que yo, pero se expresan sin miedo al qué dirán.

Así que observar el ejemplo de otras personas me ayudó a darme cuenta de que nadie les estaba juzgando duramente. Quizás era yo la persona que más les juzgaba por dentro. Darme cuenta de todo esto me ayudó mucho a rebajar ese nivel de estrés y empezar a hablar inglés de forma más abierta y tranquila.

Así que en esta parte vamos a crear nuevas creencias y a fijarnos en la realidad. Esto es muy importante. Escoge creencias que no sean ficticias como: "Soy la que mejor habla inglés", "Soy la más guapa" o "Soy la más interesante" porque quizás no sea verdad para ti todavía.

Pero siempre puedes encontrar creencias mejores que las que tienes ahora que están sosteniendo tu estado de vergüenza tan desagradable y que quizás te están impidiendo pasar a la acción.

3# Cómo tus valores te ayudan a relacionarte mejor con los demás

En este punto vamos a ir un poco más profundo en el cambio en tu relación con los demás y tiene que ver con los valores.

¿Por qué los valores son tan importantes?

Si en mi cambio están presentes los valores, voy a estar mucho más tranquila porque soy coherente con quien soy.

Así que es muy importante saber cuáles son nuestros valores. ¿Por qué quieres relacionarte con los demás? Tal vez para mí un valor importante sea la autoexpresión, la creatividad o la libertad.

Entonces cuando no me permito relacionarme con otros, estoy también viviendo en contra de mis valores. No me estoy sintiendo libre porque no estoy actuando como yo quisiera.

Quiero relacionarme, pero no me lo permito. No me estoy expresando como soy y eso también está en contra de mi valor de autoexpresión. Por tanto, tampoco me siento una persona creativa que pueda encontrar nuevas opciones, nuevas posibilidades.

Por ejemplo, en mi caso, soy una persona sociable y el no poder comunicarme con los demás, me hacía sentirme aislada. Con lo cual aquí estaba también otro valor importante que es la comunicación que estaba cortando y me estaba sintiendo bastante infeliz.

Con lo cual, al darme cuenta de todo ello, puedo redirigir mis nuevas creencias y anclarlas a esos nuevos valores. En mi caso, mi valor de libertad, mi valor de autoexpresión, mi valor de sociabilidad o de comunicación.

Recuerda, es muy importante ser conscientes de nuestros valores.

4# Cómo estás literalmente creando tu emoción de vergüenza

Ahora vamos a la emoción en concreto. Muchas personas me vais a decir que tenéis claros vuestros valores, vuestras creencias y tenéis vuestras nuevas creencias. Pero cuando tenéis que hablar con esa persona o ese grupo de personas, aun así, sentís algo muy típico como miedo o sensación de ansiedad, estrés o vergüenza o incluso os ponéis rojos...

Y te cuento esto porque yo también lo viví. En ocasiones me ponía roja cuando estaba delante de un grupo de personas y me tocaba hablar a mí, pues sentía que todo el mundo me estaba mirando. Y eso me hacía sentir todavía peor porque trataba de controlar todo eso y no podía porque era una reacción automática de mi cuerpo.

De hecho, sobre el miedo a hablar en público escribí este post explicando cómo conseguí afrontarlo con mayor seguridad.

Así que ahora vamos a ir un poco al tema menos fácil a priori, pero que también se puede trabajar. La emoción. Las emociones, según el coaching estratégico, se forman en base a triadas. Es decir, 3 aspectos que influyen en que una emoción determinada aparezca.

Esos 3 aspectos son:

  • En primer lugar, el enfoque. Es decir, adónde llevo mi atención.
  • El segundo es el lenguaje. Es decir, qué palabras utilizo para describir esa situación y qué significado le doy.
  • Y, por último, hablamos de fisiología. Cómo está mi cuerpo. Hay cosas que no puedo controlar como el hecho de ponerme roja que te contaba antes, pero sí puedo controlar mi postura. Incluso puedo controlar la voz. Si hablo más alto o hablo más bajo. Si gesticulo o dejo de hacerlo. Entonces, sí hay cosas que están en mi mano y dependen de mí.

