Como te ves me vi…

Por Andrea Alanís @andrealanis

Cindy Crawford y familia para JCPenney

Como adulto no sólo pierdes la capacidad de asombro también pierdes la memoria.

Conforme vas avanzando en el camino de la vida y las velitas se van amontonando en el pastel, se te olvida que alguna vez fuiste niño, joven, adolescente, que fuiste torpe, zonzo, insensato, inmaduro y que tomaste un sinfín de decisiones bajo el influjo hormonal, del alcohol incluso de las drogas. Se te olvida las veces que botaste el estudio por la parranda, que esperabas con ansía el fin de semana para visitar el antro de moda. Que te enamoraste y desenamoraste a golpe de tus pasos, que preferías ver la TV en lugar de un libro, que te quedabas con tus amigos en vez de ir con tus papás a algún pueblo mágico (léase aburrido). Se te olvida que llegaste con notas deficientes y que las matemáticas, la física y la química no eran más que para hacer caricaturas del profe, para molestar al de junto o para mandarle recaditos al novio en turno.

Pero eso queda atrás. Hoy eres un adulto que viste bien, come y bebe con medida, se cuida, hace ejercicio, compra productos orgánicos y tienes más conciencia ambiental, es probable que leas bastante, te gusta estas informado y si de algo no sabes, tienes la suficiente labia para de todas maneras opinar. Tienes responsabilidades y una imagen que respetar.

El cambio no está del todo mal supongo que a eso se le llama madurar pero ¿y la memoria? porque hoy también te sientes con derecho a ningunear al chamaco menso que cuelga una foto en Facebook ahogado con el vaso a medio servir o a aquellas niñas y sus morritos. O a la que escribe que anda de fiesta en fiesta o que pone fotos con un novio diferente cada semana. Hoy te espantas incluso te enojas si alguien cercano a ti (primo, sobrino, amigo del amigo) deja los estudios, o truena alguna materia. Y te indigna que ese mismo escuincle no levante los trastes de la mesa o no ayude a su mamá en la casa.

Ahhhhh pero se nos olvida todo

Los que tenemos treinta y tantos agradecemos (por lo menos yo) haber crecido en una era sin Facebook que si no ¡Diablos! no me daría abasto buscando fotos que borrar. ¡Trágame tierra!

Lo bueno de tener más de treinta es que hiciste las estupideces antes de que existiera Facebook

A nuestros papás también se les olvida que fueron chamacos de hecho si analizas bien su edad y el momento en el que crecieron seguro te vienen a la mente palabras como sexo, droga, rock & roll, haz el amor no la guerra y paz hermano. Y ya si insistes en buscarle tres pies al gato te darás cuenta que las drogas, esas de las que escuchas a los padres escandalizarse o que tienen a bien señalar al hijo del amigo, pues mmm.

Photos of Life at Woodstock Festival 1969

Quizá sean otros tiempos, (otras drogas, otro tipo de ociosidades) pero las tonterías juveniles las hicieron, las hiciste y se seguirán haciendo.

La próxima vez que quieras criticar a la hermana de tu amiga por una foto de FB, acuérdate que quizá tú, hiciste cosas peores. La diferencia es que no había esa tecnología que los almacenaba pero de que están en tu memoria y quizá en la de alguien más, están. Así que sigue creciendo, madurando y siendo una persona responsable sólo antes de escandalizarte por “la juventud” pues mejor calla y recuerda.