Foto tomada de internet (lavanguardia.com)
Estoy seguro que habrá quien me tache de exigente y/o inconformista después de leer esta entrada (o incluso ya de antes), pero es lo que hay. Me habrás escuchado o leído en mas de una ocasión criticar la penosa tapa me han puesto en algun bar o el trato recibido por parte de algún "amable" comerciante, cosa que por desgracia, se repite cada vez mas.Pero en el fondo (y por suerte), todo se suele quedar en eso: un mero comentario, a lo sumo la sensación de haber tirado por el desagüe un par de euros, y la cosa se soluciona con no volver al sitio en cuestión.
Aunque al principio tenía muy claro que quería expresar mi opinión al respecto de esto último que me ha pasado, luego pensé que quizás sería mejor dejarlo estar, pero al final me he dado cuenta que si me callo reviento, y como hablar es gratis y encima lo que diga puede ser de utilidad para alguien, pues aquí estoy.
Hace dos fines de semana y con motivo de una celebración personal, reservé mesa para cenar con mi mujer en un conocido restaurante japonés de León. Como somos bastante aficionados a la comida asiática en general, y a la japonesa en particular, pensamos que la elección había sido la correcta, pero la suerte no pareció estar de nuestra parte.
Soy de los que opinan que en restaurante de este tipo, sea asiático, japonés o lo que sea, aparte de la lógica calidad esperada de la comida, ésta debe estar acompañada por un servicio a la altura de las circunstancias (y del desembolso que se hace, ya que no es algo que se haga a diario), pero por desgracia parece que hoy en día con sólo encontrar una de esas dos cosas ya hay que darse por satisfecho. Y si te encuentras las dos, puedes ponerle una vela a algún santo o darte con un canto en los dientes a modo de celebración.
Respecto a la calidad o abundancia en los platos, está muy clara la tendencia actual en este tipo de restaurantes de ponerte la muestra, bocados "delicatessen", en lugar de un plato del que te ponen con un menú de 12 euros, pero uno ya sabe a que atenerse cuando va a este tipo de restaurantes. Incluso si por cualquier motivo, además de la cantidad fallase la calidad, pero el servicio fuese excepcional, la cosa quedaría equilibrada (a la par que tu con hambre :-).
¿Pero que pasa cuando te das cuenta que practicamente todo es un despropósito?
Para empezar, al llegar al restaurante comprobamos con cierto asombro que las mesas eran minúsculas, pero pequeñas de verdad, haciéndonos dudar que en ese espacio pudiesemos comer cómodamente los dos.
El segundo tema fue al intentar localizar un perchero para dejar el abrigo, el cual no pudimos encontrar por que no había ninguno. Como no había sitio físico para dejarlo, les pedí si por favor podian guardarme el abrigo en algún sitio, pero debió de parecerles una petición muy extraña, ya que tuvieron que consultarse los unos a los otros con expresión de asombro, hasta que por fin aceptaron y se la llevaron.
Antes de pasar al tema de la comida, mencionar que en la planta de abajo del restaurante hay un bar, y durante gran parte de la cena, tuvimos como banda sonora los gritos de la gente que alegremente tomaba unas cervezas con sus correspondientes tapas.
Ahora si que vamos con lo referente a la comida. Al traernos las cartas (la del menú de desgustación, la de los vinos y la carta de platos), la pregunta que hicimos a la camarera fue la siguiente: «Teniendo en cuenta que nos gusta probar cosas nuevas, ¿nos recomiendas el menú degustación o mejor pedir platos sueltos?». La respuesta fue esclarecedora: «El menú degustación está muy bien.». Nos quedamos un momento esperando alguna información a mayores, pero no llegó, así que para asegurarnos, volvimos a preguntar, y la respuesta fue la misma. Total, que decidimos pedir el menú degustación, momento en el que nos informó que todos eran platos frios y crudos. La verdad es que si en un restaurante japonés, y además en León donde a la gente le cuesta salir de lo tradicional, te responden eso al consultarles, no entiendo como siguen abiertos.
Por cierto, que junto al resto de menús, la camarera nos entrego una hoja arrancada de un cuaderno con un plato que estaba fuera de carta, escrito a boli. Si un restaurante donde el menú degustación son casi 40€ (bebida aparte) no tienen una impresora para imprimir esas opciones de fuera de carta, da que pensar. Pena no haberle echo foto al manuscrito :)))
Para beber, pedimos una botella de vino semidulce y una cerveza Estrella de Galicia, ambas bebidas las trajeron del tiempo, pero con el vino trajeron una cubitera con hielo, detalle de agradecer. Respecto a la cerveza, tuve que decir que por favor, metieran una en el congelador, porque no había quien se la bebiera.
En lo referente al menú degustación, poco que destacar, en general muy poca comida, y de los siete platos, decidieron juntar dos en uno... Para mi en realidad este "dos en uno" fue el mejor de los siete. El último plato fue una especie de carpaccio de carne (tataki de buey, exactamente), para mi gusto cortada excesivamente gruesa, por que había que masticarla un rato, y el postre, tenía tantos sabores y tan fuertes, que dejaba a lo que realmente tenía que destacar en un quinto plano.
El resultado fue que salimos como para ir a comer un bocata por ahí, después de habernos dejado 100 euros, habiendo pagado una burrada por una botella de vino que vale 5 euros, y para mas inri, la cerveza caliente.
Resumiendo un poco... cuando decides ir a un restaurante donde pagas alrededor de 50 euros por persona, esperas un mímino de calidad tanto en la comida como en el servicio que lógicamente no vas a encontrar en un sitio donde el menú te cuesta 12 euros (en este caso, me he encontrado sitios muchos mejores a ese precio). Salir con la sensación de haber perdido el tiempo y el dinero se traduce básicamente en que no volveremos mas, y por supuesto, cuando me pregunten diré lo que opino.
¿Que ha sido mala suerte?. Es probable, pero por el precio del cubierto no debería quedar nada a la suerte. ¿Que no voy a repetir?, lo tengo clarísimo, y es una pena, por que aquí en León la oferta de restaurantes de este tipo es bastante reducida.
Al final está bien que las cosas pasen, aunque sinceramente hubiese preferido no tener que escribir esto. Si todo lo expuesto sirve para que aquellos que se dedican a la hostelería entiendan que para mucha gente supone un esfuerzo ir a comer a sitios de este tipo y que la suerte no debería estar presente en la valoración final de la experiencia, me doy por satisfecho, y si no, ¿y lo a gusto que me he quedado? :-P