Vamos a analizar cómo es esa emoción de vergüenza.

Primero, en qué te estás enfocando. ¿Te estás enfocando en los demás o en ti? ¿Te estás enfocando en cómo te miran los demás? ¿O te estás enfocando en alguna persona concreta del grupo que tiene una expresión menos amistosa? ¿O un gesto más serio?

Si tu lenguaje es: "Esa persona me está juzgando", "No le gusto" o "Esta persona está pensando esto y lo otro"... Entonces la emoción que tendrás será bastante desagradable.

Sin embargo, si eliges poner el foco en esa persona más simpática o más agradable, va a ser mucho más fácil porque el lenguaje que vas a generar va a ser más positivo.

Por eso, siempre se recomienda que cuando damos una charla en público, nos fijemos en esos amigos o esas personas de confianza que tenemos en el público o esa persona que tiene una sonrisa en la cara o asiente cuando explicamos algo. Esa persona nos va a dar mayor confianza y mayor seguridad porque vamos a generar un mejor lenguaje interno: "Esa persona está interesada", "¡Qué simpática!", "¡Qué agradable!"

Y nuestra fisiología también nos va a ayudar. Si pensamos cosas desagradables, lo normal es que nuestro cuerpo se haga más pequeñito. Tal vez nos sintamos incómodas. O si estamos de pie, tal vez no encontremos la postura. De hecho, a mí me pasaba mucho y de vez en cuando me sigue pasando. O incluso quizás no sabes qué hacer con las manos. No sabes si meterlas en los bolsillos, ponerlas detrás, delante, cruzarlas...

Cuando estamos relajados, no pensamos en todo esto. Con lo cual es muy importante que empecemos a enfocarnos en aquello que sí nos da mayor seguridad. Puede ser un objeto como un bolígrafo y así sabemos qué hacer con las manos.

Puede ser incluso un tipo de ropa que nos ayude a sentirnos más seguros. Si vamos con ropa que no es cómoda o no nos vemos bien, empezamos a generar un lenguaje interno negativo y eso acarrea también una fisiología y una emoción desagradable.

Así que, como ves, podemos influir en las emociones. Vamos a enfocarnos en lo positivo. Vamos a fijarnos en personas que nos dan mayor confianza. Si te cuesta hablar con personas, habla con aquellas que te resulte más fácil.

En mi propio caso que te he contado antes con respecto a hablar inglés, empecé a elegir a una persona que tampoco fuera super fluida en inglés y hablaba con ella, de forma que me sentía más segura. Así sentía que, si esa persona tampoco era tan fluida, tampoco me iba a juzgar. Con lo cual mi lenguaje interno era mejor, mi cuerpo estaba mejor y estaba practicando, estaba pasando a la acción.

5# Y a partir de ahora, ¿qué vas a hacer?

Por último, el paso 5 es tu plan de acción. En coaching es muy importante generar planes de acción. Es decir, cómo pasito a pasito vas a conseguir este objetivo.

Ya hemos visto varias cosas: generar nuevas creencias, nuevas afirmaciones y repetirlas. Recuerda que los cambios no se dan de un día para otro. Hace falta insistir porque si llevas muchos años diciéndote ciertas cosas desagradables y te las crees, vas a ir cambiando esas cosas poco a poco por otras más positivas. Puedes hacerlo ante un espejo, grabándote, etc. Verás ¡qué poderoso es!

Vamos a hacer al menos una acción diaria que nos ayude a generar ese nuevo estado de mayor confianza para ir practicando nuestra nueva identidad. Estamos cambiando por dentro y es un cambio de identidad también.

