Por favor, Clemen, hoy cambie las sábanas y las toallas del cuarto de invitados que viene mi cuńada un par de días a Madrid”. Es una de las múltiples tareas que hace esta empleada de hogar, además de poner lavadoras, planchar o pasar la mopa de polvo. Clementina, asturiana de 41 ańos, se levanta todas las mańanas a las 6.30, vive en Móstoles y siempre va con el tiempo ajustado. El autobús que debe tomar pasa cada 20 minutos y no lo puede perder; si no, llega tarde a trabajar. Clemen, como la gusta que la llamen, no está dada de alta en la Seguridad Social, no porque sus empleadores no quieran, sino porque ella prefiere “no cotizar”. Así puede cobrar íntegramente sus 800 euros por 25 horas semanales.
“Hace unas semanas, mi jefa me comentó que tendremos que hacer un contrato por escrito, como marca la nueva ley, para regularizar mi situación y darme de alta en la Seguridad Social”. Clemen se muestra reticente ante este nuevo aspecto, ya que ella posee dos licencias de taxi de su difunto marido, que alquila, y está reconocida como autónoma. “Entonces, con la nueva ley, cobraré menos, żno?”. La pregunta de esta mujer no es casual. El pasado 1 de enero entró en vigor la nueva ley sobre la situación laboral de los empleados de hogar, son muchas personas las que ignoran cuáles son sus nuevos derechos y sus nuevas obligaciones. Pero tanto ellas como sus empleadores tienen hasta el próximo 1 de julio para regularizar su situación.
Nadia, ucraniana de 48 ańos, es un ejemplo de lo que denuncia Ureta. Llegó a Espańa hace dos ańos en autobús desde su pueblo natal, Lipsky, al este del país. Trabaja como limpiadora en Madrid. “No estoy dada de alta en la Seguridad Social porque no tengo papeles”, dice. Son las inmigrantes las que ocupan, en su mayoría, el empleo de hogar en régimen interno y gran parte de ellas están en situación irregular.
Betzaide, filipina de 34 ańos, es la otra cara de la moneda. Lleva cuatro ańos en Espańa, tiene todos los papeles en regla y está dada de alta en la Seguridad Social. “Mi nómina es de 850 euros al mes por ocho horas y media trabajadas”. Betzaida no se ha leído la nueva ley. Tiene suerte: no le ha hecho falta.
En Espańa, hay 700.000 personas que trabajan en el hogar, según la Encuesta de Población Activa (EPA). De ellas, 300.000 cotizan a la Seguridad Social y, de estas, solo 90.634 se han acogido a la nueva ley. Es decir, más de la mitad cobra en negro.
Los empleados domésticos ya cotizan como cualquier otro asalariado en el régimen general de la Seguridad Social. Con esta medida, el antiguo Gobierno de Zapatero quiso, según palabra del exministro de Trabajo José Blanco, “dignificar la profesión”, cuya normativa no se había reformado desde 1985. El cambio trae más derechos. Por primera vez, los empleados de hogar tendrán cobertura si sufren un accidente laboral. Si enferman, cobrarán la baja a partir del cuarto día en vez del 29ş. El empleado cotizará desde el primer momento, independientemente de las horas que trabaje al mes. Además, se ajustará su sueldo al IPC y tendrá derecho a cobrar el salario mínimo interprofesional mensual (641,40 euros). En el caso de las empleadas domésticas por horas se ańade una peculiaridad: la empleada deberá estar dada de alta en cada uno de los hogares en los que trabaje. Los empleadores que incumplan podrían enfrentarse a una multa de hasta 3.000 euros.
La reciente normativa establece que este colectivo debe tener un contrato escrito, firmado por ambas partes, en donde quede estipulado el salario mínimo, la cuantía de la nómina, el número de horas de trabajo semanales, salario en especie y el número de cuenta bancaria del titular del hogar en el que presta servicio el trabajador. La cotización a la Seguridad Social en el ańo 2012 es del 22% del salario de la empleada, corriendo el 18,3% a cargo del empleador y el 3,7% a cuenta de la limpiadora.
En Espańa existe un estereotipo de servilismo de los limpiadores, algo que no ocurre en el resto de la UE. Según la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia (ATH-ELE), en países como Francia, Suecia o Alemania esta labor está perfectamente regulada. En el contrato queda estipulado qué funciones debe realizar el limpiador. En Espańa, en muchos casos, el empleado doméstico realiza más labores, como ocuparse de los nińos de la familia o sacar de paseo al perro. Con los cambios de la nueva ley se pretende equiparar a los trabajadores de este sector con el resto de asalariados, pero existen algunas excepciones: el derecho a cobrar el paro, una asignatura pendiente de la nueva normativa.
“La ley lleva cuatro meses en vigor, es pronto para sacar conclusiones. Esperamos que salga a la luz el empleo no declarado y que los ciudadanos cumplan con el reglamento”, afirman en el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Sin embargo, el pasado día 3, después de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, el secretario de Seguridad Social, Tomás Burgos, reconoció que la nueva legislación “no está obteniendo los resultados previstos” y que se están estudiando algunas modificaciones como la simplificación de la norma o, que los empleadores no tengan que asumir la casi totalidad de los costes de la cotización.
Algunas organizaciones como ATH-ELE han denunciado la nueva normativa “por vaga e inconsistente con los problemas reales de las empleadas de hogar”. Según Lorea Ureta, asesora legal y militante de dicha organización, “va a resultar muy difícil combatir la economía sumergida”. Además, ańade, “existe otro gran problema, las extranjeras sin papeles”.
Unas y otras tienen miedo de que con la nueva ley se les reduzca el sueldo o las despidan, por lo que prefieren no darse de alta. Y algunos empleadores, incluidos los que tienen un nivel adquisitivo medio-alto, no están dispuestos a mantenerles el mismo salario si deben cotizar a la Seguridad Social.
“Mi seńora ya me lo ha avisado. No me va a dar de alta”. Cuando se le pregunta a la jefa de María sobre este asunto, no duda en afirmar: “Estamos en crisis. No creo que venga una inspectora de Trabajo a preguntar en que régimen está la limpiadora”.