“Oye, tú, el que estás leyendo ahora estas líneas. Mira, que tengo el coche en el taller así que mañana paso por tu casa a coger el tuyo para ir a trabajar. Ah, y de paso me dejas las llaves de ese apartamento tan chulo que tienes en la costa para ir con mi familia el fin de semana. Tranquilo, que no te rompo nada y después te lo devuelvo.”
¿Lo harías? este mundo puede estar llenísimo de buenísimas personas, pero dime, ¿tú lo harías? ¿me dejarías a mi, una completa desconocida, tu coche y tu apartamento así sin más? y ¿al vecino de en frente? o ¿a ese que conoces de ir cada día a buscar el pan al mismo sitio? Pues ¿por qué le pides, e incluso le exiges, a tu hijo que deje sus juguetes a esa niña tan mona que ha venido a hurgar su bolsa de juguetes del parque con ese descaro y sin ni tan siquiera pedir permiso?: “Peque, no te enfaaaades, hay que compartir, después ella te lo devuelve y juegas tú con él, vale? no llores o nos vamos del parque, eh? ¡tienes que aprender a compartir!“. (Sí mamá, y ¿por qué no le dejas tú tu móbil? No te jode -debe pensar nuestro hijo).
Para ellos, nuestros hijos de 2, 3, 4 o pocos más años, sus juguetes son como para ti o para mi nuestro coche, nuestro apartamento, nuestro móbil…son su mundo, y lo más seguro los objetos más importantes que tienen, ¿entonces? ¿por qué les exigimos algo que nosotros no hacemos ni haríamos jamás?
Confesaré que al principio yo era una de vosotras, de esas mamis que llegaba una tarde al paque con el Peque y su bolsa repleta de juguetes. Los otros peques, aprenden rápido y nada vernos entrar por la puerta del parque ya se nos abalanchaban porque llevábamos juguetes. Y yo, caaaada tarde una pelea con mi hijo porque él no quería dejar sus juguetes, él quería jugar con ellos, porque para eso los habíamos traído nosotros. Y yo intentando mediar en el conflicto entre sus lloros y las manos descaradas de los otros niños que poco a poco se los iban arrancando de la bolsa mientras sus madres estaban tan tranquilas charlando en el banco del otro lado del parque. Madres que nunca llevan juguetes. Lo que debía ser una tarde apacible en el parque se convertía en sólo malos rollos con mi hijo.
Cada tarde iba así la cosa hasta que un día mi hijo me hizo ver la luz. “Mamá, ¿por qué no me defiendes a mi? ¿que les quieres más a ellos?“. Y ¡hasta ahí llegó la cosa! Me di cuenta de lo estúpida que había sido des del principio. Desde que nació intentando luchar contra naturaleza para que compartiera sus cosas con los otros niños. Y todo sin conseguir nunca el resultado esperado. Sólo cabreos, lloros del Peque y por último esta recriminación.
Pero aprendí la lección. Eso que tienen (sus juguetes, sus chuches,…) y que para nosotras puede parecer insignificante para ellos es como su Rolex, es su mundo. No por exigirles que compartan van a aprender a hacerlo (os lo digo por experiencia). Eso se aprende con el tiempo igual que se aprende con quién vale la pena compartir y con quién no, quienes pueden ser tus amigos y quienes no. Así que si mi Peque está jugando con un juguete suyo, no se lo quito para dejárselo a otro niño y si tiene algun juguete que no lo está haciendo servir, le pregunto antes de dejárselo a otro niño. ¿Egoísmo? ¿mala madre?yo le llamo sentido común y respeto hacia los sentimientos y opinión de mi hijo.
¿No veis lo déspotas que somos ante los ojos de nuestros hijos cuando ellos están jugando con su juguete, viene otro niño, se lo quita y nosotras en vez de defenderle y decirle al otro niño “ves con tu madre a que te de un juguete para ti” se lo quitamos para dejárselo al otro niño? ¡pero si nuestro peque quería jugar a solas con su juguete! que nuestros hijos sean buenas personas no viene de que les obliguemos a compartir sus cosas sinó en que vean en nosotros esos ejemplos que nos gustaría ver en ellos y ofrecerles con cariño aquellas herramientas y caminos que les permitan que ellos mismos vean qué está bien y qué no. Démosles la caña, pero no los peces. Que sean ellos mismos que se percaten de las cosas conforme vayan creciendo y madurando.
Pensadlo, porque os ahorraréis muchos lloros justificados de vuestros hijos y con el tiempo veréis que, sin obligarles a nada, poco a poco aprenderán que jugando con sus juguetes con sus amigos la cosa se pone más divertida.
Mi Peque ahora tiene 4 años y comparte sus juguetes con sus amigos, con aquellos niños en quienes confía o que sabe que podrá jugar con ellos. La lección: todo llega a su debido tiempo.