Algunas acciones que podemos tomar pueden ser, por ejemplo, sonreír a alguien desconocido. Decir hola a alguien desconocido. Entablar una conversación sencilla con alguien preguntándole qué tal está, por ejemplo, en el ascensor o en un supermercado. Empezar por algo pequeño que sientas que puedes controlar. De esa manera, te darás cuenta de que sí puedes entablar una pequeña conversación.

Una cosa que también nos puede ayudar es prepararnos de antemano. Lo mismo que cuando damos una conferencia y la preparamos de antemano, puedes escribir en un papel cómo quieres que sean esas conversaciones que vas a tener con esas personas.

Por ejemplo: cuando mañana veas a tu compañera de trabajo, puedes preguntarle qué tal le ha ido el fin de semana y contarle lo que tú has hecho durante el fin de semana.

Entonces lo ensayas en casa como si estuvieras hablando con esa persona. Con lo cual cuando llegue el momento, ya tienes algo que decir. No tienes que pensarlo.

Descubre cómo quieres que sean tus relaciones

También es muy importante que sepamos cómo queremos que sean nuestras relaciones con los demás. Si no sabemos lo que queremos, es muy difícil que lo alcancemos.

Entonces, tenemos que sentarnos a pensar cómo nos gustaría que fueran, en el mejor de los casos, nuestras relaciones con los compañeros de trabajo o con una persona en concreto. Definir qué conversaciones nos gustaría tener, de qué temas nos gustaría hablar, qué nos gustaría preguntar o qué nos gustaría saber de esa otra persona.

A veces, nos cuesta hablar de nosotros. Entonces, tenemos el truco de preguntarle al otro cómo le va, cómo le van las cosas. Y cuando surja, comentamos algo nuestro personal.

Con lo cual, insisto, es muy importante saber qué queremos de las relaciones.

El pequeño truco que me cambió la vida

Y, por último, quiero compartirte un truco que yo misma empecé a utilizar hace bastantes años cuando empecé mi camino de desarrollo personal. En este camino, descubrí un mantra que repetí durante varios años todas las mañanas durante 15 minutos dentro de mi rutina matinal: "Yo deseo felicidad a todo el mundo". Repetía este mantra durante 15 minutos y lo hacía conscientemente, sintiendo el significado de esta frase.

Incluso podemos hacer algo tan simple que cuando vamos por la calle y nos cruzamos con alguien, le deseemos felicidad o le digamos por dentro que le queremos. No es necesario que nos oiga. Es un acto en el que nos reconciliamos con los demás y nos damos cuenta de que es bonito ese contacto. Nos damos cuenta de que, en el fondo, la gente es buena.

Te cuento una anécdota que me pasó el día que grabé este vídeo. Ese día era el día de la paz. Mi marido y yo fuimos a llevar a las niñas a la escuela infantil y nos tocó a todos los padres escribir en una pequeña cartulina un deseo de paz, algo positivo para ese día. Luego las profesoras colgaron todas esas cartulinas en un árbol en la escuela.

Empecé a mirar las cartulinas y me di cuenta de que seamos quienes seamos, ya que en esa escuela hay gente de muchos sitios y con vidas muy dispares... Vi tantos mensajes positivos que pensé que en el fondo todos deseamos lo mismo. Aunque tengamos conflictos o tengamos miedos, todos deseamos ser felices y que haya paz en el mundo.

Así que ahora que has llegado al final de este post, espero que te haya servido para que empieces a mejorar tu relación con los demás y empieces a cambiar esas creencias, a fijarte en tus valores y te vayas fijando en qué te estás enfocando, cómo estás generando tus emociones y, sobre todo, que empieces a dar esos pequeños pasos para empezar a relacionarte con otras personas desde el amor y no desde el miedo.

Ahora te toca a ti. ¿Qué te ha parecido el post? ¿Tienes algún truco o sugerencia o alguna herramienta que uses que te está ayudando a relacionarte mejor con los demás?