Cómo votan los masones

Publicado el 07 febrero 2018 por Habitalia

Por: Jesús Gutiérrez Morlote., Maestro Masón.

La elecciones a Gran Maestro rompen periódicamente la fraterna monotonía de nuestros Trabajos en Logia. Es verdad que nunca, hasta ahora, los Masones Regulares españoles hemos votado en paz y tranquilidad. Siempre hubo un significativo voto contra alguien, un voto negativo, un voto para el que cualquier alternativa era mejor que la continuidad.

La elecciones de 2018 deberían ser diferentes o, al menos, podrían serlo. Todas los organizaciones humanas atraviesan etapas de crispación y otras de distensión, ciclos no siempre bien explicables que no tienen por qué obedecer a nada ni a nadie, sino a una especie de periódica necesidad, de paz o de catarsis, del colectivo. Pues bien, estas elecciones se producen en un momento en el que, a priori, debería permitirse el examen sosegado de los candidatos, de su trayectoria masónica y vital, así como de su equipo y programa.

Sería difícil explicar a un profano que esta no es la forma natural de votar los Masones; sería complicado justificar que nuestras proclamas de amor fraterno y tolerancia hacen un paréntesis durante las elecciones.

Pero la realidad es otra, al menos en una parte pequeña pero significativa del cuerpo electoral. Lo que estamos viendo nada tiene que ver con la imagen apacible del Maestro Masón atento a los argumentos del otro, del Maestro reflexivo y sereno, dispuesto a admitir las propias equivocaciones, deseoso de aprender y cuidadoso de no herir.

Como si las Elecciones inyectaran una poderosa toxina en las venas de los Masones, cunde la ira.

Y, casi de repente, se desvanecen el amor fraternal, la ayuda y la verdad como "grandes principios sustentadores de nuestra Orden". El significado del Mallete y el Cincel que explicamos al Aprendiz recién iniciado deviene en necedad sin sentido para uso de pobres ingenuos. La Tolerancia se interpreta como timidez propia de cobardes.

Ni el respeto a las normas ni siquiera la mínima discreción ante el mundo profano, nada parece poder contener los deseos de triunfo sobre el otro, de aplastamiento del adversario. Proliferan la insinuación, la insidia y la sospecha. Todo parece valer.

Actitudes y hechos que harían sonrojarse a cualquier militante convencido y bienintencionado de un partido político o de un sindicato se hacen moneda de uso común entre los Masones, pretendidos referentes éticos de una sociedad desnortada.

Esa es parte de nuestra realidad triste, casi dramática, cuando más necesitamos de las virtudes que se supone aprendemos en Logia.

Verdad es que elegimos al Presidente de una Asociación, pequeña, casi insignificante, pero Asociación al fin y al cabo, con su presencia pública y sus recursos.

Mas conviene no olvidar que en el mismo acto electoral, elegimos también -y sobre todo- al Gran Maestro, el Maestro Masón que nos va a representar, que puede presidir todas las reuniones masónicas, consagrar Logias y hasta "hacer Masones a la vista". Hablamos de una Orden Iniciática.

Algo está fallando, Hermanos. Nos falta algo y no parece menor, porque se diría que no hemos interiorizado lo suficiente nuestros rituales. Como si fuera una ligera capa de barniz que no hubiera impregnado la madera. Como si no fuéramos auténticos Masones.

En esta etapa de campaña electoral, en demasiados foros y demasiadas veces, nos parecemos a una organización profana. A ojos de un observador externo seríamos indistinguibles.

Por eso hemos de volver a centrar nuestros esfuerzos en trabajar en Masonería. Trabajar la Espiritualidad es la característica más genuina de la Masonería de Tradición, de la Masonería Regular.

Es así y no con luces de neón como servimos a la sociedad: ofreciendo valores previamente cultivados y asumidos mediante los rituales y en el seno de nuestras Logias.

Es un camino más duro a la par que más lento, pero es el propio de la Masonería. La senda que empieza, como en algunos rituales de Iniciación, mirándose en el espejo. Aunque la imagen que devuelva no nos guste.

Estamos a tiempo.