Como un elefante en una cacharrería
En el post sobre emprendedores, Mario Dehter me recomendó ver la película de Tucker, para ser consciente de las restricciones que existen en el mercado, y que no son precisamente intrínsecas. Y aunque yo no estoy en la misma situación que el señor Preston, si que es cierto que hemos de ser cuidadosos y no herir demasiadas sensibilidades, como mínimo hasta que te lo puedas permitir.
Si no habéis visto la película, cuenta la historia de Preston Tucker que desarrolló un automóvil novedoso y que podía poner en peligro el mercado de Ford, Christler y General Motors. Estas tres empresas usaron toda la influencia que tenían para embarrar el proyecto hasta que finalmente tuviera que vender la empresa al arruinarse por los costes legales al defenderse de los pleitos que le plantearon y dedicarse a otra cosa.
No es la primera vez que un grupo consolidado de poder usar el poder de la influencia, que no de la calidad del propio producto, para enterrar una revolución que pueda poner en peligro su status quo. En españa tenemos una larga tradición de envidia y de ser extraordinariamente cainitas con nuestros propios compatriotas, y en fila de a uno han ido desfilando personajes con ideas que podían mejorar el mundo y lo más que consiguieron fue tragar más bilis de la necesaria: Isaac Peral, Ricardo de la Cierva, Miquel Servet, Alejandro Goicoechea, etc… Que os voy a decir, nos encanta apuñalarnos unos a otros por la espalda y decir que la culpa no es nuestra, y encima, con la quinta intercostal nos ha mellado la navaja y merecemos una indemnización.
El caso es que cuando lanzamos un producto no solo hemos de ser consciente de nuestro producto y mercado, sino a quién queremos quitarle el pastel de la boca. No es lo mismo crear una solución que permita teñirse el pelo que inventar una solución de energía fotovoltaica. En el primer caso la resistencia va a ser importante, pero dentro de una lógica de competencia de mercado, en la segunda, al ser un oligopolio basado en puertas giratorias entre el estado y la empresa privada, tienes todos los números de acabar arruinado.
Si nos giramos en el mundo de las start-ups, todos sabemos quién es quién y a que se dedica cada uno. Has de ser consciente de que si entras en el juego vas a tener que saltar al son que te marquen, y que si te intentas salir puede que lo consigas, pero será extraño que sea sin consecuencias -perder la empresa, comerte las deudas, etc- Con lo que has de tener claro que compañeros de viaje vas a tener para no llevarte una sorpresa desagradable.
Pero si eres de los valientes, o como decía Linus Torvalds en su famoso post:
¿Añoras los maravillosos días del MINIX-1.1, cuando los hombres eran hombres y escribían sus propios drivers? ¿Careces de proyectos interesantes y te mueres por desafiar a un sistema operativo que puedas modificar a tu antojo?
Quizás si puedas buscar alternativas, vías alternativas y hacer crecer tu empresa sin tener entrar como un elefante en una cacharrería y sin tener que molestar a nadie, lo suficientemente rápido y de forma sostenible, como para que cuando se den cuenta de que existes, ya sea demasiado tarde y realmente puedas decir lo que piensas.
Película: Tucker: The Man and His Dream
- Bio
- Google+