Un viajero es alguien que no desea ser confundido con un turista. Un turista es alguien en pantalones cortos a quien nadie confundiría nunca con un local. Un viajero es alguien que busca perderse. Un turista es aquel que busca con desesperación a su guía para no encontrarse perdido.
Un viajero fluye; un turista confluye con otras cincuenta personas sudorosas vestidas con pantalón corto en la puerta de un autocar. Un viajero es alguien que se sienta en un café y pierde el tiempo observando los usos y costumbres de los parroquianos del lugar. Un turista es esa persona con gorra y cámara al hombro que se queja de que allí es imposible tomarse un café en condiciones.
El turista se estresa aún más durante sus vacaciones. Para el viajero, viajar es toda la terapia que necesita. El turista hace amistades entrañables con otros turistas durante el vuelo. El viajero no ve el momento de abandonar el avión para escuchar a hablar en otro idioma que no sea el suyo.
Un viajero apenas planea nada. El turista sale de su lugar de origen con todo planeado por un amable agente de viajes que nunca estuvo allí. El viajero lleva lo imprescindible en su maleta para poder llenarla de experiencias. El turista vuelve con una maleta de más para meter dentro todas las chucherías que compró en Thailandia o en un outlet de Nueva York.
En el único punto donde coinciden un viajero y un turista es en el vuelo de partida.
"...Ahora, viajero, parte adelante, para buscar y encontrar." (Walt Whitman)
Cómo Viajar Sin Ser Confundido Con Un Turista
Un viajero no compra en las zonas comerciales
La mayoría de las ciudades tienen una zona de compras donde no solo te vas a encontrar con las mismas cadenas internacionales que ya tienes en la tuya, sino que cualquier establecimiento local que visites será mucho más caro que otras tiendas fuera del circuito turístico. Un viajero es alguien que prefiere pasear sin prisas y sin listas de regalos por esas calles menos conocidas donde no hay grandes centros comerciales.
Un viajero come donde comen los locales
Desayunar, comer, cenar y tomarse una copa en el hotel es lo que hace día tras día un turista durante sus vacaciones, bien por miedo a aventurarse fuera de los seguros muros del hotel, bien por prepotencia -en ninguna parte se come como en su país- o bien por agotamiento -doce horas al día trotando detrás de su guía les han dejado sin fuerzas ni para pestañear-.
Un turista es alguien que vaya donde vaya, siempre come lo mismo.
Un viajero no visita los museos
O visita solo aquella parte del museo que realmente le interesa. Un viajero no pierde un día entero haciendo colas en museos famosos solo porque todo el mundo lo hace. Pero tal vez sí ha oído hablar de una galería de arte o de una pequeña exposición o de un concierto o de cualquier otro sitio que no sale en las guías pero que a él sí le gustaría ver antes de marcharse.
Un viajero no se hace la foto en la puerta de la casa de la celebridad local
A no ser que vayas a Memphis. Entonces sí, hazte una foto a las puertas de Graceland. Y no te vayas de allí sin presentar tus respetos al Rey.
Un viajero no se disfraza de turista
Pantalones cortos. Gorra. Zapatillas. Cámara. Mochila. Cara de pasmado. Respingo y gesto de miedo cada vez que se le acerca alguien que no es de su color.
Un viajero se mueve en transporte público
Un viajero coge el metro en Nueva York, un autobús en Kauai y se mueve en bicicleta por Ámsterdam. Un turista jamás se alquilará un coche para recorrer la península del Yucatán ("¡pero qué dices, Mexico es muy peligroso!") o cogerá el tranvía en Viena ("uy, qué lío, ¿dónde lo cojo, cómo sé dónde me tengo que bajar?"). Un turista es alguien cuya peor pesadilla es perder el autocar.
Un viajero no reserva hamaca en la piscina
¿A quién en su sano juicio se le ocurre levantarse a las 6 de la mañana estando de vacaciones para poner su toalla en la hamaca del piscina del hotel? A la misma persona que desayuna a las 7 en el hotel, se tumba al sol a las 8, come en el bar de la piscina a la una, recoge sus bártulos a las 6, cena en el hotel a las 8 y se mete en la cama a las 10, que al día siguiente hay que levantarse temprano para reservar hamaca en la piscina.
Un viajero no prejuzga
-"Los parisinos son antipáticos": A mí me sorprendieron su amabilidad y sus sonrisas.
-"Jamaica es muy peligrosa, no salgas del hotel": Salir a bailar reggae es una de las mejores experiencias que un viajero puede llevarse de la isla.
-"En ninguna parte se come como en España": Un viajero es alguien que tiene un paladar de mundo.
Un turista es alguien que, además de para varias camisetas viejas de algodón, en su maleta siempre hace un hueco para los estereotipos, los prejuicios y la rigidez mental.
Un viajero acepta las costumbres locales
Incluso aprende un par de frases en el idioma (por favor, gracias, buenos días, hola) y las acompaña de una sonrisa, algo que en cualquier parte del mundo a un viajero simpático le abre todas las puertas. Ese mismo viajero se avergüenza de la ignorancia de ese turista maleducado que a la puerta de una mezquita de un país árabe -o de un templo en Bali- se queja bien alto porque no le permiten entrar sin cubrirse las piernas.
Un viajero pierde el tiempo
Un viajero no afronta un viaje como una oportunidad de competir con su cuñado y ganarle en el número de monumentos vistos y fotografiados. Un viajero pregunta y charla sin prisa con la población local, contempla atardeceres sin estropear su belleza con un filtro de Instagram, pasea sin rumbo, toma el aperitivo con otros italianos en Italia, hace el brunch sin prisas en Copenhague. Un viajero no carga con listas de places to see que le obligan a patearse durante doce horas al día su destino de vacaciones para conseguir haberlas tachado todas antes de volver.
¿Podrían confundirte con un turista en tus próximas vacaciones de Semana Santa?