Una buena amiga me recomendó leer esta entrevista. La verdad es que quedó traspapelada hasta que hoy la he vuelto a recuperar y creo que dice un montón de verdades que condicionan nuestra manera de relacionarnos.
Pablo Palmero es psicólogo y cocreador de unos talleres vivenciales de dinámica grupal donde se explora la manera de relacionarse con uno mismo, con los demás y con el entorno. Su trabajo se centra básicamente en el estudio del autoconocimientoa través de diferentes alternativas. Su último libro, 'Dime cómo te relacionas y te diré quién eres',
habla de que la comunicación con uno mismo y la forma agitada que vivimos el dia a dia quizás sean puntos a tener en cuenta.
-¿Quién debería leer o para quién está escrito ‘Dime cómo te relaciones y te diré quién eres’?
Se trata de un libro recomendable para los que quieran profundizar en el origen de las incoherencias, las contradicciones y demás locuras relacionales que todos de un modo u otro compartimos. Será muy bien acogido por los que quieran conocerse mejor y construir relaciones más sanas y honestas.
-¿Vivimos una época en la que creamos relaciones superficiales?
La superficialidad en el trato humano es la gran lacra de nuestros tiempos. Vivimos en la época del “fast-food sentimental”. Las comunicaciones a distancia mediante mensajes de texto, chats, twitters, facebooks, etc. son algunas de la nuevas fórmulas compensatorias. Pero no olvidemos que la nutrición afectiva que recibimos a través del contacto cercano y directo es insubstituible.
-¿Por qué nos cuestan tanto las relaciones profundas?
Porque eso implica profundizar también en uno mismo. Cuando intentamos vincularnos o comprometernos con alguien (amistad, pareja, etc.) los miedos y las heridas relacionales que tenemos encerrados dentro, tienden a aflorar. Los roles y los mecanismos neuróticos que nos sirven para sobrevivir y ocultar las carencias y dificultades entran en crisis. Los viejos fantasmas salen de su escondite y las relaciones van pasando poco a poco de ser fuente de excitación e ilusión a convertirse en motivo de preocupación, angustia y asfixia. Por eso mismo, y para no repetir una y otra vez las mismas historias, es importante realizar un proceso de revisión y transformación que incida en nuestra dimensión relacional y afectiva.
-¿Es nuestra relación con la familia la que marca nuestra forma de relacionarnos?
El vínculo afectivo que establecemos con nuestra madre y padre conforma la base sobre la cual vamos aprendiendo a relacionarnos con la vida. Su manera de ser, y de reaccionar frente a nuestro movimiento o nuestras necesidades, afectará a la forma que tengamos de responder ante el mundo. Aunque evidentemente no es la única, su influencia es primordial para comprender cómo y porqué nos relacionamos como lo hacemos.
-¿Y la educación?
La educación tiene también un papel fundamental. Desde pequeñitos ideamos sistemas para crear trabajadores técnicos y especializados a costa de despersonalizar y quebrantar el natural desarrollo de las criaturas. Llevamos mucho tiempo priorizando el “hacer” al “ser”. La competencia y los resultados tienden a suplantar la creatividad y espontaneidad. La crisis social y económica que sufrimos requiere desde ya una revolución en la manera de plantear la educación.
- En el libro hablas de un terrorismo emocional generalizado, ¿qué quieres decir?
Ejercemos el terrorismo emocional cuando utilizamos el abuso de poder para manipular bajo amenaza aquellos que dependen de nosotros. El caso más flagrante y desgraciadamente también más desapercibido, es cuando este tipo de violencia es ejercida contra los más indefensos, los niños. Por una especie de consenso social se ha normalizado el abuso mediante atemorización y coacción. Los hijos evidentemente, acaban sometiéndose, pero la consecuencias son nefastas.
El terror a ser castigado o abandonado mediante la indiferencia cuando no hacemos lo que se espera de nosotros, hace que poco a poco vayamos desconfiando de todas las personas aunque éstas digan querernos. A su vez inconscientemente, tendemos a aplicar estos recursos para dominar a los demás. Este tipo de perversión acaba reverberando en todas las áreas de la sociedad.
- ¿El principio del enamoramiento es la fantasía?
El enamoramiento se basa en la creencia de “creer conocer a un desconocido”, y en el deseo de que “nuestra vida cambie a mejor por el simple hecho de estar a su lado”. Evidentemente ninguna de estas ideas son ciertas, y el batacazo sólo es cuestión de tiempo. Ahora bien, lo importante es cómo estamos y qué queremos cuando las crisis empiezan a aparecer. Un reto se vuelve a abrir en ese momento: optar por una nueva e ilusionante historia de “amor” o bien profundizar en el conocimiento de la otra persona y de uno mismo.
- ¿Abunda mucho el “Síndrome de Houdini” o el “escapismo sentimental”? ¿Por qué?
Como digo en mi libro, todos sufrimos de 'houdinismo', porque todos de un modo u otro desconfiamos de los demás. El maltrato recibido y acumulado a lo largo de nuestra vida hace acto de presencia cada vez que intentamos comprometernos con alguien. Cuando esto sucede, lo importante de nuevo es, poder responsabilizarse de la propia dificultad e iniciar un proceso que nos ayude a aclararnos y discriminar donde empieza la historia personal y donde la realidad actual. En juego está la posibilidad de vincularnos a la vida a través del amor y la entrega. Lo digo desde el convencimiento de la propia experiencia de diez años en pareja.
- ¿La relación con nosotros mismos debe ser el aspecto principal a cuidar y a analizar?
La relación con uno mismo es el eje a observar y transformar, sin embargo hay una paradoja que no podemos pasar por alto. Para conocerse a uno mismo necesitamos también a los demás. El entorno es el espejo que permite vernos, la realidad que nos confronta, la fuente que nos nutre y las manos que recogen nuestros potenciales y sentimientos. Si no disponemos de unas condiciones y un entorno que nos apoye y quiera conocer quien realmente somos, todo trabajo personal quedará restringido, limitado.
-¿Cómo podemos mejorar las relaciones con nuestro entorno: compañeros de trabajo amigos, etc.?
Ahondar en caminos que nos lleven a sentir quiénes somos y quiénes son realmente los demás, y dejar de estar tan enfocados en los ideales sobre lo que deberíamos sentir, pensar o hacer. Profundizar en el origen de nuestros conflictos. Hallar nuevos registros de relación. Potenciar los proyectos creativos colectivos. Observar como nos comunicamos... Mostrarnos desde lo que nos pasa y sentimos es la única manera de llegar a un contacto y una empatía que permita la cercanía, el compromiso y la colaboración.