La manera como una persona responde a la adversidad revela su identidad. Y las situaciones difíciles son las ocasiones cuando los hijos de Dios más necesitan respaldar con hechos sus palabras. Es fácil decir: “Yo confío en el Señor” o “Mi Dios es fiel” cuando todo marcha bien. Pero, a menos que los creyentes reconozcan que Él es soberano aun en la adversidad, podrán sentirse tentados a quejarse y a buscar que los compadezcan. Quienes confían en la fidelidad y en la soberanía del Señor tendrán su vista puesta en Él, y como resultado verán que su ansiedad y sus dudas se apaciguarán.
Para superar la adversidad, debemos comenzar a avanzar en medio de ella. Aunque es posible que no sepamos cuál sea el propósito de Dios, es fundamental que el creyente que esté sufriendo se rinda a la voluntad de Dios. Rendirse totalmente al Señor aumentará nuestra fe, nos conformará a la imagen de Cristo, y hará que el plan de Dios se lleve a cabo para nuestras vidas.
Rendirse no parece ser la manera de avanzar. Pero, al hacerlo, le estamos dando el control a Dios, y diciendo: “Guíame adondequiera que yo vaya”. Entregarse a Dios de esa manera, requiere mucha fe, pero podemos hacerlo pues servimos a un Señor que es digno de nuestra confianza.
(En Contacto)